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Massimo Modonesi

Los alfileres del “sol azteca”

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    23 de marzo de 2011

    El PRD está pegado con alfileres. Siempre a punto de romperse definitivamente, siempre en crisis. Pero, llegado el momento, todos sacan sus alfileres. Después de haberse atacado frontalmente aduciendo principios, las dos principales agrupaciones internas han encontrado un acuerdo bajo la mirada cómplice de una tercera —la de Ebrard— recién nacida.

    Los alfileres sirvieron para apuntalar una serie de intereses en función de un equilibrio precario. Nueva Izquierda y sus aliados no querían ni podían soltar la presidencia visto que su única fuerza es el control del aparato, al mismo tiempo que no podían ni querían provocar la ruptura porque les podía costar muy caro en términos de aislamiento político. En el fondo, la apuesta de Los Chuchos es estirar la cuerda pero sin romperla, manteniéndose pegados a una candidatura progresista unitaria que les rendiría los recursos y los puestos que necesitan para reproducirse. El G-8 no quería ni podía dejar el partido por una serie de razones pragmáticas, ligadas a una división del trabajo en el interior del movimiento obradorista —a ellos les toca disputar el perredismo— y a cálculos electorales y de fuerza visto que en este terreno mantienen un margen de maniobra propio, mientras que en el Morena la jerarquía está claramente definida y las candidaturas a puestos de elección popular estarán muy competidas de cara al 2012. Al mismo tiempo, lo que queda de militancia histórica en el PRD se mantiene aferrado al nombre y al símbolo, no sólo por su valor electoral, sino por historia de vida y cuestiones sentimentales. Finalmente, la neonata corriente ebrardista logró insertarse en la contradicción principal jugando a ser árbitro de la disputa. Por una, parte fue una estrategia exitosa porque resistió las presiones de ambos lados y no cedió sus votos; por otra, fue evidente su cínica intención de beneficiarse del enfrentamiento entre las principales corrientes más que de impulsar una solución unitaria y, finalmente, no sacó gran provecho de la repartición final, aunque tendrá su porción de puestos en el interior de los nuevos órganos directivos.

    Por el momento, la unidad convenía a todos y cada quien sacó su alfiler.

    En el fondo, los alfileres funcionaron porque fueron clavados en el cemento. El cemento es el común interés de mantener al PRD en vista de las elecciones de 2012. Todas las corrientes, más allá de sus ambiciones parciales y sus perspectivas enfrentadas, reconocen que el nombre, el símbolo y el registro electoral que los acompañan son capitales políticos a los que no pueden renunciar. Para Los Chuchos es la única carta que tienen en la mano. Para los obradoristas es una pieza importante en el juego de alianzas alrededor del Morena y, sobre todo, no pueden arriesgarse a que, de un PRD desobradorizado, salga una candidatura que entre en competencia y drene votos en 2012. Para los ebrardistas el partido es un espacio incierto y precario que puede ser aprovechado para fortalecer la hipótesis de una candidatura presidencial del actual jefe de gobierno y, en el caso de un eventual acuerdo con AMLO, un espacio relativamente autónomo respecto al obradorismo y al Morena en el cual desplegar apuestas propias.

    Alfileres en el cemento, precariedad y solidez. El PRD sigue sobreviviendo a su crisis.

    Coordinador del Centro de Estudios Sociológicos de la UNAM



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