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Élmer Medoza

Xavier Velasco

Elmer Mendoza. Escritor, Culiacán, Sinaloa. Estudió Letras Hispánica (UNAM). Imparte literatura, creación literaria, programas y conferenc ...

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    06 de enero de 2011

    “El fracaso es a veces como un jacuzzi. Dan ganas de quedarse para siempre”. Revela Xavier Velasco en su novela Puedo explicarlo todo, publicada por Alfaguara en octubre de 2010. Es una obra de personajes emblemáticos que proyectan una sociedad urbana sin tiempo para la ingenuidad donde a nadie le falta su jacuzzi roto y el autor transforma lo sucesivo en simultáneo.

    Con una postura crítica frente a los libros de autoayuda, nos narra una de las fuentes del género: los velatorios; Joaquín Medina, un ultraconsciente personaje principal, es amanuense de Isaías Balboa, un viejo que vive lucubrando frases como “La pena y el cansancio también tienen sus límites”, para sus libros. Muchas de ellas las obtiene de sus experiencias con mujeres que velan a maridos o parientes en alguna funeraria, que aceptan tener un rato íntimo con él. Casi consigue que Medina secunde sus pasos. Velasco crea un extenso universo donde se discuten ideas para todos los gustos y casos. Al parecer no hay persona que no necesite de vez en cuando una frase motivadora.

    Con prosa libre, ata y desata personajes como Imelda, Palencia, Balmaceda, Dalila, Gina, Filogonio, Chaplin, Manolo, Nancy, Mauricio, Rubén, Gómez, María Eugenia y desde luego Medina que asume diversas personalidades, según sea necesario. Es interesante la etapa infantil de Joaquín, cuando le pide fervorosamente a Dios que se lleve a Mauricio, su hermano menor, el que en efecto muere.

    A Xavier Velasco, nacido en la ciudad de México en 1964, hombre que ama los perros, le gusta crear personajes que se hallan al límite de lo exacerbado. Lo consigue expresando aspectos variados, incluso encontrados, y nos convence de que definir el carácter de ciertas personas es imposible. Gina es impredecible, asiste a terapia, es incapaz de conseguir compañía masculina pero aconseja a personas solas maneras de conseguir pareja. Imelda o Nancy también son ejemplares de la existencia en vilo.

    Es una novela que también propone un lenguaje secreto llamado Clave Fantasmagórica; con él se comunican dos de los personajes en un juego no siempre divertido. Se ajusta, tal vez por la cantidad de frases típicas de la autoayuda, en manos de Xavier, al concepto de La verdad de las mentiras manejado por Vargas Llosa. “las novelas, mintiendo, expresan una curiosa verdad”. Es una ficción donde los personajes encuentran consuelo a su debilidad en un lenguaje hueco, expresado con propiedad y en el momento oportuno. Una de sus premisas parece ser: no hay nada más fácil para cambiar que el destino, sobre todo cuando es para perder.

    Velasco, con reciedumbre y precisión, divide en 11 capítulos la historia de Joaquín Medina, a partir de la de cada uno de los personajes de compañía. Va de lo maniático a la bondad, del amor a la trampa, de lo humorístico a lo lúdico, de lo justo a lo delictuoso, del todo a la nada. Con arcos de tensión perfectos nos lleva a través de heterogéneas personalidades en movimiento. Con prudencia notable, desarrolla cada uno de los apartados que después serán parte de un mapa emocional, donde no parece existir la incertidumbre; sin embargo, cada capítulo es un cultivo para la sorpresa. Velasco es, de acuerdo con Javier Marías, un “novelista que inventa y único facultado para contar cabalmente”.

    Hay expresiones geniales como: “Hundirse es también darse permiso de visitar el fondo”, “no hay más grande piropo que una condolencia”, “los normales son dos veces raros, una por su extrañeza y otra por su escasez”, “hay partidas que jamás se terminan de perder”. De pronto hay momentos que bien merecen una reflexión. Es ficción, claro, pero el universo de deseo que genera es muy fuerte, puede nacer de la aceptación de Balboa o del cuestionamiento de Laexus; es inevitable; la novela provoca la sensación de estar compartiendo la vida con ella, escuchando “There’s a kind of hush” con Engelbert Humperdinck.

    El autor utiliza varias vertientes narrativas, además del discurso de autoayuda: amorosa, intriga, fantástica. La de intriga funciona perfectamente. Una manera de resolver un enigma tras otro mientras aparecen nuevos, siempre unidos por una opacidad que termina por engañar al lector. Trampantojo. Es justo este engaño parte del juego que propone la ficción y que le da un final realmente memorable. Siempre estarán las partes donde aparece Dalila que son auténtica joyas de escritura.

    Puedo explicarlo todo, es una demostración de cómo se escribe para el gran público sin necesidad de abaratar el género. Se trata de una novela aguda y candorosa sobre la parte débil de la humanidad, ambiciosa en su estilo, hija de una mano implacable que sabe de timones. Una Literatura con mayúscula.



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