Parece humano, casi lo es. Es un replicante, un androide de vida limitada creado por una compañía multinacional para realizar trabajos de esclavo. Cuando un grupo de androides se rebela, se da la orden de exterminarlos vía las habilidades de un Blade Runner, una especie de policías entrenado en esa tarea. Rick Deckard (Harrison Ford) inicia una persecusión obsesiva tras dos replicantes, Pris (Daryl Hannah) y Roy.

En la escena cumbre de este clásico de ciencia ficción que cumplió 25 años este mes, hombre y androide se encuentran frente a frente en la batalla final bajo un cielo enegrecido y lluvioso. La fuerza de la máquina domina sobre el disminuido Deckard. A punto de lanzarlo al vacío desde un rascacielos, Roy tiene un gesto sorpresivo y perdona la vida del policía. Devastado por un sentimiento de humanidad que sobrepasa sus circuitos eléctricos, Roy advierte el final de su efímera existencia y exclama un discurso demoledor para su persecutor e imposible de concebir en un robot: "He visto cosas que los humanos ni se imaginan. Naves de ataque incendiándose cerca del hombre de Orión. He visto rayos de mar centellando cerca de la puerta de Tannhauser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir".