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Jorge Zepeda Patterson

Madonna y el ?subcomandante Marcos?

Jorge Zepeda Patterson. Economista, sociólogo y columnista político. Fundó la revista Día Siete, distribuida por EL UNIVERSAL, entre otros ...

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    28 de enero de 2001

    Madonna y el ?subcomandante Marcos?

    Jorge Zepeda Patterson


    ¿QUÉ tienen en común Madonna, Hugo Sánchez y el ?subcomandante Marcos?? La primera y el segundo gozan de piernas envidiables; Hugo y ?Marcos?, por su parte, comparten la misma opinión: consideran que no se hicieron los cambios que se necesitaban (Hugo referidos al fútbol en el partido contra Bulgaria en el Mundial de 1994, ?Marcos? con respecto a todo lo demás). En lo que sí coinciden los tres es en la capacidad que tienen para provocar a la opinión pública y en su extraordinaria habilidad para convertirse en el centro de la escena bajo cualquier circunstancia.

    El ?subcomandante? ha sido un maestro en el arte de la promoción y del manejo de opinión pública. A lo largo de seis años, prácticamente sin disparar un tiro, convirtió al EZLN en una fuerza beligerante, capaz de movilizar al Ejército mexicano y al sistema político en su conjunto. Desde luego, debe reconocerse el hecho de que existe una base social en el movimiento zapatista de Chiapas y muchas de sus banderas son legítimas. Es decir, no es un fenómeno artificial o de mera utilería. Pero, sin duda, las tácticas propagandistas de ?Marcos? han sido un factor clave en la difusión y crecimiento de esta organización.

    La anunciada marcha a la ciudad de México, pasando previamente por una decena de estados, es una muestra de su capacidad para fabricar puestas en escena. Los estados elegidos le son propicios: Oaxaca, Puebla, Veracruz, Tlaxcala, Hidalgo, Querétaro, Michoacán, México y Morelos, además del propio Chiapas. Su caravana será una especie de referéndum popular y, podemos estar seguros, habrá una enorme cobertura de medios de comunicación nacionales e internacionales. La figura del ?subcomandante? y sus enmascarados dará la vuelta al mundo una y otra vez durante esos días. Quizá por ello la reacción apasionada y tumultuosa en contra de esta marcha. Los sectores conservadores no han ocultado su repudio. Algunos obispos como Onésimo Cepeda y Genaro Alamilla afirman que el ?subcomandante debería ser detenido cuando salga de Chiapas; la iniciativa privada se muestra indignada por considerar que se trata de una organización ilegal, que le había declarado la guerra al Estado mexicano y que, en esa medida, sus integrantes tendrían que ser tratados como delincuentes.

    Hasta cierto punto son comprensibles y explicables tales opiniones en boca de estos sectores. Pero no lo son las duras recriminaciones de algunos líderes del PAN en contra del EZLN. Ricardo García Cervantes, presidente de la Cámara de Diputados del Congreso, y militante del blanquiazul, ha dicho que él no acudirá a alguna mesa de discusiones a negociar con encapuchados. Felipe Calderón, coordinador de la fracción panista, no ha sido menos blando al sugerir que el gobierno ha asumido una actitud entreguista.

    Esta actitud por parte del PAN resulta políticamente inquietante, por decir lo menos, considerando el hecho de que Fox había dado su anuencia tácita a esta visita. El Presidente deseaba, de una vez por todas, establecer contacto con los líderes del movimiento y negociar algún acuerdo definitivo. Pero las recriminaciones del PAN y de la iniciativa privada lo han hecho recular. Luego del repudio de los sectores tradicionales, Fox se ha sentido obligado a declarar que no hay un cheque en blanco, ni una posición entreguista y que si vienen en actitud beligerante merecerán una respuesta militar.

    Se sabe que el gabinete de Fox está dividido al respecto. Mientras que Santiago Creel, secretario de Gobernación, Jorge Castañeda, secretario de Relaciones Exteriores, y la mayoría de los miembros del gabinete social se muestran favorables a la marcha zapatista, el resto del equipo de Fox se opone.

    En mi opinión es una oposición entendible pero equivocada. Querámoslo o no, coincidamos con ellos o no, el hecho es que el EZLN es un factor que forma parte de la realidad política de manera relevante. En otros sexenios se ha pretendido tapar el sol con un dedo bajo la consigna de que ?Chiapas no es México?. Pero lo cierto es que Chiapas ha gravitado permanente a lo largo de los años y constituye un factor de inestabilidad. Difícilmente podrá institucionalizarse la vida política del país mientras exista una fuerza social marginada o automarginada de las reglas del juego político. Incluso sus detractores tendrían que admitir que la solución del conflicto en Chiapas no será posible sin una negociación con el EZLN. Esto no significa que deba cederse a todas las exigencias zapatistas. Significa, simplemente, que sus demandas y planteamientos deben ser atendidos en el marco del nuevo orden político que se está construyendo. Es importante que el EZLN se convierta en interlocutor de otros actores políticos. El hecho de que haga una marcha en cierta manera favorece su ?regularización?. Después de todo, los integrantes de El Barzón, los maestros disidentes o los universitarios del CGH hacen marchas. Es cierto que sus líderes portan pasamontañas y esconden la cara, pero nadie puede poner en duda su existencia como grupo social, étnico y territorial. Es preferible que los indígenas chiapanecos salgan a la carretera, recorran pueblos y expongan sus mantas y consignas de una manera pacífica, a que continúen atrincherados como un grupo armado, clandestino e ilegal.

    En última instancia a eso se reduce todo: a la capacidad o incapacidad del sistema político para ofrecer un cauce institucional a las diferencias y disidencias de los actores y grupos sociales que habitan el país.

    zepeda@diasiete.com



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