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Bieber se siente acosado por fotógrafos

El Universal
Viernes 15 de abril de 2011
El canadiense se quejó en Twitter de que la prensa no lo deja hacer turismo

JERUSALÉN.— El cantante canadiense Justin Bieber no está disfrutando lo que esperaba en Tierra Santa y se queja de no poder visitar los lugares que pisó Jesús sin sufrir el acoso de los fotógrafos.

El ídolo de los adolescentes ha protestado a través de las redes sociales del cerco de los paparazzi, que le impiden vivir como le gustaría su paso por Israel y el territorio palestino ocupado.

“Estoy en Tierra Santa y estoy agradecido por ello. Pero quiero tener la experiencia personal que tienen otros aquí”, pedía en su Twitter esta semana, informó el diario The Jerusalen Post.

Sus mensajes contra los periodistas gráficos han ido subiendo de tono y ha acabado por asegurar que tanto la política como la persecución de los fotógrafos han hecho que su viaje sea frustrante. “Uno piensa que los paparazzi tendrían más respeto en lugares sagrados. Todo lo que quería era caminar donde caminó Jesús”, asegura la estrella de 17 años, que considera una falta de respeto que le tomen fotos cuando está en un lugares santos y de oración.

Los fotógrafos, por su parte, consideran que en Tierra Santa casi todos los lugares tienen algún significado espiritual y que los fans del cantante tienen derecho a verle paseando por sitios como el Santo Sepulcro o el Muro de las Lamentaciones, en la vieja ciudadela amurallada de Jerusalén.

Unos 25 mil jóvenes acudirán esta noche al concierto de Bieber en el parque Hayarkón de Tel Aviv, cuyas entradas se han vendido de 60 a 100 euros. Al no agotarse las localidades y estar el público integrado mayormente por adolescentes muy jóvenes, los organizadores han optado por regalar una entrada para un adulto por cada dos menores que la compren.

Nunca digas nunca admiraré a Justin

Si Madonna metió al público en su cama, Michael Jackson enseñó sus pasos póstumos y los Rolling Stones se dejaron embellecer por Martin Scorsese, Justin Bieber reta al espectador a descubrir la figura artísticamente respetable que se esconde tras su flequillo en Never say never. Este documental, dirigido por Jon Chu, no es sino la celebración por todo lo alto de una industria, la del espectáculo, para demostrar que, por mucho YouTube, por mucha descarga ilegal y por muchos nuevos modelos de negocio, gracias a Justin Bieber hay estrellas a la vieja usanza.

¿Un nuevo Michael Jackson? ¿Un nuevo Mickey Rooney? ¿O un nuevo Webster? De momento, una actualización del sueño americano y, por muy documental que sea, una clara voluntad de propaganda conservadora que acaba convenciendo al espectador de que la emoción, el esfuerzo y el talento siguen en boga.

Será el 3D, será la naturalidad para actuar de los adolescentes —porque luego en persona ha demostrado estar lejos del niño bueno— o será que es innegable que Justin Bieber tiene mucho más talento que otros héroes juveniles prefabricados por Disney, pero Never say never es más interesante de lo que a priori pudiera parecer.

Testigo del nacimiento de una estrella por la vía democrática del universo internauta, retrato de soslayo del hermetismo de una industria que a punto estuvo de dejar escapar a la gallina de los huevos de oro y ojo impagable para estudiar el fenómeno fan llevado hasta el paroxismo, el filme esconde bajo sus pliegues algo más que un seguimiento de la coletilla “entre bambalinas”. El título lo había avisado: nunca digas nunca... incluso cuando digas “nunca sucumbiré a Justin Bieber”. (EFE)



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