aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800




Crónica. Un pueblo estratégico para su lucha

Lydiette Carrión Enviada| El Universal
Domingo 12 de enero de 2014

politica@eluniversal.com.mx  

ANTÚNEZ

Con rondines, excavación de trincheras y caravanas a poblados, las autodefensas fortalecieron la toma de Antúnez, con miras a Nueva Italia, municipio adyacente a Parácuaro, y que acercaría su presencia a Uruapan.

Antúnez es importante en esta guerra. De calles anchas y polvosas, sus colores se queman y sobreexponen bajo el sol. No hay centro ni capilla pintorescos; apenas ha cumplido 52 años. Se erigió con la expropiación de tierras que hizo el general Lázaro Cárdenas del Río, quien las repartió. Después esa gente se volvió ejidataria y construyó para sí este pueblo reseco, pero muy estratégico, ya que queda a medio camino de las veredas que comunican a la sierra y la carretera rumbo a Apatzingán y, un poco más lejos en dirección contraria, al mar, a Lázaro Cárdenas.

Dicen que este fue lugar elegido para amarrar negocios ilícitos. Dicen. Lo cierto es que en la glorieta que presume un busto de Lázaro Cárdenas también hay un pequeño altar a la Virgen de Guadalupe… con una cruz templaria al fondo. En la valla de la escuela, una letra infantil ha escrito “arriva los templarios”.

La noche anterior, en la carretera de Apatzingan a Nueva Italia (y adyacente a Antúnez) hubo bloqueos y quema de automóviles. A las 11:00 horas fue reabierta por el Ejército. Pero en Antúnez la jornada había comenzado más temprano.

Por la mañana, una caravana se dirigió a Buenos Aires, una ranchería cercana. Otro grupo salió rumbo a El Ceñidor. Pero en el camino, dicen, tuvieron un enfrentamiento con presuntos “punteros” o informantes del crimen organizado. Uno murió y otros dos fueron detenidos. De la violencia sólo quedaba el registro en la gasolinera —si bien el enfrentamiento no se dio ahí—: se apresuraron a lavar un rastro de sangre con manguera.

Por la tarde, después de comer barbacoa que personas del pueblo les regalaron, otro grupo más salió a La Yegua, un puñado de casas a medio camino entre Antúnez y Apatzingán. Y es que esta guerra no sólo se gana con armas, sino también con propaganda. Parte de ella son las caravanas: una imponente hilera de camionetas, la mayoría de los alzados con playera blanca y cintas amarillas en los cuernos de chivo. En cada lugar las autodefensas dan su discurso: que no trabajan para el cartel de Jalisco Nueva Generación, aseguran que no son otro cartel, son el pueblo. Reiteran las palabras “limpiar”, “purificar”. Hablan sobre el alza de precios desmedidos, ese impuesto al consumo resultado de la extorsión en las poblaciones. Esto último es quizá lo que más ilusiona a la gente. En La Yegua, por ejemplo, una mujer se acerca y pregunta discretamente:

—¿Es verdad que en Parácuaro ya bajaron la carne y la tortilla?

En ese puñado de casas, en donde no hay ni siquiera farmacia, el kilo de carne de res está a ochenta pesos, y el de tortillas a 16. Una muchacha agrega:

—Podríamos comer carne. Es que a diario frijolitos.

Otra más remata:

—Ay, yo no sé. Sólo que el que está hablando me dé su teléfono. Me gustaron sus ojos.



Ver más @Univ_Estados
comentarios
0