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Federico Ortiz Quezada

Inequidad extrema



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    27 de mayo de 2010

    En México existimos como el Jano bifronte contemplando la desigualdad. Por un lado, la pobreza extrema y, por el otro, la insultante riqueza. Condiciones, ambas, que se evidencian frente a la desnutrición y obesidad que padecemos. Tales hechos, aun cuando no son exclusivos de nuestro país, se agravan entre ricos y pobres. Por ejemplo, casi la totalidad de las poblaciones indígenas viven por debajo de la línea de pobreza, una de cada tres viviendas no cuenta con agua potable, la mitad no tiene drenaje y su piso es de tierra, 25% de los adultos son analfabetas. Las posibilidades de muerte antes de cumplir un año de vida son 1.7 veces más elevadas que en el del resto de los niños mexicanos y aumentan a 2.5 veces en la población preescolar.

    La interacción entre pobreza, desnutrición e infecciones es una realidad. Un indicador clave es el retraso del crecimiento: los niños hambreados son demasiado bajos para su grupo de edad en comparación con los patrones de crecimiento infantil normal. En todo el mundo hay unos 178 millones de niños con retraso del crecimiento a causa de la escasez de alimentos. Cuando el crecimiento se reduce, disminuye el desarrollo cerebral, lo que tiene graves repercusiones en la capacidad de aprendizaje. Las tasas de retraso del crecimiento entre los niños son más elevadas en África y Asia. En Asia centro-meridional, por ejemplo, afecta a 41% de la población infantil. En México, los padecimientos, consecuencia de la desnutrición son causantes de 13% de las muertes, y en los municipios de alta marginación provocan 21% de las defunciones.

    La emaciación es una forma grave de desnutrición causada por un déficit agudo de alimentos y agravada por la enfermedad. Alrededor de 1.5 millones de niños fallecen cada año de caquexia. La miseria, el alza de los precios de los alimentos, la mala distribución de los mismos, la escasez de alimentos en zonas de conflicto y las catástrofes naturales reducen el acceso de los hogares a alimentos apropiados y en cantidad suficiente.

    Señalé que las deficiencias nutricionales no son exclusivas de México. Más de una tercera parte de las defunciones infantiles en todo el mundo se atribuyen a la desnutrición y la pobreza es su principal causa. Nuestro país ocupa un honroso lugar medido por el promedio de esperanza de vida al nacer, pues tenemos 76 años, mientras que los Estados Unidos tienen 78; en cambio, Afganistán 42 y Zimbabue 45, pero la desnutrición existe en México y es grave. Por ello, la política de salud debería enfocarse a combatir la miseria aumentando el gasto antipobreza, no reduciéndolo (el presupuesto de Sedesol durante el primer trimestre de 2010 disminuyó en 296 mdp en comparación con el mismo periodo de 2009).

    La otra cara de la inequidad es comer demasiado: sobrepeso y obesidad, que en México afecta a 70% de la población de 20 o más años. A consecuencia de éstos, está aumentando la diabetes tipo 2, hipertensión e hiperlipidemia (aumento de grasas en la sangre), tanto así que en los países desarrollados el 20% de los niños menores de cinco años tienen estas condiciones. En México, 8% de los adultos mayores de 20 años padecen diabetes tipo 2 y 30% hipertensión arterial. Los datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006 indican que siete de cada diez personas adultas presentan sobrepeso y obesidad. Estos padecimientos, de suyo graves, por la afectación que causan a la vida, suelen tener una elevada mortalidad, toda vez que la diabetes mellitus, las enfermedades isquémicas del corazón y las enfermedades cerebro-vasculares concentran el 33% de las muertes en mujeres y más del 26% de las muertes en hombres.

    México necesita de una mejor política sanitaria contra el hambre, pues, como señaló en 1948 Gabriela Mistral, premio Nobel de Literatura: “Somos culpables de muchos errores, pero nuestro peor crimen es abandonar a los niños negándoles la buena alimentación. Muchas cosas pueden esperar, los niños no. A ellos no se les puede decir mañana, se debe actuar hoy”.

    Médico, maestro y escritor



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