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Ernesto López Portillo

Los presidentes y las drogas

Ernesto López Portillo Vargas nació en la Ciudad de México el 30 de septiembre de 1968. Es fundador y Director Ejecutivo del Instituto para ...

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    27 de enero de 2011

    Hace décadas EU le dijo al mundo que la mejor manera de combatir la producción, tráfico y consumo de drogas ilícitas era invirtiendo al máximo posible en la persecución y castigo de la oferta. Le dijo al mundo que el enemigo número uno de las naciones eran los narcotraficantes y la droga misma y, desde entonces, ha venido usando todos sus recursos para promover e imponer esa visión por todo el orbe. Esa idea se convirtió en política hegemónica que atrapó a EU y luego al mundo en una enorme trampa, al dejar de lado la inversión en el tratamiento de los consumidores. La fórmula arrojó el resultado lógico: el consumo nunca se controló y el combate a la oferta no hizo sino garantizar su desproporcionada rentabilidad. Buena parte de la violencia homicida en México es consecuencia de este desequilibrio histórico en la política pública contra las drogas ilícitas. Este modelo represivo de la oferta priva en la gran mayoría del mundo no porque funcione, sino porque quienes lo impulsan tienen el poder necesario para dejar al margen las propuestas alternativas. No hay estudio serio disponible que muestre lo contrario, la evidencia es contundente: la producción, tráfico y consumo fluyen sin parar.

    Bajo el gobierno de Lázaro Cárdenas surgió una propuesta regulatoria que abrió paso al tratamiento de los consumidores y adictos. Fue aplastada en sólo meses bajo la presión política de Estados Unidos. La historia no ha hecho sino llevar al límite el desastre del modelo. En Estados Unidos el gobierno mira impávido cómo los consumidores de drogas se mueven entre distintas preferencias que provee la oferta, mientras México se desbarranca en una espiral de violencia que también va dejando al Estado como mero administrador del caos.

    El lector podrá pensar que yo no sé lo que escribo, pero cuando miramos a un grupo de personas que fueron jefes de Estado en varios países, que enfrentaron este problema de manera directa y son ellos los que vienen transmitiendo este mensaje, entonces tal vez debemos poner atención, mirar la evidencia disponible y aceptar el colapso del modelo. Los ex presidentes César Gaviria de Colombia, Fernando Henrique Cardoso de Brasil y Ernesto Zedillo de México, agrupados en la Comisión Global de Políticas sobre Drogas, volvieron a la carga y desde Ginebra, Suiza, nuevamente lanzaron este mensaje al mundo. Esos políticos están acompañados en su postura por personajes tales como Javier Solana, quien representó la política exterior de la Unión Europea y los escritores Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa.

    Para México y EU, el fracaso del modelo hegemónico de combate a la oferta de las drogas ilícitas y la debilidad de las estrategias preventivas y de salud pública ya no tiene los saldos de hace sólo cinco años. Para estas naciones el tiempo ya se acabó y caminamos a escenarios de violencia que sólo dejarán lugar a una crisis de gobernabilidad de proporciones inimaginables. Dicho de otra manera, ya no estamos frente a un problema de narcotráfico, estamos frente a un problema de violencia asociada al mismo y a otros fenómenos que día a día nos presenta evidencias de creciente ingobernabilidad. Calderón y Obama tienen una cita con la historia y pueden cambiarla. A ellos les tocó este colapso que suma muertos y poderes privados armados día a día. Ahí está el llamado, tal vez aún no es demasiado tarde, sólo tal vez.

    Director ejecutivo del Instituto para la Seguridad y la Democracia, AC (Insyde)



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