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José Vales. Desde el cono sur

José Vales| El Universal
06:02Buenos Aires | Lunes 30 de diciembre de 2013
Ascensor para el cadalso

El título parece el apropiado, aunque esta historia no tenga mucho que ver con aquella recordada película de Louis Malle y que la presidenta, Cristina Kirchner no tenga mucho que ver con la siempre enigmática Jeanne Moreau. El ascensor que transporta a la Argentina parece tener el mismo destino que aquella historia escrita por Noel Kalef. El inevitable cadalso.

Bastaron dos semanas de un calor agobiante y el consecuente corte de energía eléctrica en la capital argentina para dejar a "La década ganada", como suele calificar la presidenta a sus anos en el poder, más desnuda que una modelo de Spencer Tunick, el fotógrafo que se hizo famoso por los desnudos masivos. El déficit energético no se puede revertir de un día para otro. Se necesitan varios anos de una millonaria inversión, en un país donde los capitales internacionales no llegan. Ya sea por acción deliberada del gobierno por precaución. Se dispararon la inflación y la bronca de los usuarios, los conflictos sociales y hasta la oposición se anima por primera vez en 10 anos a reunirse con vistas a Alianzas, ya sea dentro o fuera del peronismo, y a evaluar un posible escenario sin Cristina Kirchner en el poder, mucho antes del 2015. Al menos eso se habló en las reuniones que el alcalde del Tigre, Sergio Massa y el senador socialista Hermes Binner, lideraron respectivamente para articular frentes de cara a un futuro incierto.

Las reservas se secan y las provincias, ante la imposibilidad de obtener financiamiento y de encontrar en la Administración Central la cantidad de fondos que necesitan para funcionar, ya estudian la implementación de cuasimonedas, bonos o meros papeles que hagan las veces de dinero. Una herramienta que en la Argentina suele ser la bandera de largada para los peores demonios.

La degradación social y política fue la marca registrada de los últimos anos, con casos de corrupción que nunca llegaron a la Justicia. Un gobierno que se jactó en su momento de haber ungido a una Corte Suprema Independiente, ahora quedó entrampado en el reciente fallo, polémico por cierto, que absolvió al ex presidente, Fernando De la Rúa, en el caso de los sobornos del Senado. Una especie de rapapolvo político para aquellos fiscales como el caso de Federico Delgado, dispuesto a llevar sus investigaciones hasta las últimas consecuencias, aun cuando el caso había demorado 13 anos.

El mismo gobierno que hizo de la defensa de los derechos humanos su principal bandera política, no sólo promocionó como jefe del Ejército, a un violador de los mismos, sino que lo ascendió a general, a César Milani, acusado de secuestro y desaparición de personas durante la última dictadura militar.

Todo con la presidenta de vacaciones en El Calafate (y el jefe de Gobierno porteño en la exclusiva Villa La Angostura, también en la Patagonia) y sin decir palabras sobre ninguno de los temas que van moviendo el ascensor hacia su destino: una crisis de final de ciclo. Una crisis tan inevitable como dudar de si la Presidenta participará en el trazo fino de un ajuste fiscal que la realidad impone aún cuando la encerrona en la que se encuentra el país no lo haga recomendable o si sigue en Estado vacacional por mucho tiempo más.

La última década se caracterizó por el boom de la soja y el ingreso al país de cientos de miles de millones de dólares. No obstante, el gobierno no atinó a mejorar la infraestructura, no ya eléctrica, ni siquiera vial. El atraso en materia eléctrica fata de fines de los anos 60, lo que esculpa a un gobierno e incrimina a una sociedad que atraviesa la historia como en el tango de Cátulo Castillo, desorientada "y sin saber que trole hay que tomar para seguir..." Por eso un día se embarca con Carlos Menem, otro día cree que Eduardo Duhalde, aquel que le contó al mundo que "Argentina estaba condenada al éxito", sin explicar al éxito de quién, y otro día que los gestores
de "La década ganada", Néstor y Cristina Kirchner, quienes nunca aclararon para quien era semejante triunfo sino para ellos y unos pocos más.

El nivel de pobres y la crisis de la educación así lo demuestran. Aquí no ganó nadie, como en Brasil, por más que la presidenta Dilma Rousseff, afirme que el país está a punto de superar la miseria, pocos se lo creen. Lo ven como un chiste por el día de los Inocentes más que como una declaración política.

Pero en lo que Argentina respecta, todo parece indicar que para ella las puertas del cadalso están abiertas de par en par. No sólo por la ola de calor que lo complica todo, sino porque todas las señales conómicas y políticas así lo indican en un fin de ano como pocos desde aquel fatídico 2001. La muestra más palpable de la pasión argentina por repetir su propia historia. Una suerte de apego a las "remakes" de mala calidad.

prv



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