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Se niegan a dejar sus casas pese al riesgo del coloso

El Universal
Lunes 15 de diciembre de 2014
Se niegan a dejar sus casas pese al riesgo del coloso

Debido a la reciente actividad del Volcán de Colima es posible que continúe la explosividad alternada con emisión de lava, ya que registra un amplio rango de liberación de energía. (Foto: NOTIMEX )

17 familias de la comunidad de La Yerbabuena, en Comala, rechazan ser reubicadas en otro lugar. Cercanía con el Volcán de Colima no impide realizar las tareas en el campo, aseveran moradores

Comala.— La Yerbabuena, ubicada en este municipio, es la comunidad colimense más cercana al Volcán de Colima y, por tanto, considerada “zona de alto riesgo volcánico”, donde 17 familias se niegan a reubicarse en otro lugar.

Melchor Ursúa Quiroz, director general de la Unidad Estatal de Protección Civil, refirió que un total de 45 a 50 habitantes se negaron a ser reubicados hace más de 10 años, cuando el gobierno estatal edificó una nueva población aledaña a la comunidad de Cofradía de Suchitlán, también en Comala.

En entrevista, recordó que La Yerbabuena está localizada a aproximadamente 8 kilómetros en línea recta del cráter volcánico, en medio de las faldas del volcán, en los límites con Jalisco, pese a lo cual se niegan a salir algunos de sus moradores.

Originalmente, agregó Ursúa Quiroz, La Yerbabuena tenía una población de 71 familias, de las que 54 aceptaron ser reubicadas a la nueva comunidad denominada Nuevo San Antonio, pero el resto sigue ahí.

Ursúa Quiroz asegura que, sin embargo, los pocos habitantes están preparados para evacuar en caso de ser necesario, “y para eso tenemos debidamente identificado el número de personas, así como aquellas que no pueden salir por su propio pie, y aunque se nieguen, si es necesario serán desalojados ante un mayor riesgo por el volcán”.

A poco menos de 30 kilómetros del Pueblo Mágico de Comala, La Yerbabuena hoy tiene libre acceso, a pesar de que se ha incrementado la actividad volcánica y, con ello, la alerta en científicos y Protección Civil.

Así, diariamente, es común observar a familias enteras que acuden a los alrededores de esa localidad, con el único fin de observar más de cerca al Volcán de Fuego, como se le llama entre los colimenses.

Su acceso no es difícil, pues los primeros 20 o 23 kilómetros para llegar al lugar son de carretera asfaltada hasta La Becerrera, donde el camino, de poco más de siete kilómetros, se torna angosto y empedrado.

Paso libre. A diferencia de otras ocasiones que el volcán ha registrado etapas eruptivas y explosivas, actualmente no hay retenes militares o de Protección Civil que restrinjan el paso.

“El Ejército vino hace días, se instaló una noche y se fueron, y los de Protección Civil han venido de vez en cuando también, han interrogado a los vecinos de ahí arriba”, señala un habitante de La Yerbabuena, Antonio Altamirano Ramos, de 61 años de edad, quien dijo haber nacido “en un Punto de la Barranca del Agua”, pero que llegó ahí “cuando se dio posesión aquí en 1967, y desde ahí empezamos a poblar este lugar”.

Admite desconocer cuántos habitantes tenía La Yerbabuena cuando, en 2002, la mayoría de ellos fueron reubicados por el riesgo volcánico.

Menciona que en el poblado de La Yerbabuenita II “habemos varias familias, pero hay otras que no nos están acompañando en la lucha a nosotros, pero aquí están permaneciendo, no llega a 20 familias”.

Su mención sobre “la lucha”, se refiere a la reticencia de sus moradores para dejar el lugar pues, cuando se dio la reubicación, algunos de los ejidatarios aseguraron que sólo los querían retirar para erigir ahí un gran complejo turístico.

“La gente ha sido reubicada por el riesgo volcánico... Eso es lo que nos dicen, según eso, pero para mí los riesgos están por dondequiera”, afirma.

Antonio Altamirano reconoce, sin embargo, que la mayoría de la población se retiró del lugar, pues “aquí está solo, la gente se fue a La Yerbabuenita II, y ahora está más solo porque van a ver a sus familias”.

Tras señalar que en el lugar funciona una escuela atendida por un maestro del Consejo Nacional de Fomento Educativo, Antonio acepta que por ahora no han tenido más presiones del gobierno para abandonar por completo el pueblo.

“Las presiones las tenemos más bien de la gente que se reubicó, porque, de hecho, a mí me han hecho daños ahí, ha resultado de que en mi casa no puedo poner huertos familiares porque la misma gente me los destruye cuando yo salgo”.

Dice también estar acostumbrado a la actividad del Volcán de Colima y, por tanto, a no tenerle temor. Asegura que la cercanía del lugar con el volcán no impide hacer las tareas agrícolas, ni amedrenta a quienes ahí laboran, por lo que todo transcurre con normalidad, pues ya están acostumbrados a la actividad del coloso.Notimex



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