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Javier Lozano

Encinas no puede

Javier Lozano Alarcón, oriundo del estado de Puebla, ex secretario del Trabajo. Actualmente es senador por el Partido Acción Nacional

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    09 de febrero de 2011

    La pretensión de Alejandro Encinas de convertirse en gobernador del Estado de México no sólo raya en la esquizofrenia, sino que es, a todas luces, ilegal.

    Quien hasta el 4 de diciembre de 2006 ocupara la jefatura de gobierno del Distrito Federal ahora pretende dirigir los destinos de los mexiquenses. Pero tal candidatura no es, según parece, producto de una aspiración legítima cuidadosamente construida. Consta en EL UNIVERSAL (14 de octubre de 2010) la siguiente afirmación de Encinas: “No tengo interés por la candidatura del Estado de México, y con el PAN no iría, y menos a misa”. Se trata pues, como ya le ha ocurrido en otras ocasiones a don Alejandro, del acatamiento de un mandato proveniente de quien pesa sobre su ánimo y que, por cierto, no es el pueblo.

    Es la misma fuente de poder que le instruyó, después del proceso electoral del 2006, a disponer del Paseo de la Reforma para instalar un plantón que se prolongó por 47 días. Su deber y lealtad no son hacia la ciudadanía y sus bienes públicos, sino para con los caprichos de su jefe político. Y hoy se repite la historia. Obedece una instrucción, aunque se tenga que torcer la ley.

    En efecto. Es imposible que Encinas cumpla con los requisitos para ser gobernador del Estado de México, toda vez que al tomar posesión como jefe de gobierno del Distrito Federal, el 29 de julio del 2006, debió satisfacer lo dispuesto en la Constitución General de la República (artículo 122, Base Segunda, fracción I) y en el Estatuto de Gobierno del Distrito Federal (artículo 53, fracción II), los cuales establecen como requisito para ser jefe de gobierno del DF el tener una residencia efectiva de tres años inmediatamente anteriores al día de la elección, si es originario del Distrito Federal.

    Por su parte, el artículo 68 de la Constitución Política del Estado de México y el artículo 15 del Código Electoral de la entidad señalan que para ser gobernador se requiere ser mexiquense con residencia efectiva en su territorio no menor a tres años, o bien, ser vecino del estado con residencia efectiva en su territorio no menor a cinco años anteriores al día de la elección.

    El hecho es que Alejandro Encinas nació en el Distrito Federal y, por tanto, al no ser mexiquense, debe acreditar una residencia de cinco años anteriores al día de la elección. Esto es, considerando que los comicios para elegir gobernador en ese estado serán el 3 de julio de 2011, tendría que haber residido en el Estado de México desde el 3 de julio de 2006, lo cual es imposible, pues en esa fecha aún se encontraba desempeñando el cargo de jefe de gobierno del Distrito Federal, situación jurídica que implicaba mantener su residencia mientras ejerciera el cargo, mismo que concluyó, como ya se dijo, el 4 de diciembre de 2006. Lo anterior, en el entendido de que, en términos del artículo 60 del Estatuto de Gobierno del Distrito Federal, el jefe de gobierno debe residir en el Distrito Federal durante todo el tiempo que dure su mandato.

    A mayor abundamiento, Alejandro Encinas es actualmente diputado federal por la cuarta circunscripción electoral, que comprende al Distrito Federal, Guerrero, Morelos, Puebla y Tlaxcala, por lo que, lógicamente, debería tener su residencia en cualquiera de esas entidades federativas.

    Así, salvo que estemos frente a un fenómeno propio del Espíritu Santo, que puede estar en todos lados a la vez, el hoy aspirante al gobierno mexiquense no cumple con el requisito mínimo de residencia que se exige para ser gobernador del Edomex. Y tal situación es del conocimiento del propio Encinas. Consta en la declaración publicada por este mismo diario el pasado 7 de enero en la que afirmó: “evidentemente, me faltan cinco meses para acreditar la residencia. Con una salvedad adicional, que actualmente soy diputado por el Distrito Federal, por esta circunscripción en la que no se encuentra el Estado de México”.

    Ahí están los dichos, los hechos y los fundamentos legales. Y más allá de que al PAN tampoco le parezca una buena idea ir en una alianza encabezada por don Alejandro (quizá ni para hacer pareja en un torneo de dominó), la ley dispone de ciertos requisitos que Encinas no cumple y que encierran, en su razón de ser, un mínimo respeto al electorado mexiquense.

    Ah, y que conste, para todos los efectos a que haya lugar, que no me refiero al personaje en su carácter de diputado federal, sino al fiel militante de su partido político y al obsequioso servidor de su jefe máximo.

    Secretario del Trabajo



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