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Andrés Lajous

La exclusión del mapa

Andrés Lajous es maestro en planeación urbana por el Massachusetts Institute of Technology y activista político. Actualmente es colaborado ...

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    01 de julio de 2011

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    Tengo en mis manos el “Folleto de Nomenclatura de las calles, plazas, parques y jardines de la ciudad de México” (hoy, las cuatro delegaciones centrales) editado por el Departamento del DF en 1933, el cual permite comparar los cambios de nombres de las calles de la ciudad entre 1869, 1928 y el año de publicación.

    El librito es una sorpresa. Me hace pensar en las calles, sus nombres, y el Estado. Lo primero que llama la atención es el crecimiento de la ciudad entre 1869 y 1933 a partir de sus calles. Entre esos años se registran más de dos mil calles nuevas.

    Sin embargo, este número subestima el total en el crecimiento de las calles porque —y esto nos lleva al segundo punto— en el siglo XIX se nombraban las cuadras, no las calles. Es decir en 1869 se registraban casi 600 cuadras, pero en 1933 casi tres mil calles. Doy un ejemplo: la calle que hoy conocemos como República de Guatemala antes tenía un nombre distinto por cuadra.

    La 1ra era Escalerillas, la 2da Santa Teresa la Antigua, la 3ra Hospital de San Nicolás, la 4ta Plaza Santísima, la 5ta Maravillas, y la 6ta Indalecio.

     

    Un tercer patrón, que se nota a simple viste, es un cambio hacia la generalización del uso de nombres personales. Por ejemplo en 1933 se registran calles con nombres como Jaime Nunó, José Ma. Pino Suárez, Luis Moya, Leona Vicario, y Juárez, los cuales vinieron a sustituir una amplia variedad de nombres como: Luna, Flamencos, Bajos de Porta Coeli, Estampa de Jesús, Nuevo Rastro, Calvario, Hospicio de los Pobres, Corpus Christi, Patoni, Armado, Espalda de Santa Teresa, Mugiro, Huacalco, Ancha, Pajaritos, Cuevas, Ciegos, Inditas, Corchero, Pradito, Garrote, Buena Muerte, Garrapata, Nahuatlato, Sapo, Santa Clara, Consuelo, Manchincuepa, Espantos, etcétera.

    En esta generalización y estandarización de cuadra a cuadra se nota la intención, entre finales del siglo XIX y principios del XX, de construir referentes comunes de identidad nacional a partir de personajes históricos. No es lo mismo -habrán pensado quienes cambiaron los nombres- que la autoridad, esa autoridad, nombre una calle que refleja una pertenencia local, profesión o autoridad religiosa, que nombrar una calle que refleja lealtad política a ideas amplias de pertenencia. Es decir, para el Estado (laico en esta caso), no era lo mismo que sus habitantes vivieran en la calle Amor de Dios o Mecateros que en Emiliano Zapata.

     

    De las dos observaciones anteriores, pienso en una cuarta observación que creo puede resultar más interesante. Los nombres de las calles son importantes, porque hacen a la ciudad navegable.

    Los nombres no sólo construyen al Estado en abstracto, sino de forma práctica. Una ciudad sin calles con nombres estandarizados, es una ciudad en la que sus habitantes sólo se hallan donde la viven; pero quienes no sólo se mueven en su zona cotidiana, o se pierden o necesitan de un guía.

    Una ciudad o barrio sin nombres en las calles, es una fortaleza frente a quienes la ven a vuelo de pájaro: el Estado y los de “afuera”.

    Por ejemplo, la ciudad de San José, Costa Rica es famosa por no tener nombres en las calles.

    Encuentro una nota de periódico reciente que dice: “Las calles en todo San José tendrán su titulación con número de calle y avenida... como explicó Marco Vinicio Corrales encargado de proyectos en la municipalidad capitalina ´Este es un proyecto que viene a beneficiar a todos, es indispensable para los bomberos, la policía, las ambulancias, para nosotros mismos en la municipalidad y claro para los turistas que nos visitan a diario y no se logran ubicar por la falta de nomenclatura´” (La Prensa Libre 19/07/10).

    En México probablemente tenemos muchos ejemplos de ciudades o zonas donde las personas viven en “Domicilio Conocido” o en lugares como “Callejón 1, Andador 4, Lote 3”.

    Muestra de ello es que el IFE reporta que en Baja California Sur 5.9% de los domicilios de una muestra de la lista nominal no se pudieron encontrar, en Oaxaca fueron 3%, en Quintana Roo 2.6%, en el DF .55% y en el Edomex .62%.

    No lo puedo decir de cierto —y los Ticos me podrán corregir— pero temo que allí donde uno no aparece en el mapa coincide con el lugar donde tampoco aparece el Estado.



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