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Incendia un rayo centro religioso pame en SLP

Adriana Ochoa| El Universal
Lunes 09 de julio de 2007
Indígenas de la zona rescataron 12 de 60 imágenes de los siglos XVIII y XIX

SAN LUIS POTOSÍ, SLP.— Un rayo incendió el templo franciscano de Santa María Acapulco, considerado santuario de los indígenas pames y una coordenada histórica en la evangelización indígena latinoamericana.

Los indígenas de la comunidad perteneciente al municipio de Santa Catarina, en la Sierra Gorda, sólo rescataron 12 imágenes, de 60 que se encontraban en el templo, muchas de ellas de la segunda mitad del siglo XVIII y segunda del XIX.

“Es un castigo, no sabemos porqué”, afirman las mujeres de una comunidad católica todavía fiel a deidades indígenas, como el dios Trueno, que se supone protege del rayo.

Rescatando santos

El 1 de julio, a las 3 de la mañana, una tormenta despertó a la comunidad pame o xi´ui de Santa María Acapulco; hacia las 4:00 horas, un rayo hizo blanco en el techo de palma y madera de la iglesia, erigida en 1740 con técnicas de construcción de la etnia.

“Con una barra arrancamos la puerta de enfrente y entramos; el fuego ya caía del cielo y alcanzó el retablo principal; nuestra señora de la Asunción (patrona del lugar) y la virgen de Guadalupe fueron las primeras víctimas; quisimos llegar a ellas, pero en cuestión de minutos, en lo que nos abríamos paso entre las bancas ardiendo y los retablos, ya no alcanzamos, por que justo ahí, cayó la primera parte del techo y nos tapó el paso”, cuenta Tomas Durán Pérez.

Por su parte, el gobernador pame Félix Rubio Medina asegura que su pueblo no ha dejado de llorar desde el día de la tragedia.

En una humilde construcción utilizada como bodega, las mujeres lloran y rezan pidiendo un milagro que les devuelva el templo y sus imágenes sagradas. Y velan a las que lograron salvar de las llamas, entre ellas una Dolorosa de madera estilo rococó. Salvaron también limpio un par de cráneos de misioneros franciscanos que mantenían en el interior.

Seguros para la fe

El templo era el escenario de todos los rituales de la comunidad relacionados con el ciclo cristiano, pero también elementos que resistieron los empujes de los misioneros.

El director del Centro INAH en San Luis Potosí, Juan Manuel Fraustro Franco, explicó que aunque el templo era una edificación humilde, representaba un santuario en la cosmogonía pame y un punto importante en el trayecto realizado por los evangelizadores franciscanos entre los indígenas de Latinoamérica.

Por sus características de construcción indígena y culto sincrético, se le considera similar en significado religioso a templos de San Juan Chamula, en Chiapas, y Oruro, Bolivia.

Es prácticamente un santuario porque en Semana Santa lo visitan incluso indígenas de Zacatecas, Querétaro e Hidalgo, durante un peregrinar interminable.

“Es una pérdida no sólo material sino también de carácter religioso, cultura y antropológico”, explicó

“Se habla de que Santa María Acapulco es una de las misiones que el padre Kino todavía formó junto con los misioneros que lo acompañaban hacia el norte del continente, entonces no sólo es lo material sino el valor histórico”, acotó.

El funcionario anticipó que se evaluará la gestión de un seguro federal de un millón de dólares que cubre estos sitios. “Tendremos que ver primero la magnitud de los daños, vamos a hacer un cálculo sobre los daños del inmueble”.

Sobrevivientes de chichimecas

Los pames o xi’ui (como se llaman a sí mismos) son junto con los jónaces de mesa de Chichimecas (cerca de San Luis de la Paz), los únicos sobrevivientes de los chichimecas que poblaban antes de la conquista el centro y el noreste de México.

Los pames que vivían más al sur, en Hidalgo y Guanajuato, han desaparecido. Habitan en la Sierra Gorda, entre San Luis Potosí y Querétaro.

La comunidad de Santa María Acapulco, en el municipio potosino de Santa Catarina, tiene 4 mil 500 habitantes que hablan o entienden la lengua pame. Todavía funciona ahí un sistema de gobierno indígena, con un gobernador tradicional elegido —máxima autoridad religiosa— que interviene en la organización civil de la comunidad.

Aunque los pames se declaran católicos, su práctica religiosa integra al dios Sol, al dios Venado mayor y sobre todo, el dios Trueno, la deidad que hace llover.



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