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Porfirio Muñoz Ledo

Biarritz,otra vez

Ex embajador de México ante la Unión Europea. Su trayectoria política es amplia y reconocida: fue fundador y presidente del PRD, senador, di ...

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    13 de noviembre de 2010

    Hace 11 años se celebra el Foro de Biarritz: cuatro ocasiones en ciudades de América Latina y siete en esta localidad costera donde estableciera su residencia veraniega Napoleón III. Promovido en el origen por las autoridades del País Vasco y por importantes empresas europeas ha tenido como propósito la promoción de las relaciones entre los dos continentes, a través del intercambio de ideas y la conjunción de personalidades.

    Con el tiempo se ha convertido en un espacio anual de balance que genera documentos valiosos, discusiones intensas y amistades consolidadas. Una suerte de parlamento informal en el que cruzan experiencias diversas y perspectivas encontradas. Refleja el estado del arte en problemas clave de nuestro tiempo y produce una rica fraseología por la que intentamos condensar, en breves intervenciones, las conclusiones a que hemos llegado.

    Cualesquiera que sean los temas de la reunión, los debates transcurren por tres carriles principales: las relaciones entre Europa y América Latina —que suele ser reiterativo—; los problemas de nuestra región —que se ha tornado más amplio y novedoso— y las cuestiones de carácter global —que enmarcan las otras dos. Sobresalieron en este último encuentro la creciente diferenciación entre América del Sur y México y el traslado al G-20 de los saldos de la crisis financiera.

    En la pista interregional dominó una vez más el desencanto por la falta de concreción de proyectos ambiciosos. No hay propiamente desinversión, pero se percibe una franca desaceleración. Latinoamérica sigue siendo la séptima prioridad para Europa, sin haber ascendido un solo escalón a pesar de las seis cumbres realizadas desde 1999 en Río de Janeiro. No se han encontrado los campos estratégicos en que podríamos ser altamente complementarios si mediara genuina voluntad política.

    Quedó de manifiesto que, a despecho de su prédica integracionista, Europa tiende a establecer acuerdos con países individuales y evade los compromisos con las subregiones. Primero fue México, luego Chile, después Perú y Colombia ahora un marco para Centroamérica, que deja la puerta abierta para arreglos particulares. También de este lado los vínculos se concentran en unas cuantas naciones, al punto que Biarritz es en rigor un foro con Francia y España.

    Foco central de atención fue el desempeño económico de Sudamérica. Según testimonios, la región del mundo menos afectada por la crisis y la de más pronta recuperación por el efecto combinado de sus impulsos endógenos, la ampliación del mercado subregional y los precios de las materias primas. Encandiló la presencia múltiple del Brasil en el escenario mundial y su empeño integrador en círculos concéntricos.

    Contrasta esta expansión con el aislamiento de nuestro país y su penosa subordinación hacia el norte. Se habla abiertamente de dos destinos diferentes: Panamá hacia abajo y Panamá hacia arriba. Atados como nos hallamos a un país cuyo crecimiento límite es de 3% nos hemos escindido del hábitat sureño, cuyo potencial de crecimiento es superior a 7%. Nos equivocamos de locomotora y estamos pagando, en todos los órdenes, los costos de una lamentable confusión entre economía global y economía vecinal.

    Se dibujaron dos terrenos en los que se antoja fructífera la concertación política euro latinoamericana: el nuevo sistema financiero y monetario internacional y el cambio climático. Juntos sumamos dos tercios de los votos en el FMI y —si hubiese objetivos comunes de índole sistémica— podríamos intentar transformaciones que fueran más allá del restablecimiento del orden anterior, detonador de la desigualdad y el desequilibrio. Muchos podrían acompañarnos en el esfuerzo.

    Las posiciones de la Unión Europea sobre calentamiento global permitirían un acercamiento sustantivo, a condición de no dejarnos atrapar por los paliativos ni acorralarnos en el recurso último de edificar murallas para protegernos de lo inevitable. El tema es la energía y la reconversión rápida y sostenida hacia fuentes nuevas y renovables, que podríamos acometer nosotros mismos, con la suma de nuestros recursos naturales, científicos y tecnológicos. Aprender de nuevo a pensar en grande.

    Diputado federal del PT



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