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Gabriela Cuevas

¿Por qué las lluvias nos siguen inundando?

Senadora de la República. Presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores. ...

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    30 de mayo de 2011

    Twitter @GabyCuevas

    Por sus condiciones geográficas, la ciudad de México siempre ha estado en riesgo latente de sufrir inundaciones de gran magnitud.

    Los hundimientos que provoca la sobreexplotación de los acuíferos, las toneladas de basura que se arrojan a la vía pública, los asentamientos humanos desordenados, los arbitrarios cambios en los usos de suelo y las invasiones en zonas de reserva ecológica, son fenómenos que han incrementado la necesidad de ampliar la cobertura de servicios, dificultando a su vez el desalojo de las aguas residuales y pluviales de la capital.

    De unos años a la fecha, diversos especialistas han expresado que el sistema de drenaje del valle de México resulta insuficiente para atender las demandas de la población, lo que se ha atestiguado en diversas ocasiones.

    En agosto del año pasado, por ejemplo, se produjeron más de 170 encharcamientos e inundaciones de hasta 80 centímetros de altura en tan solo un día, lo que provocó la suspensión del suministro de energía eléctrica en varias colonias y que cientos de familias vieran sumergidas sus viviendas en aguas negras. Lo mismo sucedió en febrero de 2010, cuando la ciudad fue declarada en emergencia después de dos días de lluvia ininterrumpida.

    Estos eventos no pueden seguir considerándose como lluvias “anormales” o “atípicas”, pues cada vez son más frecuentes y es común ver inundaciones en avenidas importantes como el Viaducto Miguel Alemán, donde el mes pasado el nivel del agua rebasó los dos metros de altura.

    Falta infraestructura

    Desde la construcción del Sistema de Drenaje Profundo en la segunda mitad del siglo pasado, la capacidad de desalojo de aguas de la ciudad ha ido disminuyendo hasta ver limitada su capacidad de funcionamiento.

    Actualmente, se tiene la capacidad de desalojar 195 metros cúbicos por segundo cuando la requerida es de 315 metros cúbicos, razón por la cual los gobiernos federal, del Distrito Federal y del Estado de México han puesto en marcha un programa de drenaje y saneamiento para resolver de fondo esta problemática.

    Estos esfuerzos han hecho posible el entubamiento del Gran Canal, la construcción del túnel Río de la Compañía y del túnel interceptor Río de los Remedios, así como la instalación de varias plantas de bombeo.

    No obstante, hay obras que todavía se encuentran en ejecución como las plantas de tratamiento de aguas residuales de Atotonilco y El Caracol y la planta de bombeo “Caracol”.

    También está pendiente la construcción del túnel Emisor Oriente, obra que tendrá la capacidad para desalojar 150 metros cúbicos por segundo de aguas residuales y pluviales, y así reforzar el sistema de drenaje de la zona metropolitana del valle de México y evitar su colapso.

    Encharcamientos en el DF

    A pesar de las obras que se han concluido y de los trabajos realizados para reparar las fallas estructurales que presenta el sistema, las autoridades han reconocido que la ciudad continúa expuesta al riesgo de inundaciones. De hecho, el gobierno capitalino ha dado a conocer 315 zonas de encharcamientos que aún existen en las 16 delegaciones.

    Mientras no finalice la construcción del túnel Emisor Oriente, todavía dependemos de infraestructura que tiene 35 años o más de haberse inaugurado, motivo por el cual es necesario emprender acciones como: la limpieza y el desazolve de la red secundaria de drenaje; crear conciencia con la gente sobre el daño que ocasiona arrojar basura en las calles (que es una de las causas principales de los encharcamientos en las calles capitalinas); incrementar el porcentaje de reuso y aprovechamiento de agua residual tratada (el valle de México presenta uno de los índices de tratamiento de aguas residuales más bajos del país con 6%); y conservar las zonas agrícolas existentes, ya que permiten una mayor recarga de los acuíferos.

    Finalmente, debería valorarse la creación de un órgano metropolitano que desarrolle estudios, proyectos y obras en materia hidráulica para encontrar alternativas factibles a este problema, concentrando y transparentando los recursos destinados a dicho fin.



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