aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800




María Eugenia Ríos, pasión por el ser humano

J. F. Zúñiga| El Universal
Domingo 29 de junio de 2008
Estrellas de siempre

María Eugenia Ríos Romero ha sido, es y será una apasionada por el ser humano. Desde su adolescencia volteó la mirada hacia todo aquello que implica el ser humano como tal, “sí, porque es bello respirar, es padre trabajar, es maravilloso amar hasta a las piedras, porque aunque a veces nos hacen caer, de cada tropezón sale uno más sano, más fuerte y más ser humano”. La actriz fusionó su inquietud histriónica con el humanismo, “porque mi vida se ha desarrollado con gran gama de matices humanos que me han permitido enriquecer mi sensibilidad y capacidad creativa”.

Entre las cosas que más le marcaron, está su incorporación al grupo de Madres Sustitutas, de la Casa Hogar de Coyoacán, “me conmovió la situación que vivían aquellos niños huérfanos”. Ha formado parte de innumerables organizaciones.

UNA CUALQUIERA, NO

Cuando María Eugenia reveló a su padre que deseaba ser actriz, le dejó de hablar, “luego, me puso una condición: hacer una carrera”. Tenía 17 años al graduarse de secretaria ejecutiva bilingüe. Al mismo tiempo tomaba clases de inglés y actuación en el City College”.

Sus hermanos le decían que era muy teatrera, “pero nunca fui la clásica niña que sale en todos los festivales escolares. Si me emocionaba ver a los actores en el cine. Mi padre nos llevaban a ver películas mexicanas en los estudios Churubusco, donde trabajaba”.

“Fui la única actriz, ‘Dios nos libre de tener otra’, decían en mi casa.”

Don Roberto Ríos no permitía a sus hijas pintarse las uñas ni los labios, “las liberé aún siendo la más chica. Un día lo hice y de inmediato me ordenó despintarme. ‘Pareces una cualquiera’, me reprochó. ‘Pero no lo soy’, le contesté. ‘Soy tu hija y no una cualquiera’. Al día siguiente, mis hermanas, cuando mi padre se los echó en cara, respondieron lo mismo”.

GENERACIÓN FRESA

Junto con sus hermanas, estudió en los mejores colegios como el Queen Mary, de monjas, “cuando la directora de la escuela se enteró que quería ser actriz pegó de gritos. Decidí no volver a esa escuela jamás”.

Alguien le reveló que había una escuela que formaba actores profesionales, la Academia Andrés Soler de la ANDA, “ahí comencé formalmente mis estudios de arte dramático en la generación de 1954, junto con Antonio Medellín, Ana Ofelia Murguía e Irma Carlón con el maestro Seki Sano”.

A María Eugenia y a sus compañeros se les abrieron las puertas del cine y la televisión, “hasta debutamos en Bellas Artes. Además, hice mi primera película en 1955 con Silvia Pinal, Furia pasional”.

Al hablar de aquel grupo de jóvenes actrices que surgieron con ella, lo califica como “de niñas fresas e ingenuas”.

Por un tiempo, se inclinó por la televisión, “pero un día don Fernando Soler me llamó para una gira teatral. Al llegar a los ensayos descubrí a un joven apuesto, de ojos verdes. Desde que me vio, tocada con un sombrerito y guantes, se enamoró de mi. Yo de él. Fue un flechazo certero. Los ojos verdes de Óscar Morelli eran maravillosos, su forma de expresarse y su voz me cautivaron”.

Durante la gira y después de 31 días de noviazgo, decidieron casarse el 2 de junio de 1958 en Torreón, Coahuila. Don Fernando, que fue el padrino.

Óscar murió a los 69 años, el 6 de junio de 2005, causándole a María Eugenia inmenso dolor, “ha sido muy difícil vivir sin él”.

Aunque sin su añorado compañero de viaje por el mundo, María Eugenia Ríos mantiene su gran ilusión por la vida y reflexiona: “Me gusta la vida, he reído, llorado, gritado, peleado, amado y sufrido, pero la vida, mi vida, no ha sido una villana. ¡Creo que soy una suertuda! Me gusta la gente, el maravilloso ser humano. !Me gusta esto de vivir!”.



Ver más @Univ_espect
comentarios
0