El culto que Salvador Moreno guarda por Javier Solís no es algo nuevo. Y es que basta recordar que junto a sus compañeros de La Castañeda (ahora llamada La Casta), el intérprete realizó una peculiar versión de la canción “Loco” (que formó parte del disco El globo negro), en la que plasmó un toque rockero y muy dramático, al que denominó “bolero gótico”.

Precisamente este nuevo estilo, así como la obra y figura de Solís, fungieron posteriormente como el hilo conductor de su nuevo proyecto: Salvador y Los Leones, que mañana actuará en el Foro Sol, como parte de la novena edición del festival Vive Latino.

“A la Tierra se viene a amar y a morir”, afirma Salvador Moreno. De ahí que el músico defina su propuesta como “dark bohemio”.

“La copa rota”, “Sombras”, “Cenizas”, “Flores negras” y “El jinete” son algunas de las canciones que la banda también integrada por Jair (guitarra), Víctor (segunda guitarra), León (bajo) y Rodrigo Heredia (batería) interpreta en vivo.

Moreno explica: “Son temas a los que les tenemos un gran respeto y que sabemos que son iconos en la canción popular mexicana, y latinoamericana. José Alfredo Jiménez y Javier Solís son dos grandes deidades porque se les tiene un gran culto.

“En mi caso, había una especie de necesidad porque son temas que estoy tarareando y balbuceando desde antes de hablar. Y creo que el proyecto llega en el momento indicado, en el que se conjugan factores sociales e históricos importantes, en el que persiste este ánimo de la saturación y de la pérdida de los valores”, agrega.

—¿Cuánto tiempo te llevó gestar el proyecto de Salvador y Los Leones?

—Tiene muchísimo, quizá unos 10 años. Se podría decir que es un proyecto casi paralelo a La Casta, en cuanto a concepto. Conocí a Los Leones hace unos tres años. Yo los fui a buscar, fue mucho de olfato.

Vamos para un año ya como banda, la fecha en la que ya de forma constante y desbocada salieron los arreglos, se definió el repertorio de este disco (cuyo lanzamiento se prevé en agosto), y se abrió un baúl de posibilidades.

—¿A qué se enfrentaron durante la reestructuración de las canciones?

—Tiene uno que reinventarse, porque inmediatamente viene un estremecimiento interno de vibras muy fuertes, y también hacer arreglos y composiciones de una forma nueva, que era algo de lo interesante, el no repetirte, no copiar tus propios esquemas, ni caer en clichés.

—¿Qué pasará con La Casta?

—La Casta vive sus procesos de forma muy extraña. Es una entidad que ha demostrado que a veces toma decisiones independientes a nosotros.

Ahora estamos en una etapa de misterio y silencio, le falta este periodo de oscuridad, es muy nutritivo. Hay un material pendiente, “La llama doble: Segunda llama”.