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Siria divide a musulmanes

Jana Beris • corresponsal| El Universal
04:25Miércoles 11 de septiembre de 2013
Un combatiente de 15 aos del Ejrcito de Siria Libre atraviesa un agujero en una pared en la ciudad

DAÑOS. Un combatiente de 15 años del Ejército de Siria Libre atraviesa un agujero en una pared en la ciudad de Aleppo, en medio de enfrentamientos con el régimen. (Foto: HAMID KHATIB REUTERS )

Además de dividir al país, la guerra en Siria fractura también al mundo musulmán. La diversidad de opiniones ha frenado el apoyo regional que Estados Unidos deseaba para iniciar una operación militar contra el régimen del presidente Bashar al-Assad

ESTAMBUL.— La guerra que se vive en Siria desde hace más de dos años no sólo ha dividido a dicho país, enfrentando al régimen de Bashar al-Assad con sus propios ciudadanos, sino que ha creado evidentes divisiones dentro del mundo musulmán.

Mientras Irán (país islámico, no árabe), Argelia, la organización pro iraní libanesa Hezbolá (considerada una milicia pero que es parte clave del gobierno del Líbano) apoyan en forma activa al régimen de Damasco, Arabia Saudita encabeza el bloque que explícita y abiertamente pide mano dura contra Al-Assad (y que incluye a países como Emiratos Árabes Unidos y Qatar). Otras naciones árabes evitan adoptar una posición categórica sobre el tema por distintas consideraciones.

Por un lado, en el 2011, año en que comenzó la revuelta contra Al-Assad y la cruenta represión, la Liga Árabe suspendió a Siria y permitió que la oposición al régimen tuviera representación en la organización. Por otro lado, en sus recientes reuniones de finales de agosto y el 1 de septiembre, exhortó a las Naciones Unidas y a la comunidad internacional “a asumir sus responsabilidades de acuerdo a la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho internacional, tomando las medidas disuasivas necesarias”.

Según el analista israelí Yoel Gozansky, del Instituto de Investigaciones de Seguridad Nacional, ello equivalió a “evadir un apoyo explícito a una intervención militar de Estados Unidos”.

Con diferentes actitudes y por distintas razones, países árabes han impedido, de hecho, que sean tomadas decisiones más terminantes respecto a Siria, que podrían dar a Estados Unidos el apoyo regional que deseaba para que un operativo militar contra Al-Assad fuese visto no como un capricho estadounidense sino casi como una necesidad de la región.

El citado investigador israelí explica que Irak hace lavado de dinero sirio y la vista gorda al uso de su territorio para la transferencia de armas iraníes al régimen de Al-Assad, Egipto quizás aspira a mantener cierto grado de influencia en Siria y Jordania teme ser atacada por Siria.

Esto ha llevado a declaraciones que le complican los planes a Obama. Jordania aclaró recientemente que su territorio no servirá de base para una intervención militar de EU en Siria (cabe recordar que Damasco aclaró que atacaría Jordania, Turquía e Israel si participan en el ataque en su contra).

Y Egipto, aunque condenó el ataque con armas químicas por parte del régimen contra civiles el 21 de agosto en los suburbios de Damasco, aclaró que la solución a buscar debe ser política y no militar.

El país que más abierta y firmemente ha condenado a Al-Assad en el mundo árabe es Arabia Saudita, que analiza la situación por la mirilla del choque entre los dos mundos que componen el Islam: el sunita y el chiita, lo que va ligado al poderío de Irán que los árabes temen y rechazan.

Teherán es desde hace años un constante aliado de Al-Assad en Siria y la guerra que se libra en el país desde hace dos años y medio, ha sido el escenario en el que dicha alianza se tradujo en forma muy práctica y contundente, no sólo mediante un constante abastecimiento armamentista sino también con la participación activa de las Guardias Revolucionarias iraníes y Hezbolá, en los combates dentro de Siria.

La cautela mostrada por varios gobiernos árabes, que aumenta a medida que parece acercarse un ataque norteamericano, contrasta con las posiciones de los pueblos en el mundo sunita, en contra del régimen sirio.

Sunitas, una postura común

En el mencionado análisis, Gozansky recuerda que ya antes del ataque químico del 21 de agosto, aplastantes mayorías de las poblaciones sunitas condenaban a Damasco: el 90% de los libaneses sunitas, el 90% de los jordanos y el 81% de los egipcios, expresaban posiciones negativas sobre el régimen egipcio.

Gran parte de la explicación acerca de la diferencia entre estas posturas y las adoptadas oficialmente por los gobiernos radica en las dudas de estos últimos respecto a la determinación norteamericana contra Al-Assad. El mundo árabe capta que inclusive si se concreta un ataque, el resultado bien podría ser que el régimen se mantenga en el poder. El propio presidente Obama ha aclarado que su intención no es derribarlo, y que por lo tanto, quede fortalecido al sobrevivir un operativo militar de Estados Unidos. Ante esta eventualidad, prefieren actuar con cuidado.

Probablemente esta sea la más clara señal de la desconfianza que la región está mostrando ante la política de Washington, en la que algunos de sus aliados conocidos y otros menos explícitos, ya no confían tanto. No pocos preferirían que EU haga el trabajo sucio de terminar con Al- Assad, pero como no creen que Obama llegue a ese punto, optan por maniobrar como en la cuerda floja.

Por lo pronto, todos tienen un respiro con el respaldo de Obama a la vía diplomática abierta por la propuesta rusa de que el régimen entregue sus armas químicas.



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