aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800




Andrés Lajous

El narcotráfico, la ciudad, la Iglesia y la familia

Andrés Lajous es maestro en planeación urbana por el Massachusetts Institute of Technology y activista político. Actualmente es colaborado ...

Más de Andrés Lajous



ARTÍCULOS ANTERIORES


    Ver más artículos

    20 de agosto de 2010

    En las prioridades de esta iglesia, nos da a entender, está primero combatir el matrimonio entre personas del mismo sexo, y después el crimen organizado

    Hace unas semanas leí las memorias del exalcalde de Palermo, Leoluca Orlando, "Hacia una cultura de la legalidad: la experiencia siciliana" (UAM, 2004). El argumento central de Orlando, es que el crimen organizado es poderoso en una sociedad, entre otras cosas, porque la sociedad tolera y (directa o indirectamente) respeta a los jefes de las mafias. En una sociedad católica como la siciliana -dice el autor- el papel de la Iglesia es fundamental en la sociedad civil, pues es común que quienes viven al borde de la ley, arriesgando la vida todos los días, pongan particular atención a quienes se hacen cargo del más allá. Uno de los eventos más importantes en el combate al crimen organizado en Palermo, fue cuando la Iglesia católica, condenó públicamente a la mafia:

    "Cuando cardenales anteriores habían dicho que la mafia no existía, y habían actuado en consecuencia, de hecho estaban alentando a que el cura de la parroquia de cualquier pueblo pequeño tratase de congraciarse con los capomafia locales para obtener el honor de premitírsele que celebrase la ceremonia del matrimonio de su hijo o hija... Pero cuando la cabeza de la Iglesia siciliana dice que la mafia es la encarnación del mal y que los mafiosos son pecadores, este mismo sacerdote de la parroquia lo pensará dos veces antes de pasar por alto las conexiones de la mafia con los miembros de su parroquia".

    Este párrafo me vino a la mente cuando leí la nota de periódico, y después escuché en radio, al vocero del Arzobispado de México, Hugo Valdemar, quien afirmó: "¿Él [Ebrard] y su gobierno han creado leyes destructivas de la familia, que hacen un daño peor que el narcotráfico" (EL UNIVERSAL, 18/08/10). Que el vocero de la Iglesia católica se oponga en este momento al GDF (que sin duda hay otras razones para hacerlo, i.e. Autopista Urbana), y en particular a las leyes que permiten el matrimonio entre personas del mismo sexo y que, como cualquier ciudadano, estas parejas tengan derecho a adoptar hijos, no es sorprendente. Lo que sí es sorprendente es el estándar que usa el Episcopado. El problema de usar el narcotráfico, en vez de sus creencias religiosas -como se podría esperar- (allá ellos) es la devaluación implícita de las atrocidades sumadas que comete el narcotráfico en nuestro país. En las prioridades de esta iglesia, nos da a entender, está primero combatir el matrimonio entre personas del mismo sexo y su derecho a adoptar, y después el crimen organizado (hasta poner las dos cosas en la misma frase se ve ridículo).

    Unas semanas antes, tras la ejecución en el sur de la ciudad de cuatro personas, con toda claridad, el jefe de Gobierno salió a "defender" la ciudad de esta preocupación menor del Episcopado: "Los señores que ayer vinieron a mi ciudad, a hacer lo que hicieron en una pizzería, pues no se la van a acabar...que no haya impunidad, que no se diga que porque es una ejecución de narcos nadie va a investigar (EL UNIVERSAL, 30/07/10).

     

    Es decir, la condena fue inequívoca, porque uno puede imaginar que el asesinato sí es de lo peor que se le puede hacer a las familias (como sea que estas estén compuestas).

    En el contexto de la resolución de constitucionalidad el matrimonio entre homosexuales en el DF, el cardenal de Jalisco, Juan Sandoval Íñiguez, declaró "¿A ustedes les gustaría que los adoptaran una pareja de maricones o lesbianas? Creo que no".

    El tono y lenguaje de la declaración dejan dilucidar la violencia y desprecio que el cardenal quería expresar, la cual contrasta con una de las frases que usó un día después el ministro de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar, sobre el mismo tema "el amor trasciende por mucho a la biología".

    Frente a la profunda insensatez de esas autoridades religiosas, ante el narcotráfico y la familia, queda claro, que en lo público, tenemos buenas razones para preferir a nuestras autoridades civiles que a otras; y al mismo tiempo, tras la resolución de la Corte, hay más motivos para que dé gusto ser habitante del DF.

    El tono de la declaración dejan dilucidar la violencia y desprecio que el Cardenal quería expresar, la cual contrasta con una de las frases del ministro Arturo Zaldívar: "el amor trasciende por mucho a la biología".

    http://andreslajous.blogs.com  y http://twitter.com/andreslajous



    ARTÍCULO ANTERIOR
    Editorial EL UNIVERSAL Un Hoy No Circula más justo


    PUBLICIDAD.