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Antonio Navalón

PAN: maldición presidencial

Periodista, vendedor de libros y voyerista de la vida. ...

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    08 de marzo de 2011

    Al PAN de Felipe Calderón le pasa lo que al PRD de Andrés Manuel López Obrador: en el partido unos son los que presiden y otros los que mandan. Gustavo Madero representa el partido; Cecilia Romero y Marco Antonio Adame son quienes mandan.

    Los polvos del 4 de diciembre —mientras él presidía la cumbre de la ONU para el cambio climático celebrada en Cancún— traen estos lodos. Ese PAN no era el que él quería, pero no se lo dijo a nadie con claridad y ahora ese PAN es el que le puede decir a él, con claridad, que haga lo que haga no nombrará a su sucesor. Felipe Calderón le pudo ganar a Santiago Creel y a Vicente Fox, así como a todos lo que le apoyaban, porque se dio cuenta que la elección de Creel, el elegido de Fox, era fuera del PAN, pero para ser el candidato del PAN.

    Por eso el ahora mandatario se aplicó a ir controlando uno a uno todos los elementos que le dieran el mecanismo electoral interno. Dedicó tiempo, asistía a reuniones, no dejó improvisar nada y no permitió que los ecos y voces que venían desde las televisiones y la calle del apoyado ex secretario de Gobernación, Santiago Creel, le apartara. Al final, quien debía elegir al candidato era el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PAN, y si se controlaba el proceso y al Comité, se controlaba la elección.

    Ahora, unos años después, parece que Calderón olvidó todo eso: el CEN no le obedece y seguramente no le obedecerá en el momento supremo.

    Su idea de no permitir la vuelta del PRI pasa por poder elegir, o por lo menos intervenir, en quien corra en nombre de la Santa Alianza y, sin embargo, Calderón, tal como están hoy las cosas, no tiene garantizado, sino todo lo contrario, que él pueda designar a su sucesor.

    ¿Qué hace El Yunque? Primero, decir no al presidente Calderón: no a su propuesta de candidaturas ciudadanas; segundo, consolidar su poder. No hay político más importante en este momento desde la derecha de la derecha que el gobernador Marco Antonio Adame; él sí sabe lo que hace junto con su amiga Cecilia Romero, que ya ha dicho: “no dedicaremos la elección ni la alianza en el Estado de México para otro priísta frustrado”, y naturalmente ellos traen caballo propio, el cual saben que nunca podría cabalgar fuera de Tequila y Los Altos.

    Dentro de los posibles candidatos, Santiago Creel le da urticaria a la Santa Alianza; a Ernesto Cordero lo conocen sólo su madre y su amigo Felipe Calderón; Alonso Lujambio, qué buen sitio, qué buena cabeza, pero qué ambiente tan hostil. Así sólo nos queda “llámame Jose”: Josefina Vázquez Mota como el mejor candidato para todos.

    El gobernador de Jalisco, el candidato natural, será la maniobra de distracción. Parecerá que quiere correr, sin embargo, será sólo el precio de cuántos senadores y cuántos diputados, porque a fin de cuentas, en este negocio del poder, la Presidencia siempre está por ver, pero el poder de verdad son los senadores y diputados, y si no vean la toma de decisión de quién debía presidir el partido después de Madrazo, la inteligencia del senador Beltrones de pedir el número uno del Senado y lo que eso le ha significado en su carrera política.

    Nada es lo que parece, ni en PRD, PAN o PRI —ya en manos de Moreira—, sin embargo, sí es importante saber que toda esa fuerza y dedicación desde Presidencia será un ejercicio sin sentido si Calderón no tiene la seguridad de nombrar a su sucesor y francamente —así como veo que harán cualquier cosa, dicen ellos, para evitar que el PRI vuelva— no veo a alguien como Calderón haciendo que le madruguen a su sucesor en el CEN.

    Esas son las consecuencias de ese 4 de diciembre cuando se eligió la dirigencia del PAN y donde de 40 miembros Calderón puede contar apenas con una decena, siempre y cuando vaya todo bien.

    Periodista



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