Opinion

Cada vez más, México aparece como una réplica en caricatura de decisiones tomadas a escala global; como una canica que rueda por cuenta ajena sin consideración por los verdaderos intereses de la nación y sin capacidad alguna para rectificar políticas lamentables: el reducto duro y periférico de la necedad.

Miembros del Parlamento Europeo, invocando la “cláusula democrática” contenida en el acuerdo suscrito con la UE, formularon severas denuncias contra abusos cometidos por el Ejército. El laborista británico Richard Howin recordó que en su país la institución castrense está sometida al juicio civil; 37 militares han sido condenados por violaciones a derechos humanos, mientras que en México sólo hay un caso.

Dieron cuenta de diferencias sustantivas entre las estrategias seguidas en ese continente respecto de las que aquí se aplican. Allá se privilegian los programas de salud, empleo, cohesión social y combate a la corrupción, en tanto aquí estamos sometidos a tramposos acuerdos de integración que fomentan tanto el comercio de las drogas como la venta de armas.

Destacadas personalidades internacionales declararon que la “guerra contra el narco” es un fracaso y llamaron a “dar un giro al paradigma actual, que incluye la despenalización de las drogas y hasta su regulación legal”. El informe ofrece pruebas empíricas de que dicha estrategia ha tenido “efectos devastadores para individuos y personas en el mundo”; asegura que la producción y el consumo “se han incrementado de manera dramática desde que se efectúa esa guerra”, decretada hace 40 años por el presidente Nixon; añade que los enormes gastos en políticas represivas no han limitado efectivamente la oferta y el consumo: “victorias aparentes en la eliminación de una fuente u organización de traficantes son eliminados en forma instantánea por el surgimiento de otros”.

“No podemos ignorar el grado al que ha llegado la violencia, el crimen y la corrupción en América Latina”, afirma César Gaviria. Esa guerra ha incrementado el uso de los tóxicos al tiempo que ha llenado nuestras cárceles; ha costado millones de dólares a los contribuyentes, nutrido a los narcotraficantes y causado miles de muertes. “Es momento de romper el tabú sobre la discusión de todas las opciones de política de drogas”.

El debate incluye el fin de la marginación y criminalización de los consumidores, la experimentación de modelos de regulación legal, la protección de la seguridad ciudadana, el cuidado de la salud y tratamientos especializados, políticas de derechos humanos y reducción de daños para los involucrados en los escalafones más bajos del mercado. Vueltas completas que suponen el ejercicio pleno de soberanía y solidaridad internacional.

James Petras sostiene que si bien Washington ha sido la fuerza impulsora de la guerra, Wall Street es “el instrumento que ha permitido garantizar los beneficios de los cárteles”. Esta alianza supera cualquier otra actividad del sistema financiero. Un solo banco blanqueó 378 mil millones de dólares en tres años. Durante el segundo semestre del 2008, según el jefe de la Oficina de las Naciones Unidas, el dinero sucio era “el único capital líquido de inversión”.

Estos recursos sirven a su vez para financiar el enorme negocio de la venta de armas, cierran un círculo mortífero y equilibran la balanza de pagos a favor del socio más fuerte. Ello proviene del fraude electoral de 1988, cuando se impidió al pueblo “una salida legal que hubiera revitalizado la agricultura y la industria nacional”. Salinas y los presidentes posteriores “persiguieron un Tratado de Libre Comercio que ha arruinado a millones de agricultores y pequeños empresarios y los ha conducido a la emigración”.

En 2006 los mexicanos “vieron una vez más cómo se les negaba su mejor esperanza de transformación pacífica”. Calderón “robó la elección y lanzó la guerra contra el narcotráfico en cumplimiento de la estrategia de la Casa Blanca”. Esa es la historia y el futuro se decide en el 2012: el cambio o el precipicio.

Diputado federal del PT