Opinion

Quise rebasar el esquema naturalístico de Antonio Vivaldi y me lanzaba ya a preparar mi partida hacia una quinta estación, cuando los líderes actuales y vigentes de las fuerzas de izquierda, me pararon, determinando que el ilusorio viaje ferrocarrilero al estilo centro-europeo había terminado. La cuarta estación era el fin de esa etapa periodística y literaria; ahora hay que expresar la bienvenida al arribo de la izquierda a una novedosa estación de acción conjunta, como inicio de lo que sigue más adelante en la reconstrucción de la izquierda y en la transformación del país.

Eso fue la jornada del lunes 16, una estación de un largo viaje que, de inmediato, permita enfrentar con éxito la confrontación con los factores actuales del regreso del dominio priísta sobre el país y, desde luego, con quienes intentan mantener al Estado de México en la oscuridad de la opresión política, todos bajo la misma cobija. Alejandro Encinas, desde el momento de aceptar su candidatura al gobierno de ese estado, consideraba que esa participación podría ser el acercamiento, la relación y un cierto avance en la unificación de las fuerzas de izquierda.

Cada uno de los dirigentes que participó fue enfático en su posición unitaria y en su visión del futuro de esa posición. Cuauhtémoc Cárdenas aseveró: “Aquí tendrá que ser la derrota del gobierno neoliberal y de aquí tendrá que surgir una propuesta y un proyecto democrático y progresista para el Estado de México y para toda la nación… este mitin de inicio de campaña debe ser el arranque de una campaña de todos los ciudadanos democráticos y progresistas de la entidad”.

El diario La Jornada reseñó así una parte de la intervención de Andrés Manuel: “López Obrador explicó que la unidad en torno a Encinas se debe a que es un dirigente ‘honesto, ejemplar, con principios y convicciones’, y celebró estar junto a Cárdenas, ‘precursor del movimiento democrático de nuestros tiempos’ y de ‘mi amigo, mi compañero, el gran gobernante de la ciudad de México’, Marcelo Ebrard… ‘es del dominio público que son lo mismo, no nos confundamos: la mafia en el poder tiene el control del PRI y del PAN…”

Hay quienes en los medios pretenden reducir la importancia de esta confluencia al nivel de “La Foto”, previéndolo Ebrard puso énfasis en que la unidad de la izquierda demostrada “es a lo que teme el PRI, le asusta… eso y el compromiso, la alegría y las ganas de cambiar la realidad.”

En el ámbito político se ha recibido con interés este acto unitario. En el curso de la semana tres periodistas escribieron artículos que, me parece, enjuician el acto del lunes con objetividad y un juicio progresista. Miguel Ángel Granados Chapa el miércoles 18 escribió en Reforma: “Claro que las diferencias en el PRD no desaparecieron mágicamente el lunes por la tarde. Por supuesto que por ahora es sólo una imagen, cuando más un símbolo. Pero la presencia Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador juntos, en convivencia cordial, puede significar no sólo el fortalecimiento de la campaña de Alejandro Encinas, que ejerció su capacidad de convocatoria para reunirlos, sino también el aligeramiento del espeso ambiente interno que padece el Partido de la Revolución Democrática… No queda duda de que el PRD acompañará unido a su candidato a gobernador. Es preciso que aproveche para más este impulso unitario”.

Escribió Adolfo Sánchez Rebolledo en La Jornada el jueves 19 bajo el título desafiante de “La Foto”: “No es una foto más. Aquí no se trata de inmortalizar el instante intrascendente creado por la mercadotecnia electoral: detrás hay, sin duda, un acto de voluntad política guiado por la tenacidad y los buenos oficios de Alejandro Encinas, que le ha permitido hablar con voz propia y dialogar con todas las voces de la izquierda, partidista o no. Simbólicamente, el arranque de campaña de la izquierda en el Estado de México cierra un capítulo de graves desencuentros, reubica las diferencias legítimas y las asume como un hecho natural en el proceso de crear una fuerza política nacional que sea capaz de disputar el poder para hacer las transformaciones de fondo que México requiere”.

Octavio Rodríguez Araujo dijo en el mismo órgano el jueves último: “El lunes, en Ecatepec, Estado de México, se mostró que en la coalición de partidos Unidos Podemos Más, no es una frase hueca. Ahí estuvieron Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés López Obrador, Marcelo Ebrard, los dirigentes de los partidos coaligados (PRD, PT y Convergencia) y varios más que hace unas semanas no parecían ponerse de acuerdo en muchas cosas… En un país de símbolos y señales elípticas, la foto del despegue de campaña de Alejandro Encinas en la entidad mexiquense es más que una imagen. Los políticos de esa izquierda que tenemos (¿confianza?) en la vía electoral al fin parecieron entender que mantener sus divisiones ya tradicionales y conocidas desde hace décadas no beneficia a nadie, ni a ellos ni a la población que se quiere organizar para cambiar al país por otro mejor…”

Desde luego que es preciso estudiar la situación creada por el encuentro de los dirigentes actuales de izquierda, mas estas formas de caracterizar el acto del lunes 16, señalan perspectivas que incuba este movimiento. Ante ello vale recordar uno de los planteamientos de la Plataforma Constitucional de los Diputados de Izquierda, que “propone abrir un horizonte, propone una serie de ideas a profundidad que permitan orientar a los luchadores de izquierda en medio del fárrago de la crisis y el debate político cotidianos… Recuperar la visión de futuro, de la esperanza, de la emancipación”, tal fue nuestro compromiso entonces, tal es nuestro compromiso hoy ante este hecho de trascendencia nacional.

Periodista