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Editorial EL UNIVERSAL

Por una PGR que sí aporte

Inspiración en el interés público, responsabilidad, búsqueda de la verdad, de permanente justicia y del cumplimiento de los derechos humano ...





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    01 de abril de 2011

    La procuración de justicia en el país necesita renovarse. El relevo de titular de la PGR sólo es un paso en dicha dirección, pues el asunto no es un problema de personas únicamente, sino de instituciones y, mucho nos tememos, también de cultura.

    Por décadas, la ineficiencia del Ministerio Público federal ha permitido que la impunidad campee y que un gran número de delitos quede sin castigo, lo que alienta a los delincuentes, quienes perciben que la posibilidad de ser detenidos es mínima.

    O de que si llegan a ser aprehendidos, hay altas probabilidades de que su expediente quede —voluntaria o involuntariamente— mal integrado, lo que les dará el pase de salida final, de nuevo a la calle.

    Peor todavía, se ha documentado que desde la propia Policía Judicial se encubre delincuentes. Hace tres años la llamada Operación Limpieza detectó que el crimen organizado tenía comprado a un subprocurador, y ahora, el saliente Arturo Chávez Chávez se va cuando corren investigaciones dentro de la estructura de la PGR, que incluso ya hicieron caer al jefe de la Unidad contra el Lavado de Dinero de la dependencia y amenazan con extenderse a otros departamentos.

    Se debe reconocer que la ineficiencia y las complicidades en esta área no llegaron con Chávez, lo preceden; pero justo es también señalar que él no avanzó mucho en su combate y los hereda, exacerbados. Se le reprocha una administración gris, que deja grandes pendientes, en el momento en el que el país lo que menos necesita es un deficiente manejo de su aparato de procuración de justicia.

    Si se hubieran logrado avances en los últimos 18 meses, hoy la American Chamber no estaría reportando el desplome del turismo fronterizo, ni habría pifias judiciales como el llamado “Michoacanazo”, donde pese a la insistencia oficial no se pudieron comprobar ilícitos contra funcionarios acusados de colusión con el narcotráfico.

    El problema de inseguridad y la lucha contra el crimen organizado son tan grandes, que no hay tiempo para demorarse en largas curvas de aprendizaje de su nuevo titular, acaso Marisela Morales, la propuesta presidencial que habrá de ratificar el Senado, ojalá en tiempos mucho más expeditos que los que se ha tomado en otros casos de nombramientos.

    El reto para quien encabece la PGR no es menor. Pasa por atacar una arraigada cultura de ineficiencia y corrupción, que necesariamente afectará poderosos intereses económicos y criminales, pero no hay vuelta de hoja, ni posibilidad de empezar de cero. Sin modificar esto, no habrá forma de que militares, marinos, agentes de inteligencia o policías tengan éxito en su labor de campo. Si desde la PGR se sabotea la lucha, lo demás queda condenado al fracaso.



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