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Emilio Álvarez Icaza

Balance de la caravana

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    18 de junio de 2011

    Después de más de cinco mil kilómetros, más 15 ciudades visitadas en México y una en Estados Unidos terminó la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad. Adicionalmente se organizaron eventos paralelos en más de 30 ciudades en México y en más de 25 ciudades en América y Europa. Estos eventos sin precedente dejan grandes aprendizajes.

    1) El tamaño de la tragedia. La Caravana del Consuelo puso en evidencia que el tamaño de la tragedia de inseguridad e impunidad en México es mucho mayor de lo que se creía. El paso de la caravana sirvió para visibilizar parte de la dimensión del sufrimiento que viven muchas personas en nuestro país. Es monumental el abandono del Estado a las víctimas, sobre todo de los gobiernos estatales responsables de investigar y sancionar los delitos del fuero común. El abandono en que se encuentran las víctimas en materia de reparación del daño, acompañamiento y solidaridad hace más grande el dolor y la tragedia. Especialmente grave resultó la agenda de las desapariciones, a lo largo de todo el recorrido se escucharon innumerables testimonios de familiares las víctimas (de civiles o de servidores públicos), tarde o temprano esas historias saldrán a relucir. La justicia a los distintos niveles y poderes tiene una enorme responsabilidad.

    2) La capacidad de la sociedad civil. Un recorrido como el que se hizo puso de manifiesto no sólo la gran generosidad de la gente que alimentó y hospedó por más una semana a 500 personas, sino una gran capacidad organizativa. La caravana demostró que la construcción de la paz y la esperanza mediante acciones no-violentas son un aporte extraordinario y refrescante desde la sociedad civil (en México y fuera de él), para intentar transformar el difícil contexto que vivimos. El ejemplo de la acción de la caravana en Monterrey ayuda a entender estas poderosas formas simbólicas de actuar: una niña cantando y un payaso brincando guiando a la manifestación que llegó a la Procuraduría de Nuevo León a media noche para ver que se atendiera a nueve casos de desaparición que habían sido denunciados (algunos desde hace más de cuatro años) y no han sido resueltos.

    3) Nuevas identidades. El incipiente Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad ofrece otras formas, estilos y lógicas de participar y contribuir a que México cambie. Confrontar a los poderes, a los partidos y a los políticos desde la ética ni es fácil ni necesariamente bienvenido. Son muchos los actores de izquierdas y derechas que se sienten agraviados y amenazados y reaccionan en consecuencia. También no son pocos los quieren marcar el rumbo, imponer la agenda o condicionar su incorporación o apoyo. Se hace necesario tener en claro que la identidad la constituyen las víctimas y que pone su centro en la no-violencia, que los seis puntos presentados el 8 de mayo constituyen la parte fundamental de la agenda y que el emplazamiento a los poderes para que asuman y cumplan su responsabilidad de Estado es indispensable. A los y las ciudadanos no nos toca substituir a las autoridades, pero ellas tiene que asumir a cabalidad sus responsabilidades y actuar para garantizar nuestros derechos y defendernos de una delincuencia criminal cada vez más poderosa y presente. La lógica de las acciones no se ubica en demandas de juicios políticos ni en viejas arengas o consignas, sino en visibilizar a las víctimas, en recuperar su memoria y en recordar a autoridades y sociedad, como se hizo cuando se colocó la placa de Marisela Escobedo frente al Palacio de Gobierno de Chihuahua, que no podemos permitir la impunidad.

    Más allá del dolor, esta caravana generó múltiples esperanzas y aprendizajes, los eventos de Juárez toman su cauce y dimensión. Lo cierto es que, no sólo para quienes viajaron a bordo de los más de 30 vehículos que la conformaron, sino para todos los que vieron, escucharon, siguieron, atendieron y hablaron nada es igual.

    Defensor de derechos humanos



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