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Andrés Lajous

Las caras de los legisladores

Andrés Lajous es maestro en planeación urbana por el Massachusetts Institute of Technology y activista político. Actualmente es colaborado ...

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    29 de julio de 2011

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    Ayer en el Castillo de Chapultepec, una vez más, se oyeron las voces de víctimas de la guerra contra el narcotráfico emprendida por el Gobierno Federal. En aquel patio del castillo sucedía algo raro. De un lado había una reunión entre los representantes del Poder Legislativo y un movimiento de víctimas, y del otro lado corrían niños alrededor de las fuentes, visitaban el museo, y se asomaban al balcón para ver la ciudad que se esconde detrás de las copas de los árboles. Los familiares de víctimas contaban sus historias. Una tragedia y después otra. Un asesinato sin sentido, una criminalización injusta por parte de las autoridades, negligencia, maltrato y después olvido.

    No es fácil imaginar qué estaban pensando los legisladores mientras aguantaban palabra por palabra el discurso que había preparado Javier Sicilia. Buena parte de ellos, si no es que todos, saben cuál es la opinión de la mayoría de quienes tenían enfrente sobre su trabajo. Saben que los demás saben lo que no quieren reconocer: que a cambio de intereses muy particulares, y de muy corto plazo han dejado de tomar decisiones que podrían cambiar de manera importante las condiciones con las cuales las víctimas de la guerra enfrentan su dolor, y las condiciones que hacen que el número de muertos a causa de la guerra siga creciendo.

    La tensión entre las exigencias y demandas hechas en público y las relaciones entre los legisladores de distintos grupos políticos fueron saliendo poco a poco. Ese es el problema de hablar en público: quien habla al menos se compromete con las palabras que salen de su boca. El mejor ejemplo de esta tensión fue cuando después de una primera ronda de intercambio, Carlos Navarrete, Senador del PRD enlistó las iniciativas de ley que diversos legisladores del PRI, el partido mayoritario, se comprometieron a apoyar. En paralelo se veía al líder del PRI en la Cámara de Diputados, Francisco Rojas, tratando de mantenerse inmóvil mientras comentaba en voz baja pareciendo decir que él no estaba comprometido a la lista que leía Navarrete.

    Con el paso del tiempo las caras de las y los legisladores iban cambiando. La mayoría empezaron con el ceño fruncido. Algunas sonrisas sólo salían como parte de un protocolo mínimo de amabilidad. Después cambiaron hacia la seriedad. En un momento, mientras Yuriana Armendáriz describía la reacción de las autoridades frente a una masacre en Creel, Chihuahua, en la que murieron su hermano y otras 17 personas, se veía que a algunos se les salía un lágrima. Cuando la discusión se volvió más “legislativa” se notaban relajados. Más cerca de su ambiente cotidiano, en el que tienen que pensar cómo responder a las críticas del partido de enfrente, como parte del espectáculo en los medios de comunicación. En ese ambiente relajado no faltó el diputado que contribuye a la labor legislativa distrayendo a los demás de cualquier discusión, haciendo chistes en voz baja, moviendo las manos para llamar la atención y después fingir que nunca las movió. Ese diputado que sirve a quienes quieren demostrar que no tiene sentido argumentar, defender propuestas de manera explícita, y comprometerse.

    Ayer en el Castillo, se hicieron compromisos públicos que sería vergonzoso que no se cumplieran. Nos tendremos que acordar de las caras de los legisladores. A los padres de la guardería ABC se les respondió que sí se aprobaría la famosa Ley Cinco de Junio. A los familiares de víctimas se le respondió que sí se aprobaría una Ley de Víctimas y que se formaría una Comisión de la Verdad que nombrara a cada uno de los muertos y que al menos se describieran las razones y contexto de sus muertes. A los especialistas en materia de seguridad se les respondió que sí se aprobaría la creación de la figura de auditoría para las policías. A las distintas voces que promueven la reforma política se les respondió que sí habría reforma política.

    Los dos temas sobre los cuales o no hubo compromiso alguno, o tan sólo fue parcial, fueron a la democratización de los medios de comunicación, y el rechazo a la Ley de Seguridad Nacional. El primer tema, tras dos llamada de atención, fue evadido. En el segundo se habló de derechos humanos pero no de un cambio de enfoque de la militarización hacia la seguridad de las y los ciudadanos.

    Afuera los niños seguían corriendo.

    Los turistas paseaban. No podrían dejar de aprovechar su verano.



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