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Sandra Lorenzano

Las voces que hablan de las ausencias



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    10 de abril de 2010

    “¿Cuántas muertes más serán necesarias para darnos cuenta de que ya han sido demasiadas?”; un padre de la Guardería ABC

    ¿¿Cómo hablar de las ausencias?, se preguntaba hace pocos días el hijo de un desaparecido. ¿Con qué palabras nombrar el horror? ¿Qué sonidos, qué imágenes pueden dar cuenta del dolor más absoluto? ¿Cómo podemos hacer para que la exigencia de justicia no se detenga, para que los silencios de quienes no están se transformen en un grito atronador  en los oídos de los cómplices del espanto?

    Estas preguntas volvieron a estar presentes, una vez más, el pasado lunes 5 de abril  cuando se conmemoraron diez meses de la tragedia de la Guardería ABC. Entre los naranjos de la plaza Emiliana de Zubeldía, junto a los pares de zapatitos que no permiten olvidar, asoman los nombres de los 49 niños muertos en el incendio (sería más certero decir “asesinados en el incendio”); asoman las cruces, asoma el coraje y la valentía de las madres y los padres que saben que la lucha debe seguir a pesar del desgarramiento en el que viven. Y esa plaza de Hermosillo es el espejo en que nos miramos todos, es el espejo en que se mira la sociedad. Porque lo sucedido en la guardería no fue un accidente sino la consecuencia más atroz de una red de corrupción que abarca todos los niveles de gobierno, que desprecia a sus ciudadanos, que desprecia la vida de los habitantes de este país como lo constatamos día con día. ¿De qué otro modo se explican las autorizaciones para que barracones sin las mínimas condiciones de seguridad sean “habilitados” para atender a nuestros hijos? ¿De qué otro modo se explica que el ejército dispare “por error” a un par de estudiantes y que los cuerpos aparezcan horas después con huellas de tortura? ¿O que sean acribillados 16 adolescentes en una fiesta en la frontera? ¿Dónde esta la justicia? Y no se trata de una pregunta retórica; realmente: ¿dónde está hoy la justicia en nuestro país? ¿Por qué aún no se han fincado responsabilidades penales por el incendio? ¿Por qué no les ha llegado el apoyo prometido a los pequeños sobrevivientes? ¿Por qué el Instituto Mexicano del Seguro Social no ha asumido su responsabilidad?

    Una de las frases que pueden leerse en paredes y coches en Hermosillo, es “La corrupción mata niños”. Y con la muerte de esos niños, morimos todos.

    ¿Cómo hablar de todo esto? ¿Con qué palabras? ¿Realmente podemos decir algo? Quiero contarles una conmovedora experiencia de trabajo compartido que, a partir de la tradición de la poesía documental norteamericana, está inventando espacios para el duelo y la reflexión. Este tipo de poesía, explica Cristina Rivera Garza, creadora del proyecto, surge en Estados Unidos poco después de la crisis de 1929, cuando un grupo de poetas decide alejarse de lo intimista y personal, y buscar modos de comprometerse, a través del lenguaje, con el entorno social. “Se trata de una poesía eminentemente política que, sin embargo, no es convencional o simplista. Al menos en cuanto a temperamento se refiere, más Nicanor Parra que Ernesto Cardenal, para entendernos en latinoamericano.” Quizás una de las cosas más interesantes de esta propuesta poética sea la búsqueda de una subjetividad colectiva, a través de la inclusión de múltiples voces, tanto literarias como cotidianas (pensemos en canciones, artículos periodísticos, libros científicos, documentos oficiales, voces ciudadanas, e incluso textos publicitarios). Así, estos textos híbridos se caracterizan por la pluralidad de voces. Como la propia sociedad. Ni más ni menos. Es a partir de esta idea que surge el taller “Guardería ABC” tomando como base, por supuesto, la indignación y dolor de todos nosotros ante la tragedia, y dándole lugar fundamentalmente a los testimonios de los padres de las víctimas, así como de las maestras y trabajadores de la guardería, reunidos por el periodista Diego Osorno (otra pieza clave en la creación del proyecto). El resultado fue un conjunto de textos en los que poetas experimentados y gente  interesada en la palabra pudo sumar su voz a la de tantos otros, para hablar entre todos de las ausencias. En este sentido, el taller sigue creciendo; sigue y seguirá generando esos espacios que tanto necesitamos.

    Así podremos ir descubriendo juntos otros modos de hacer que la palabra literaria dialogue con la realidad. Otro modo de hacer que - como lo pidieron el 5 de abril - nuestra bandera ondee a media asta.  Otro modo de nombrar a los “49 angelitos de Hermosillo”. 

    http://sandralorenzano.blogspot.com

    Twitter. com/sandralorenzano



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