SAN LUIS POTOSÍ, SLP.- Para las mujeres de la comunidad pame de Santa María Acapulco, dos jornadas de tejido de palma se traducen, con algo de suerte, en un ingreso de 20 pesos.

El trabajo para las tejedoras comienza cuando se asoma el sol. Acompañando a sus esposos, aprovechan recorridos de varios kilómetros entre la Sierra Gorda para colectar palma, la que después deshebrarán para elaborar petates, colotes (canastillos) y chiquihuites (cestos sin asa).

La habilidad para tejer se transmite de una generación a otra, más entre mujeres. Es parte de los aprendizajes domésticos de cada una. Elaboran en palma cestería varia para sus propias casas. Si una tejedora tiene la oportunidad de llevar su producción a las cabeceras municipales de Rayón o Cárdenas, lo que implica todo un viaje para los pames o xi´ui, les pagarán apenas unos pesos, una ayuda extra en su miseria de generaciones.

Por la tarea de trabajar 48 días, que se traducen en unos 24 petates, una tejedora podrá ganarse apenas 480 pesos. Magdalena, tejedora, advierte que el gasto del viaje hace a veces incosteable dedicarse al tejido de palma. Cientos de mujeres se quedan en su tierra, perdida en la Sierra Gorda, porque los 20 pesos por petate no ajustan siquiera para pagar el pasaje. Salvo ocasionales compradores de paso, no hay quién comercialice en forma masiva sus productos.

Municipio pobre

Los xi´ui de Santa María son una etnia subsidiada. La mayoría de los más de mil pobladores (10 veces más que los de la cabecera del municipio Santa Catarina) reciben desde 150 hasta 800 pesos mensuales del programa Oportunidades.

La distancia de Santa María Acapulco a la cabecera es mayor a los 50 kilómetros, en un punto más alto de la sierra.

Con la traducción de uno de los cuatro policías municipales de Santa Catarina, el comisariado ejidal Baldomero Montero Yáñez, y el juez auxiliar, Juan Martínez, explican que las mujeres consumen tejiendo la mayor parte de sus días.

En un día de fortuna, obtendrán 20, 30, 40, 50, hasta 80 pesos adicionales para el gasto familiar, según el producto del que se trate.

El alcalde de Santa Catarina, Miguel Urías Castillo, y su esposa, Oliveria García Andrade, reconocen que Santa Catarina es uno de los municipios más pobres del país.

El síndico Juan Montero Rubio va más allá y explica que la pobreza prácticamente está en todos los pueblos. Considera urgente el apoyo para el trabajo artesanal de los xi´ui. "Ahorita les pagan algo de lo que hacen a 18 pesos, para que se ´maten´ las personas todo un día o dos días para terminar los petates".

Los pames son objeto de muchas humillaciones de parte de quienes compran petates, pagan a precios de miseria y todavía pretenden que el indígena les dé "pilón".