El problema de los cristianos en Medio Oriente es de larga data, con sus comunidades reduciéndose constantemente por la emigración en busca de latitudes más seguras y prósperas, pero se ha agravado considerablemente en los últimos años con el ascenso del islam radical y es especialmente notorio desde el comienzo de las insurrecciones en distintos países árabes.

La mal llamada “primavera árabe”, que en primera instancia fue vista como sinónimo de lucha por libertad y democracia, se convirtió rápidamente en escenario de persecución y hostigamiento de las minorías cristianas en diversos países. Elementos fundamentalistas islámicos que participaron en los levantamientos contra los regímenes autoritarios en la región, vieron en ellos una vía para intentar la imposición de la “sharia”, ley religiosa del islam. La discriminación de los cristianos —en el mejor de los casos— o su asesinato, se convirtió en una de las manifestaciones más cruentas del extremismo religioso en la región.

Recientemente, el sacerdote Justo Lacunza, rector emérito del Instituto Pontificio de Estudios Árabes e Islamistas, declaró en una mesa redonda sobre “la persecución de los cristianos en Oriente Medio”, organizada por la ONG “Fuente Latina” que “los cristianos son la confesión religiosa más perseguida del mundo y la que menos derechos humanos tiene”.

Incidentes cruentos se han registrado en distintas partes del mundo musulmán, pero los ejemplos más notorios parecen llegar de Egipto y Siria, justamente dos de los países más simbólicos en el marco de los levantamientos en el mundo árabe.

Egipto: permisividad islámica

Egipto es el país de Medio Oriente con mayor población cristiana, los coptos autóctonos del lugar, que sufren cada vez más la persecución de elementos radicales islámicos, aunque sus quejas van dirigidas también a las autoridades oficiales del Estado por la falta de protección y la permisividad con la que se topan los extremistas islámicos que los acosan.

Los coptos constituyen el 10% de la población de Egipto, que asciende a 85 millones de personas. Se estima que un millón de coptos abandonaron Egipto para radicarse en el exterior debido a la situación de la minoría en el país. Según declaraciones del Dr. Mordejai Keidar de la Universidad israelí de Bar Ilan, experto en Mecio Oriente e Islam, son varias las formas en las que se manifiesta la problemática de los coptos en Egipto: frecuentes secuestros de jóvenes coptas que son violadas y obligadas a convertirse al islam, y asesinatos, que en los últimos años se han multiplicado. Aumentaron los casos de incendios de iglesias y persecución directa de ciudadanos coptos.

Siria: ascenso extremista

La situación en Siria a raíz de la insurrección contra el régimen de Bashar al-Assad ha despertado la preocupación de autoridades internacionales, de diferentes figuras del mundo libre en general y el mundo cristiano en particular, debido al conocido fenómeno de asesinato de cristianos por parte de los rebeldes islamistas.

A los rebeldes de tono relativamente secular y moderado se sumaron rápidamente yihadistas locales y llegados de fuera de Siria, para quienes la lucha contra Al-Assad no es un intento de llevar la democracia a Siria sino de imponer el fundamentalismo sunita tipo Al-Qaeda como contrapeso al chiísmo de la República Islámica de Irán que apoya al régimen actual.

Un papel protagónico lo cumple el grupo Jabhat el-Nusra, considerado el más extremista, al que se ha acusado de numerosos casos de asesinato de cristianos, inclusive de sacerdotes que se hallaban en sus monasterios. Videos espeluznantes de algunos de estos casos han circulado por la red, dejando en claro el ensañamiento y el odio que motiva a los responsables.

A la línea radical islamista se agrega la visión de los yihadistas de que los cristianos sirios ven con buenos ojos a Al-Assad.

Un caso especialmente notorio de crueldad y fanatismo fue el de la joven cristiana Mariam , de 15 años, de la localidad Qusari, quien según denuncias de dos sacerdotes greco-católicos, fue violada por 15 hombres, extremistas islámicos, y luego asesinada. De fondo estaba la “ley religiosa” emitida por Yasir al-Ajlawni —un jeque salafista de origen jordano que reside en Damasco—, quien declaró legal para los opositores al régimen la violación cometida contra “cualquier mujer siria no sunita”.