Tita Radilla Martínez, hija del activista Rosendo Radilla Pacheco, de quien no sabe nada desde 1974, lo recuerda alegre, sonriente, solidario; siempre con una palabra de aliento o de solución para los demás. La familia no tiene un altar a dónde llevarle flores, pero festejó su centenario de vida con un acto cultural y con mucha gente, como dice, a su padre le habría gustado.

El vacío que deja una persona desaparecida es algo que no se puede describir, asegura Tita, quien a sus 63 años no se recuerda sino luchando para encontrar con vida a su padre.

Rosendo era un padre amoroso, "luchón", cuenta. Dice que en sus sueños ha imaginado su regreso. "Hoy celebramos el primer centenario de mi padre, para nosotros es algo hermoso, pero el gobierno federal tiene muchas deudas con nosotros, nunca se hizo una investigación clara y él no está".

El caso Radilla Pacheco es emblemático porque fue el primero que llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Coidh).

La familia denunció la desaparición forzada de Rosendo Radilla, lo cual concluyó en un Informe Especial publicado en 2001 conjuntamente con la recomendación 26/2001. Las investigaciones radican en la Coordinación General de Investigación dependiente de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delitos Federales de la Procuraduría General de la República, pero no hay ningún indicio de su paradero.

Tita explica que desde las 10:00 de la mañana recordaron a su padre con una misa en la iglesia de Santa María de la Asunción, en su natal Atoyac, donde llegó a ser alcalde. Le cantaron las mañanitas y luego colocaron 100 rosas blancas en el monumento que el gobierno federal alzó en la plaza de Atoyac, en la Costa Grande del estado, como parte de las recomendaciones de la Coidh.

A la celebración acudieron varias organizaciones sociales como la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Víctimas de violaciones a los Derechos Humanos en México (Afadem) que fundó Tita, el Comité Directivo del PRD municipal, la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCCS), entre otras. Sus nietos leyeron poemas, tocaron canciones que le gustaban a Rosendo y se leyeron en seis partes los 600 nombres de los desaparecidos en esa zona, en el tiempo de la Guerra Sucia.

Aunque ya hay una sentencia de la Coidh, ésta, dice Tita, no se ha cumplido a cabalidad, "sí hay una indemnización, pero por seguridad preferiría no decir el monto. El problema no es ese, el problema es la esperanza que nosotros queremos insertar en las personas de familiares desaparecidos. Siempre pensamos que si encontrábamos a Rosendo de entre la multitud había esperanza, lo seguimos sosteniendo, pero ahora ya es más desgastante, tengo 63 años".

En el evento, según calculó Tita, participaron unas 250 personas. "Mi padre será recordado por siempre, así lo hicieron saber muchas personas que estuvieron presentes y contaron anécdotas de él. Lo más bonito es ver a toda la familia reunida, a sus nietos siguiendo su ejemplo de lucha y seguiremos buscando justicia para los 600 desaparecidos".

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