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José Sulaimán

Recuerdo del México de antes y de “Mantequilla” Nápoles



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    10 de julio de 2011

    Me tocó viajar al lado de un viejo aficionado al boxeo, quien sabe de este deporte más que muchos que nos las damos de conocedores, y nos fuimos por el camino nostálgico de los recuerdos y de aquellas noches inolvidables que han quedado ya en la historia; Casanova venciendo a Zurita, quien vencía a Joe Conde, y éste doblegó siempre a Casanova “porque le hablaba en inglés” en el ring; las peleas del Ratón Macías siempre llenando arenas y quien construyó la Arena México tras llenar el Toreo ante Fili Nava por la magistral campaña de don Arturo Cuyo Hernández atacando al Ratón porque en su primera pelea le pisaba los pies a Nava; cuando Kid Rapidez bajó al último del avión con Ultiminio Ramos al llegar a Nigeria con una cruz grande y una bufanda roja, porque con ello ahuyentaría a los brujos; las victorias de José Medel sobre el ídolo Toluco López, quien lo era especialmente de los borrachitos y bueno, pienso que el vuelo fue el más rápido de mi vida, porque vi el despegue y en menos que canta un gallo, el aterrizaje.

    Platicamos mucho de José Mantequilla Nápoles, a quien describió como su máximo ídolo del boxeo y para mí un inmortal ubicado ya en la historia como uno de los pesos welter más grandes; un boxeador que vino de Cuba a residir a México y aquí pudo encumbrarse a la gloria con ese estilo de guantes bajos, eludiendo golpes con un ligero movimiento milimétrico de su cuello, y con dos puños que eran zarpazos que destrozaban con poder a sus rivales.

    Por cierto, Nápoles era mucho más poderoso como peso ligero y duró cinco años como retador número uno, pero sin recibir jamás la oportunidad de enfrentar al gran campeón puertorriqueño Carlos Ortiz, quien siempre lo eludió.

    Por ello el gran promotor George Parnassus llevó un video de una pésima pelea de Nápoles ante L.C. Morgan, para que el entonces campeón, Curtis Cokes, lo viera y al final, Parnassus le preguntó: “¿es a este boxeador a quien le tienes miedo?”. Tras oír la suma ofrecida por el griego promotor, padrino de todos los mexicanos, y después de ver el video, Cutis Cokes firmó para perder el título en El Forum de Los Ángeles en una gran demostración de Mantequilla, quien lo venció nuevamente en la revancha.

    Nápoles tuvo una carrera extraordinaria ganando tanto dinero, del de aquellos tiempos que ahora valdría millones, pero los tiró principalmente en el juego. Un día supe que perdió 30 mil dólares en el hipódromo, lo que yo le reclamé fuertemente, a lo que me contestó: “yo fui bolerito en Cuba, ahora soy campeón, soy un rey, y viviré como rey aunque al final vuelva a bolerito”. Me entristece el final de su vida, pero le tengo gran afecto y soy su compadre, al bautizarle una hija.

    Hace ya muchos años, antes de ser presidente del CMB, fui a París, con mi cuñado Antonio Esper, representando al organismo para atestiguar esa divulgadísima pelea contra el gran campeón medio argentino Carlos Monzón. Nos hospedamos en el hotel Intercontinental de París, donde estaba también Nápoles. Una noche salíamos mi cuñado y yo a celebrar en el famoso cabaret Lido mis 15 años de casado, aunque mi mujer estaba en México; Nápoles estaba en el lobby y al conocer mis planes se levantó y se nos “pegó”, porque él estaba viviendo el horario de México, despierto de noche y dormido de día.

    Aún con mis negativas, nos acompañó; yo me preguntaba cómo siendo representante del CMB podría estar en un cabaret con uno de los contendientes, pero “así es el abarrote”. Vino el gerente del Lido a pedirnos que posáramos con toda la compañía detrás del bastidor, a lo que me negué rotundamente, pero el Mantequilla no. La foto fue con toda la compañía y Nápoles cargando una tiple en cada brazo. Al día siguiente vimos en la portada del más famoso periódico de deportes del mundo L’ Equipe: “Monzón entrena; Nápoles Lido’s”. No le importó, mientras yo temía que se supiera mi compañía.

    El artista rompecorazones francés, Alain Delon, era el copromotor de la función con Parnassus y le ofreció los 75 mil dólares que serían sus impuestos para que Nápoles se pusiera el nombre de su revista LUI, que en español es “él”. Parnassus me pidió lo convenciera porque Nápoles no permitiría que nadie le tocara su pantaloncillo de boxeo, porque se lo embrujarían. Lo convencí, pero me condicionó a que su comadre, que llegaría de Los Ángeles, le zurciera las letras.

    Fuimos a la pelea, lleno a reventar, con empujones por doquier. Al sentarnos a Parnassus ya le faltaba la cartera con 5 mil dólares y a mí mis mancuernillas recién compradas, de un árabe con turbante de oro y piedras preciosas, y para acabarla de remediar, Nápoles subió y al quitarse la bata y dejar libre su cuerpo escultórico, mostró sus pantaloncillos con el nombre de la revista de Delon: LIU. La comadre se equivocó, cambió las letras; se batalló por esos 75 mil dólares.

    Mi hijo Mauricio, de niño, cuando tenía cinco años, quería ser boxeador y entrenaba, hacía sombra y se pegaba en la nariz para hacerlo más real. Me lo llevé a Acapulco, donde pelearían Mantequilla contra Armando Muñiz, pelea que fue muy sangrienta; al final fuimos a visitarlo al vestidor y Mantequilla estaba acostado sobre las camas de gimnasio con dos cortes tremendos en las cejas debido a los cabezazos recibidos, con la sangre escurriendo por el rostro y esperando al doctor para su curación. Cuando salimos mi hijo me dijo: “papá, ya no quiero ser boxeador”.

    Podría contar tantas historias más de Nápoles y tantos otros del ring, que se llevarían muchas páginas o libros para describirlas, pero sí puedo decir que mi paso de ya muchos años por la vida del boxeo, ha sido un viaje por un mundo precioso, del que no cambiaría ni un solo minuto, porque han sido tan impresionantes los momentos dramáticos como los de gloria, las tristezas como las alegrías. Ha habido también lágrimas, pero muchos momentos gratos, y mi cuerpo y mente seguirán siempre así hasta el fin de mis tiempos.

    Para terminar, deseo rendir respeto y mi más alta estima a don Carlos Slim por haber incluido a Nápoles en la lista de 22 campeones a los cuales brinda una pensión vitalicia y cuidado médico. Ante el grandioso Mantequilla Nápoles no tengo otra cosa que ponerme de pie y rendirle una gran ovación.

    Muchas gracias y hasta el próximo domingo.

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