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Porfirio Muñoz Ledo

Cuba y México

Ex embajador de México ante la Unión Europea. Su trayectoria política es amplia y reconocida: fue fundador y presidente del PRD, senador, di ...

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    19 de mayo de 2011

    Las relaciones entre los pueblos de Cuba y México han sido de siempre intensas y fraternales. De ahí nos vino la conquista y de acá surgió el entrañable afecto de la colonia mayor. Entre nosotros moraron sus grandes próceres y nuestros ritmos, cantos y esperanzas se entrelazan. Constituimos la frontera territorial y marítima del mundo en desarrollo con la gran potencia imperial.

    Nuestros vínculos políticos han sufrido las consecuencias de esa vecindad compartida. La Revolución cubana, en el vértice de la guerra fría, mereció el apoyo popular de los mexicanos encabezado por Lázaro Cárdenas, tanto como la reacción equidistante del gobierno entre las presiones del norte y nuestra solidaridad colectiva con la isla acosada. Mantuvimos la relación diplomática y abrimos la puerta al diálogo triangular.

    Hubo vaivenes y desconfianzas entre los dos países, pero la amistad se mantuvo, hasta que la malhadada inquina del primer canciller de Vicente Fox pretendió canjear la hostilidad hacia Cuba por el espejismo de la “enchilada completa”. Ambos propósitos fracasaron: hemos retrocedido en el campo migratorio ante un racismo recalcitrante mientras que nuestras relaciones hermanas se han normalizado. La historia profunda derrotó al capricho circunstancial.

    Se celebró en Mérida la XII Reunión Interparlamentaria México-Cuba con la idea de trascender las cuestiones de coyuntura y abrir un diálogo de perspectiva en varios planos: el global, mediante el análisis de lo que ocurre en un mundo multipolar; el latinoamericano, en tanto países de mayor presencia en el hemisferio norte; el subregional, que nos otorga una vocación caribeña y el bilateral, que exige proyectos articulados con visión de largo plazo.

    El generoso calor de Yucatán resaltó la relación carnal entre la isla y la península. Marco propicio para enterrar en definitiva el “comes y te vas” y reemplazarlo por el llegas y te quedas. Interesaba a la parte mexicana conocer los resultados del VI Congreso del partido comunista —313 lineamientos de política económica y social— a efecto de detectar áreas de relacionamiento y adelantar los mecanismos que podrían hacerlo fructífero.

    Nuestros huéspedes definieron el nuevo rumbo como “liberación de las fuerzas productivas” y destacaron el proceso democrático diseñado para su adopción. Lo estiman como un ejercicio de autocrítica que no pone el acento principal en los estragos del bloqueo económico, la crisis financiera o los desastres naturales que los han devastado, sino en el funcionamiento del modelo económico que debieron adoptar en función de las alianzas a que tuvieron acceso.

    Su pertenencia, hasta hace 20 años, al bloque económico comandado por la Unión Soviética (CAME) determinó tanto un sistema de concentración de excedentes, como modalidades de la producción agrícola y el empleo de maquinaria ya obsoleta con gravoso consumo de hidrocarburos, a más del estrangulamiento financiero y la escasez de divisas. Profesaron además una política “igualitarista” altamente subsidiada que ahora pretenden sustituir por otra de orientación igualitaria. No se trata de “copiar el modelo chino”, sumarse a la “economía de mercado”, ni menos de adoptar “ajustes estructurales”, sino de poner en movimiento recursos endógenos.

    Se propone descentralizar la actividad productiva, fortalecer el núcleo municipal, modificar el papel de las empresas de Estado, fomentar la economía cooperativa, abrir tierras a la agricultura y reducir la plantilla burocrática propiciando el empleo por cuenta propia sin caer en la trampa de la economía informal. Aspiran a disminuir las importaciones y lanzarse por la vía del valor agregado al incremento de las exportaciones.

    No está el horno para tratados de libre comercio, pero sí para acuerdos de complementación que incluyan una vasta red de cooperación en ciencia, educación, salud, turismo, infraestructura e inversiones conjuntas. Relaciones Sur-Sur que dejen atrás las ataduras asimétricas del ciclo neoliberal. Sugerimos la creación de una Alianza martiana (Alma) en el Caribe, distinta del Alba, pero más distante del nefando NAFTA. Mucho dependerá de la victoria de las fuerzas progresistas en México.

    Diputado federal por el Partido del Trabajo



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