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Guillermo Osorno

Rejuvenece por una noche

GUILLERMO OSORNO estudió periodismo en la Universidad de Columbia. Fue reportero de investigaciones especiales en el periódico Reforma y edit ...

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    02 de agosto de 2011

    Carlos Bonilla, que tiene poco más de 50 años y se mantiene en buena forma, tiene la manera de rejuvenecerte por una noche. Puede, por ejemplo, hacerte sentir como si tuvieras 18. No son cremas, inyecciones o yoga. Es música disco.

    Obviamente tienes que tener más o menos la edad de Carlos Bonilla y haber hecho la inmensa cola en el cine Chapultepec, en el cine Roble o el Latino, que estaban en Reforma, para ver el estreno de “Fiebre de Sábado en la Noche”, por allá de 1978.

    Tendrías, que saber quién es Chela Braniff o Fito Girón, los anfitriones de Fiebre del Dos, programa de concursos de la televisión de baile disco, o que los nombres Baxter, Bogard, y Charlie te digan algo, así como, Skyros, El Quetzal y Andy Bridges.

    Carlos Bonilla era Charlie. A finales de los 70, la fiebre disco tomó por asalto la ciudad.

    Era tan fuerte, que muchos comentaristas comenzaron a escribir con preocupación sobre esta perniciosa influencia en los jóvenes. Como otras influencias gringas, la percibían como un factor de afeminamiento. Era tan popular el fenómeno que la revista Contenido tituló uno de sus números con el encabezado “La naquiza se travoltiza.”

    Muchos querían entrar a las discotecas, pero como eran lugares elitistas por definición, sólo unos pocos lo lograban. Entonces, comenzaron a popularizarse en la ciudad las fiestas de sonidos: eran baratas y su público principal eran los estudiantes de preparatoria menores de 18 años.

    Sonido Charlie nació en la mitad de esta fogata, con una fiesta en la colonia Roma. Luego hicieron fiestas en Narvarte, y más tarde conquistaron el codiciado territorio de El Pedregal.

    Para tener un sonido había que tener los aparatos, las luces y cierto talento empresarial para contratar una casa vacía y repartir volantes en las preparatorias vecinas. A nadie se le ocurría pedir permiso en la delegación. “Eran unas fiestas maravillosas, gente bonita, chicas guapísimas, por eso decíamos que en el sur la vida es más sabrosa”, dijo el otro día Carlos Bonilla en las oficinas de su casa productora, que están en el sur. “Buscábamos lo más exclusivo, la colonia más bonita, todo nice, desde tu ropita, bien vestido, las niñas oliendo a Charlie, que estaba de moda, y para los hombres estaba Halston”.

    Sonido Charlie, como la mayoría de estas empresas, apenas duró un par de años. Llegaron los 80. Carlos estaba terminando la prepa y se metió a trabajar en el Canal 13 (hoy TV azteca). Su última fiesta fue el 24 de mayo. Presentaron un grupo en vivo: Love Machine. Pero para esa generación, la música disco se convirtió en el sound track de la vida.

    A mediados de los 90, muchos de los miembros de esa movida comenzaron a reunirse en fiestas privadas. Mantenían viva la flama disco. Luego, hubo un concierto en el Auditorio Nacional de Barry Manilow, y Carlos pensó que era una buena oportunidad para revivir las fiestas: iban a encontrar un público interesado al que sólo había que darle un volante, como en los viejos tiempos. Hubo una fiesta más, pero no tuvo mucho éxito.

    Fue hasta bien entrado el 2000 que la gente comenzó a conectarse en Facebook y que Carlos encontró una nueva manera de hacer su mercadeo.

    Organizó de nuevo una fiesta. Esta vez tuvo un éxito considerable. La gente estaba ávida de recordar los buenos tiempos. Hace un par de semanas, hubo otras de esas fiestas en un salón de la colonia Narvarte. Señoras y señores cincuentones llegaron a “sacudir la polilla”, como decía el emblemático locutor disco, Mario Vargas.

    Tocó dj Groovejet, que araña los 50 años.

    Hizo bailar a todo el mundo hasta las altas horas de la madrugada. “Es un poema verlos”, dijo Carlos. “Hay señoras que me dicen: ‘Ve que hermoso, estamos vivas y esto es de nosotros’. Y yo les digo: ‘Señoras, esto es lo que debemos de conservar porque esta música es la que nos llevaremos hasta el final de nuestros días.”



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