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Manuel Camacho Solís

Juan Enríquez, emprendedor

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    31 de mayo de 2010

    Hicieron algo que parecía de ciencia ficción. Han logrado crear vida artificial a partir de tejido muerto, códigos genéticos complejísimos y productos químicos. Con ello se abre una nueva era para la biología sintética que hará posibles nuevos desarrollos y nuevas empresas en campos tan variados como la energía, la medicina y la química. Este avance magnífico es el resultado de 15 años de esfuerzos coordinados de grandes científicos, ingenieros, expertos en informática, financieros y promotores de nuevas empresas del conocimiento. Uno de esos líderes es mexicano, es Juan Enríquez.

    Hace poco más de tres años escuché de estas aventuras maravillosas en las que estaba participando Enríquez.

    Me habló de un proyecto para crear vida artificial y otro para producir hidrocarburos a partir de algas.

    Lo acompañé a conocer el agrupamiento científico tecnológico que se ha desarrollado alrededor del MIT y me enteré del enorme potencial de innovación que estaba ahí instalado, al lado de las grandes universidades, donde las mejores condiciones medioambientales permiten aprovechar su abundante talento. Comprendí que en esos avances estaba parte del futuro y de la economía. Que era vital para México no quedar fuera.

    Ahora, al conocer el resultado de ese proyecto y saber que Enríquez es parte de él, no pude sino sentir la mayor satisfacción. Una parte de los resultados se deben a los grandes científicos que se congregaron, otra a las empresas que los respaldan; también a quienes han sabido comunicar la importancia de estos temas a la sociedad y poner en contacto a los que tienen los recursos con el talento, a quienes conocen las tecnologías con quienes pueden sacarles provecho en nuevos campos.

    Me queda claro que el mérito no es de sólo un líder, sino de un grupo de líderes.

    Esa capacidad para unir factores, personas y recursos. Esa capacidad para combinar lo que se tiene de otra manera.

    Ese talento creativo y esa disciplina perseverante para no cejar en el propósito y encontrar un camino, y si no se puede otro camino, u otro más, es lo que hace posible hazañas como las de haber logrado crear vida artificial.

    Esa capacidad innovadora es el recurso más importante para el desarrollo económico. Desde Joseph Schumpeter aprendimos que, además de la tierra, el trabajo y el capital, había otro factor que movía la economía. Ese otro factor son los empresarios innovadores.

    Uno de ellos, de primer rango, es Juan Enríquez. Es un innovador, un promotor, un líder que piensa, imagina, puentea entre asuntos y personajes diversos, pero que al final sabe aprovechar lo que tiene entre las manos para convertirlo en un proyecto nuevo, en un resultado productivo.

    México tiene una reserva de talentos como Juan Enríquez. Algunos se fueron a Estados Unidos. Si algún día ellos regresan, será porque mejoraron las condiciones internas; y si regresan, así sea por temporadas o medios tiempos, su presencia acelerará el cambio, mediante un proceso semejante al que ocurrió en India.

    Coordinador del Diálogo para la Reconstrucción de México (DIA)



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