La \sociedad civil, de la teoría a la realidad

Director del Centro de Estudios de Política Comparada, A.C., y de la revista Metapolítica. Es doctor en Ciencia Política por la Universidad ...
Más de César Cansino10 de octubre de 1999
ACABA de aparecer con este título un libro extraordinario coordinado por el joven sociólogo Alberto J. Olvera, bajo el sello editorial de El Colegio de México. Publico a continuación mis reflexiones sobre esta obra colectiva, misma que presenté recientemente a instancias de su autor, por considerar que su lectura es ampliamente recomendable para adentrarse en uno de los temas más importantes de fin de siglo. Además, en ella colaboran algunos de los especialistas más reconocidos en la materia a nivel internacional, incluido el coordinador . Destacan sobre todo los trabajos de Andrew Arato, Jean Cohen, Leonardo Avritzer y Guillermo de la Peña. Obviamente, más que una reflexión puntual de cada ensayo, comentaré los objetivos y propuestas de la obra en su conjunto.
Para empezar , quisiera defender una idea que presumo comparten en lo general los autores que colaboran en este libro: los debates europeos sobre democracia liberal y democracia participativa, sobre democracia formal y democracia sustancial, no son del todo pertinentes para los países de América Latina, pues el verdadero problema aquí consiste en inventar la democracia. Para nosotros la democracia no es sólo un sistema de gobierno sino que es una forma de vida social, es una forma de sociedad.
Es precisamente en esta distinción donde podemos hacer un ajuste de cuentas necesario para América Latina. Mientras que en Europa, la democracia fue un elemento vertebrador de las sociedades fragmentadas, un producto y un instrumento de la modernidad, del proyecto moderno ilustrado en clave absolutista, en América Latina la modernidad no tiene nada de absoluto; aquí no hay nada más que conflicto. En ese sentido, nuestros países tienen que comenzar por reconocer que el conflicto es la base y el fin de la política. Los debates europeos sobre unos mínimos o unos comunes denominadores son imposibles en América Latina. Aquí la integración política sólo puede darse a través del conflicto y nunca del consenso.
En consecuencia, la primera definición del proyecto moderno en clave latinoamericana es definir un nuevo ethos democrático: la democracia es mantener el espacio público abierto, es la decisión de desarrollar y estar abierto al conflicto. Ahora bien, la condición de posibilidad de la democracia no es otra que la secularización de lo político. Secularización no solamente de carácter religioso, sino de cualquier tipo de absoluto, sea de carácter tecnológico, mítico o social; es decir, la radical separación de poder y sociedad.
Lo que se pone en juego con esta radical secularización del espacio público, que es la experiencia matriz de la modernidad, es la democracia, es decir, la construcción de un espacio de debate abierto en todos los sentidos. La sociedad civil que de aquí surge es distinta de la sociedad civil del neoliberalismo. La sociedad civil de la democracia es aquella que se ve a través de lo político, que se puede mirar a través del espacio público, la sociedad civil del neo liberalismo es una sociedad de átomos que únicamente se desarrollan en el espacio de lo privado. En el espacio privado sólo se pueden satisfacer necesidades privadas, pero la construcción de bienes públicos, como la libertad, sólo se juega en el espacio público.
La separación de poder y sociedad, como condición de la democracia, se traduce en dos elementos: que la sociedad ya no depende de ningún tipo de absoluto y el poder queda como un espacio vacío que la sociedad civil ocupa de vez en cuando a partir de la esfera pública. Se trata, obviamente, de una ocupación simbólica, desde el imaginario colectivo, pues cuando la ocupación es material se convierte en una sociedad totalitaria. Ejemplos en América Latina de que el poder es cada vez más un espacio vacío los tenemos todos los días. Nuestros gobiernos no son capaces de articular a sus sociedades, sus proyectos y acciones no alcanzan para legitimar a las instituciones ya las autoridades, los partidos están en crisis y ya no representan a la sociedad, etcétera. Por el contrario, las iniciativas ciudadanas son cada vez más notorias. El Estado tiende a ser rebasado permanentemente, etcétera.
Ningún país escapa hoya la crisis de representación. Las sociedades diversificadas no se pueden unificar en el sufragio. Hoy parece cada vez más ridículo esa labor de la agencias políticas norteamericanas de contar votos y cabezas, toda vez que el espíritu público sólo se refleja en las elecciones de manera coyuntural. En ese sentido, el verdadero desafío democrático pasa por inventar la democracia: concebir al poder político como un lugar simbólicamente vacío y que ha de ser ocupado también de manera simbólica por la sociedad civil.
A partir de estas premisas, considero que el libro que comentamos es pertinente por las siguientes razones: 1. Considera que la cuestión política está contenida en la cuestión social; es decir, le concede una importancia central a la esfera pública como ámbito de socialización y gestión de bienes en común.
2. Busca la especificidad de la sociedad civil en América Latina respecto de sociedades más integradas y homogéneas culturalmente como las europeas.
3. Muestra cómo el creciente interés por la sociedad civil en los círculos académicos es en sí mismo una constatación de la importancia que en los hechos ha alcanzado la moderna cuestión social en las democracias modernas.
4. Encuentra los rasgos de novedad de la sociedad civil en la actualidad y que nos permiten hablar de una moderna cuestión social diversa a la cuestión social de décadas pasadas. Entre otros rasgos de novedad, destacan los siguientes: el ser expresión de una lucha antiautoritaria, su condición de malestar por la política institucional, su carácter de identidades colectivas, voluntades en movimiento, que se afirman en oposición al Estado.
En síntesis, esta obra apunta los contornos de una teorización que nos permite entender cómo el concepto de sociedad civil puede formar parte de una teoría más amplia de la democracia. Por ello, sea bienvenida esta obra que sin duda se convertirá en un referente sobre este importante tópico.


