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Andrés Lajous

Las contradicciones de Ebrard y Delgado

Andrés Lajous es maestro en planeación urbana por el Massachusetts Institute of Technology y activista político. Actualmente es colaborado ...

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    31 de diciembre de 2010

    andreslajous@gmail.com

    Imaginemos que tenemos cáncer pulmonar. Sabemos que la cura no es fácil y que si algo nos puede salvar es la combinación entre un diagnóstico temprano y un costoso y doloroso tratamiento.

    Lo primero lo reconocemos, pero sin cambiar nuestro gasto cotidiano no podemos cubrir el costo del remedio.

    El médico, que hasta la fecha ha sido un buen tipo nos dice: “el tratamiento es muy caro, sin embargo tengo un amigo que ofrece comprar una sierra eléctrica, gratis cortarte una pierna, y después cobrarte la prótesis a plazos”.

    La analogía es violenta, pero trato de evidenciar un argumento de defensa a los segundos pisos del Periférico y la Supervía que ha dado más de una vez Martha Delgado, Secretaria de Medio Ambiente del Distrito Federal.

    En una presentación sobre movilidad sustentable en el ITAM en 2008, en donde Delgado presentó los proyectos de transporte público del GDF. Acertadamente dijo: “Para poder promover todo el transporte público y no motorizado, hay que irremediablemente ir sobre el espacio del auto, y eso es una gran paradoja…tenemos a los vehículos a muy bajas velocidades en la ciudad y además van a ir a menos velocidades…es una tendencia irreversible e irremediable”.

    Es decir, sostuvo el argumento, con una amplia presentación, que la única manera de reducir en el largo plazo el tráfico es invirtiendo en transporte público y restringiendo el uso del automóvil privado.

    Este es el argumento sofisticado de la intuición de casi cualquier automovilista: “yo no usaría tanto mi coche si el transporte público fuera una mejor alternativa”.

    Dos años después, argumentando en favor de la Supervía, y ahora en favor de le extensión del Segundo Piso del Periférico.

    Delgado dice: “Si las tenemos que hacer es porque ahora no podemos ofrecer a todos un sistema de transporte público seguro, eficiente y más rápido”.

    Con esto reconoce Delgado que el GDF no sólo está renunciando a mejorar el transporte público, sino que conscientemente está empeorando la movilidad de la ciudad al ampliar el espacio para coches.

    No conforme con no combatir el cáncer, Delgado nos ofrece a las empresas constructoras para amputarnos una pierna.

    Ya veremos qué tanto nos sirven las bicicletas en el futuro que imagina.

    La intuición que reconoce pero ignora Delgado, es la misma que parece tener buena parte de los capitalinos.

    En una encuesta publicada en octubre de este año, 70% de los encuestados en el DF, dicen que si pudieran elegir preferían mejorar y aumentar el transporte público que construir segundos pisos para automóviles.

    Pareciera, que en este caso, hace menos falta convencer a la mayor parte de la ciudadanía, que a quienes toman decisiones.

    Lo más preocupante de Delgado es que revela las contradicciones más amplias y métodos más indeseables de Marcelo Ebrard.

    Por un lado cabildea para encabezar el Consejo de Alcaldes sobre Cambio Climático, y por el otro sigue priorizando el uso de automóviles.

    Invita a alcaldes del todo el mundo al DF a hablar del futuro de las ciudades, y cuando el ex-alcalde de Barcelona Joan Clos dice, “Algo falla aqui! La solución es más transporte colectivo.

    No hay otra alternativa, y cuando más se tarda en reconocerlo más difícil se hace la solución!”, simplemente lo ignora.

    Cuando sus argumentos de defensa son escasos usa a las televisoras para veladamente defender sus proyectos en programas del corazón. Cuando describe a su gobierno fuera de México omite sus segundos pisos (“Mexico City: Inclusive actions towards sustainability” LSE, 02/06/10).

    Es decir, lo que me preocupa hacia el futuro, aparte de la ciudad que nos dejarán Delgado y Ebrard para los siguientes 20 años, es que hacia el 2012 cueste cada vez más trabajo distinguir a Marcelo Ebrard y a Enrique Peña Nieto. Uno podrá autodeclararse “el mejor alcalde del mundo” (título inventado por la oficina de comunicación social del GDF), y el otro podrá tomarse fotos con Al Gore, pero después de unir sus segundos pisos, relegar el Metrobús, Mexibús y Tren Suburbano, haberse tomado la foto no servirá para mejorar la movilidad en la ciudad.

     

     

     



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