aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800




Ricardo Raphael

Clase media amenazada

Maestro en Ciencias Políticas por el Instituto de Estudios Políticos de París, Francia. Maestría en Administración Pública por la Escuela ...

Más de Ricardo Raphael



ARTÍCULOS ANTERIORES


    Ver más artículos

    13 de diciembre de 2010

    El crédito para el coche que el banco no otorgó. Las vacaciones familiares que este año también habrán de ser aplazadas. Los desperfectos de la casa con los que deberemos convivir por un tiempo más. Los gastos de la escuela de los niños que no hacen más que crecer. Los costos de médico y medicinas que cada vez son más onerosos. La sensación persistente de inseguridad económica. Vivir dentro de la clase media mexicana tiene mucho de angustiante. En cualquier momento la mala fortuna toca a la puerta y expulsa, implacable, de este estrato social.

    Según información del Centro para el Desarrollo de la OCDE, las y los integrantes de esta clase económica en nuestro país cuentan con una alta probabilidad para caer en pobreza durante el año 2011. Esta tendencia comenzó tiempo atrás. Entre 2008 y 2010, al menos 7 millones de mexicanos descendieron en la estructura social. Hasta 2007, al menos 33 millones pertenecían a la clase media, es decir, que percibían familiarmente un ingreso de entre 7 mil y 25 mil pesos mensuales. En el presente, sólo 26 millones de personas participan de este privilegio.

    La crisis económica del año pasado explica, en parte, este fenómeno. Pero se halla lejos de ser la única razón. La desigual economía mexicana y su pronunciada forma de embudo vienen de mucho antes. En México ha sido siempre difícil ascender socialmente. Al tiempo que es muy sencillo caer en situación de pobreza. Según la Fundación Espinosa, el 74% de quienes nacieron en una familia pobre, heredarán esa idéntica condición a sus hijos. Sólo el 4% verá mejorar, de una generación a la siguiente, su circunstancia económica. Del total de la población mexicana, el 14% verá empeorar su ingreso y calidad de vida.

    A esta estructura injusta y asimétrica, rasgo muy necio de nuestra economía, se añaden ahora las pobres expectativas que los próximos 10 años anuncian para México. Mientras que en la mayoría de las sociedades latinoamericanas se espera vivir una tasa sostenida anual de crecimiento de más del 5% anual del PIB, ningún analista serio otorga más del 3% para la economía mexicana. Con tasas nacionales tan bajas, no hay manera de revertir la tendencia que vulnera a las clases medias mexicanas.

    Es cierto que ha jugado a favor de este sector de la población la estabilidad macroeconómica sostenida durante los últimos 15 años. También que la apertura comercial abarató los precios y multiplicó el número de bienes de consumo a los que tenemos acceso. A estos dos hechos se suma favorablemente la disminución en la tasa de natalidad, la cual ha concedido un mayor margen de maniobra con respecto a la utilización racional de los recursos familiares.

    En su reciente libro, Clasemedieros, los economistas liberales Luis Rubio y Luis de la Calle toman estos tres argumentos para arrojar una mirada optimista sobre el futuro de la clase media mexicana. En los hechos, ambos contradicen el análisis, más reciente, de la OCDE. Sin ofrecer demasiados datos sobre el futuro, confían en que la clase media mexicana crecerá durante los lustros por venir.

    La parte más interesante de este texto es aquella dónde tales autores argumentan a favor de las políticas públicas que el Estado mexicano habría de emprender para apostar sinceramente por este sector de la sociedad. Rubio y De la Calle advierten que de su ensanchamiento dependerá la futura estabilidad política y el desarrollo del país. Llaman al mismo tiempo la atención sobre la precariedad de instrumentos públicos y políticas que los gobiernos mexicanos han puesto al servicio de este grupo de población. En efecto, los esfuerzos han sido muchos para combatir las condiciones que generan pobreza extrema, mientras que prácticamente nada se ha hecho a la hora de reducir la vulnerabilidad de la clase media o, menos aún, para ampliar deliberadamente su tamaño y membresía.

    Si México aspira a ser un país clasemediero, hay políticas como la educativa, la de salud, la laboral y las relacionadas con las distintas formas de financiamiento familiar, que tendrían que ser modificadas sustancialmente. La apuesta de la próxima década habría de hacerse para abrir las puertas de entrada a la clase media mexicana y, simultáneamente, para cerrar las vías de salida de este mismo estrato social. Sólo así, entre 2011 y 2020, el país podrá vivir una experiencia de desarrollo similar a la que se espera en el resto de América Latina.

    Analista político



    ARTÍCULO ANTERIOR
    Editorial EL UNIVERSAL Un Hoy No Circula más justo


    PUBLICIDAD.