aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800




Ana María Salazar

Urgen héroes...

Especialista en temas relacionados con derecho internacional, seguridad nacional, cooperación antinarcóticos, reformas judiciales y conciliac ...

Más de Ana María Salazar



ARTÍCULOS ANTERIORES


    Ver más artículos

    20 de mayo de 2011

    Hollywood vive de estas imágenes: Llevan boina negra, utilizan armas de alto poder, son enviados a sitios extremos como el desierto y la selva, cuentan con sofisticados equipos de comunicación y de combate, están mucho mejor entrenados que el común de los soldados y se apoyan en un sistema de inteligencia que les permite realizar misiones precisas en tiempo y forma. La referencia obligada de cientos de películas son los héroes de las Special Forces —fuerzas especiales estadounidenses— con escenas de combates en Vietnam, o algún país desértico. Con la cara pintada de negro y verde, rescatan ciudadanos indefensos o hacen explotar depósitos de combustible. Son quienes se arriesgan a combatir terroristas desquiciados o se infiltran en un territorio hostil increíblemente parecido a Paquistán o Libia, con el objetivo de matar a algún general o para rescatar a un compañero caído tras las líneas enemigas. Son hombres (y a veces mujeres) que sacrifican inclusive su vida por la patria, por un compañero o por un ideal...

    Promover las fuerzas de seguridad, ya sean soldados, marinos o policías, es un gran negocio para cine, televisión y literatura del bestseller. Pero más allá de lo redituable que representa la promoción de esta clase de héroes a la “gringa”, es un aspecto fundamental de la estrategia de seguridad nacional y seguridad pública, ya que esta “promoción”, a nivel mundial, también refuerza la imagen de la capacidad bélica y contundencia de las fuerzas de seguridad de ese país. Les da credibilidad ante la población estadounidense y del mundo.

    Cualquier persona que haya visto las series televisivas de las décadas de los 60 y 70 conoce los rangos del ejército de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, sabe cómo vestían los soldados, qué aviones derribaban los zeros japoneses y los alemanes que caían por docenas frente a los certeros disparos de los aliados. Las teleseries actuales presentan los combates de los estadounidenses siempre contra terroristas o ejércitos árabes no identificados, luego de que los rusos pasaron de ser el enemigo común a ser un inesperado aliado.

    Por otro lado, están las corporaciones policiacas. Agentes del FBI impecablemente vestidos, o los investigadores de NY en La Ley y el Orden, provistos con tecnología de punta, una vasta cultura y una gran capacidad de análisis e investigación —en una hora, lo que dura el capítulo televisivo, descubren y neutralizan un complot terrorista internacional— o el asesino de mujeres más sangriento. Todos han viajado o conocen qué idioma hablan en Alto Volta. Los policías uniformados, los de la calle, son otros, valientes, heroicos, incorruptibles y además tienen un cinturón como el de Batman. Ni hablar de los famosos investigadores forenses de CSI o de Bones. Ante estas imágenes, ¿cuántos niños y niñas mexicanas han expresado su anhelo de ser policía a sus padres?

    México tiene sus propias fuerzas especiales y son a las que se refiere el primer párrafo. Aunque el mexicano común desconoce lo que significan las siglas GAFE (Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales), es capaz de identificar rápidamente a los boinas verdes o a los rangers del vecino país. Incluso, los aficionados al cine de acción saben perfectamente que SEALS son las siglas de fuerzas especiales de la Marina estadounidense, pues esos hombres arrojados y casi inmortales son los protagonistas de la mayoría de estas historias. Su popularidad se disparó aún más con el operativo en el que mataron a Bin Laden.

    Todo el mundo parecería conocer a los marines, y algunos fanáticos hasta se saben su lema: Semper fidelis. ¿Cuántos mexicanos saben qué es el Cisen? Pero, eso sí, son pocos los mexicanos que no saben qué es la CIA o la DEA.

    Pero, ¿qué pasa con los mexicanos que diariamente entrenan y arriesgan sus vidas en misiones tan peligrosas —aunque no tan glamurosas— como las de sus vecinos del norte?

    La desinformación del ciudadano común, sumada al cúmulo de noticias negativas —muchas, tristemente, ciertas— sobre las fuerzas de seguridad y defensa, son los únicos referentes que tenemos de ellos. No sabemos quiénes son los que nos cuidan, pero admiramos a quienes cuidan la seguridad del vecino del norte.

    ¿Por qué no se reconoce el heroísmo diario de los policías, soldados, marinos, bomberos, investigadores y paramédicos? ¿Será que parte del problema es la desconfianza, entendible, de la población ante la clara corrupción y la colusión de algunos elementos, que poca veces se les castiga?

    Por malos elementos no se reconoce el heroísmo de los buenos. Tenemos muchos héroes anónimos de los cuales enorgullecernos y que la sociedad podría apoyar para que su riesgo valga la pena.

    www.anamariasalazar.com

    Analista política



    ARTÍCULO ANTERIOR
    Editorial EL UNIVERSAL Un Hoy No Circula más justo


    PUBLICIDAD.