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Ricardo Raphael

Josefina, la desquerida

Maestro en Ciencias Políticas por el Instituto de Estudios Políticos de París, Francia. Maestría en Administración Pública por la Escuela ...

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    25 de julio de 2011

    ¿Por qué Felipe Calderón no quiere ver a Josefina Vázquez Mota como candidata presidencial de su partido? Hasta hoy la respuesta a esta curiosidad no se ha hecho explícita. Se sabe que el jefe del Estado mexicano tiene puestas sus expectativas sobre Ernesto Cordero, el secretario de Hacienda. Pero no queda claro cuál es el problema, encono o diferendo que sostiene con la actual coordinadora de la bancada del PAN en la Cámara de Diputados.

    Si ella no estuviese a la cabeza en las preferencias de los votantes panistas, tal interrogante sería ociosa. Pero, según los sondeos recientes, Vázquez Mota se ha colocado como la más destacada. La circunstancia se parece mucho a la que se vivió en el Chile de Ricardo Lagos durante el año de 2005. Michelle Bachelet, entonces secretaria de la Defensa de su país, por mérito propio comenzó a ganarse la voluntad de los votantes. Frente a tal realidad el presidente de la Concertación se dispuso a apoyarla sin condiciones ni necedades.

    En contraste, Felipe Calderón ha tomado una ruta inversa. En lugar de pasar a la historia como el hombre que impulsó la candidatura de la primera mujer con posibilidades reales para llegar a Los Pinos, el panista máximo anda muy ocupado obligando a sus mejores amigos para que declinen a favor de Ernesto Cordero, cuya simpatía entre los compatriotas (sobre todo los que ganan 6 mil pesos o menos) nada más no despega.

    ¿Por qué tanta terquedad? Explorando los motivos del Presidente emergen algunos que ya antes se han hecho obvios y otros que todavía permanecen en el terreno de la especulación. La primera de las razones tiene que ver con que, a diferencia del secretario de Hacienda, Josefina Vázquez Mota no pertenece al grupo más cercano del Presidente; al grupo Pino, que tan celosa y también tan excluyentemente ha acompañado a Felipe Calderón durante su mandato.

    Vázquez Mota y Juan Camilo Mouriño (fundador original de esa cofradía) nunca se entendieron. Peor aún, durante los meses de la campaña presidencial del 2006 en ese grupo se despreció y luego ninguneó a la ahora precandidata. Por operación de Mouriño, ella no fue secretaria de Gobernación y también por obra suya su mandato al frente de la Secretaría de Educación sufrió más de un descalabro.

    De llevarse la candidatura del partido azul, y eventualmente luego la primera magistratura, la gran mayoría de los muchachos (y muchachas) del Presidente tendrían que irse a buscar chamba al sector privado. Difícilmente Vázquez Mota les regalaría amistad, nómina o impunidad en cantidad tan amable como sí lo haría Cordero.

    Otra gran diferencia entre la diputada y el actual presidente radica en que la primera no comparte naturaleza belicista. Ella no se ha manifestado jamás como predicadora de la guerra contra el crimen organizado. No es su perfil ni tampoco su pasión. A propósito de la crisis de inseguridad es probable que piense en clave de su antiguo puesto como secretaria de Desarrollo Social, más que como entusiasta admiradora de las tareas de Genaro García Luna.

    Otra razón más que la separa de los afectos de Felipe Calderón tiene nombre de mujer. Josefina Vázquez Mota no es amiga de Elba Esther Gordillo Morales. En cada ocasión ambas ratifican su respectivo menosprecio. Si la diputada se hiciera candidata, la maestra quedaría liberada para romper un contrato con el PAN que sorprendentemente ha durado más de una década. Quebrado ese vínculo, el Revolucionario Institucional —y probablemente una parte del PRD— se llevarían el aparato electorero del Panal y sus aliados para hacer campaña. Esta es una de las peores pesadillas que se sueñan en Los Pinos. ¡Tanto esfuerzo que le ha costado al Presidente mantenerse cerquita de Gordillo Morales!

    Por estas coordenadas, y acaso por otras más que hoy se escapan, Josefina Vázquez Mota sería una precandidata esencialmente distinta, en personalidad política y convicciones, a Felipe Calderón Hinojosa. Aun si corriera por las siglas del mismo partido, no sería la abanderada de la continuidad. Ella no garantiza la perpetuación del reducido grupo gobernante, como tampoco el actual mandatario aseguró la permanencia del foxismo.

    Con todo, si la diputada sigue creciendo en las encuestas, bien hará el Presidente de la República Mexicana en mirar más de cerca lo que en su día hizo Ricardo Lagos, cuando su amigo Miguel Insulza nada más no supo volar y fue rebasado en las preferencias por la señora Michelle Bachelet. Hoy el aura modernizadora de aquel jefe del Estado chileno en algo se debe a que apoyó la candidatura de esa otra mujer excepcional.

    Twitter: @ricardomraphael

    Analista político



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