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Alejandro Calvillo

Chabelo en la Cámara



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    06 de mayo de 2010

    En la víspera del Día del Niño, Chabelo fue llevado a la Cámara de Diputados donde por más de una hora llamó la atención de los legisladores de todos los partidos políticos recibiendo el calificativo de “héroe nacional”. Este reconocimiento a Chabelo nos debe llevar a una serie de reflexiones sobre la situación cultural del país y la incapacidad de los legisladores para enfrentar los graves problemas de la infancia en México, en especial, el deterioro de sus hábitos alimentarios que la han llevado a ocupar el primer lugar mundial en sobrepeso y obesidad.

    En otras naciones del mundo el trabajo que realiza Chabelo en televisión sería materia de denuncia, en México es de reconocimiento por parte del Congreso. Multitud de estudios científicos e instituciones como el Instituto de Medicina de la Academia de Ciencias de Estados Unidos y la propia Organización Mundial de la Salud reconocen que la publicidad de alimentos y bebidas con altos niveles de azúcar, grasas y sal dirigida a la infancia es una de las causas del deterioro de los hábitos alimentarios.

    Se reconoce que la publicidad “se aprovecha de la credulidad e inexperiencia de los niños” (OMS, Estrategia Mundial sobre Régimen Alimentario, Actividad Física y Salud). Entre los mecanismos que se utilizan para manipular y engañar a los niños está el uso de regalos, promociones y personajes ficticios y reales con los cuales los niños pueden desarrollar vínculos afectivos. Entre los elementos que se han regulado en un gran número de países está el que la publicidad se diferencie claramente de los programas de televisión.

    En el caso del programa de Chabelo se cometen varios de los eventos considerados como formas de manipulación de los niños. Chabelo realiza un programa en el que él hace una publicidad intensiva de comida chatarra dirigida a los menores. Esta no se transmite en anuncios separados del programa sino dentro del mismo. Existe evidencia científica suficiente que demuestra que a los niños les cuesta diferenciar entre un programa y un anuncio y que el propósito de un anuncio es vender el producto. El hecho de que el anuncio esté dentro del programa aumenta aún más la vulnerabilidad de los menores frente a la publicidad. El programa de Chabelo estaría prohibido en varios países que cuentan con autorregulaciones realizadas por las propias empresas que producen alimentos procesados y, obviamente, no estaría permitido en las naciones donde ya existe una regulación impuesta desde el gobierno para prohibir la publicidad de comida chatarra dirigida a la infancia en horarios infantiles.

    El programa de Chabelo incurre en una segunda práctica sancionada, incluso, en los propios códigos de autorregulación publicitaria de las empresas, como el PAOS español, en los que se establece claramente que la promoción de comida chatarra no puede realizarse por personajes ficticios o reales con los cuales los niños puedan desarrollar un vínculo afectivo. Chabelo realiza directamente la promoción de una serie de productos que no son recomendables para el consumo habitual de los menores, dentro de su propio programa.

    Chabelo ha contado con el apoyo publicitario del monopolio televisivo de nuestro país para crearse como un personaje vinculado afectivamente a la infancia. Se crea el vínculo y después el personaje es utilizado para vender publicidad. La publicidad utiliza este vínculo afectivo para llevar a los menores al consumo de productos, una forma de inducción que ha sido demostrado ser muy efectiva. ¿Puede pensarse que un niño vea el programa de Chabelo de manera pasiva sin correr a la tiendita a comprar algunos de los productos que promociona?

    No es de llamar la atención que el diputado Sebastián Lerdo de Tejada se haya alegrado con la visita de Chabelo al Congreso expresando: “Qué buena onda que vino este güey”. Lerdo de Tejada es miembro de la dinastía familiar Bimbo, a la cual ha servido Chabelo como publicista afectivamente vinculado a los niños. Pero debería sorprender que la propia presidenta de la Comisión de Cultura lo haya invitado, que legisladores priístas y legisladoras perredistas lo hayan aplaudido.

    Había otro tiempo en que la creación artística popular, independiente, como Gabilondo Soler, encontraba proyección en la televisión comercial y teníamos la difusión de creaciones de gran calidad universal como Cri Cri. Desde hace tiempo, la televisión comercial de nuestro país sólo transmite sus propios productos, de pésima calidad.

    En estas condiciones, los excelentes productos artísticos que hay en el país y que se dirigen a los niños, de Mario Iván Martínez, Pepe Frank, Bandula y muchos otros más, que podrían tener una difusión internacional, se encuentran limitados por los monopolios televisivos que van contra la cultura nacional.

    Lo más penoso es que nuestros legisladores, en su mayoría, rinden homenaje a Chabelo y lo que representa: el monopolio televisivo y su deterioro de la cultura en México, así como a la publicidad que está deteriorando los hábitos alimentarios de la infancia en México convirtiéndolos ya en la población con el mayor índice de sobrepeso y obesidad en México.

    Diector de El Poder del Consumidor



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