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Alfonso Zárate

Tejido social rasgado

Alfonso Zárate Flores, Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario, GCI. Académico, actor político y analista de los fenómenos del ...

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    11 de febrero de 2010

    “Esa frontera iba a ser un ejemplo de desarrollo, habría trabajo para todos en las maquiladoras, aunque la mano de obra fuera barata, allá los mexicanos podrían tener una mejor vida…”

    Elena Poniatowska

     

    Tijuana y Ciudad Juárez son dos ciudades fronterizas hermanadas por tragedias comunes, historias paralelas de localidades que han devenido zonas de desastre en el sentido más crudo del término. Su ubicación geográfica —la vecindad con prósperas ciudades de Estados Unidos y centros de distribución para el principal mercado de consumo de drogas del mundo—, al igual que “los veneros del petróleo”, decía Ramón López Velarde, parece haber sido escriturada por el diablo y hoy son, cada vez menos, tierra de expectativas y cada vez más, de frustración y miedo.

     

    Su condición de pasadera hacia el “sueño americano” las convirtió en puntos clave para el trasiego de drogas; el auge de las maquiladoras atrajo a miles de migrantes pobres y con bajos niveles de instrucción de puntos diversos de la geografía (ambas ciudades concentran poco más de la mitad de las maquiladoras instaladas en la frontera norte del país); la preferencia por el trabajo de las mujeres derivó, más temprano que tarde, en graves desarreglos sociales cuyas consecuencias son evidentes: madres solteras cuyos hijos abandonados (o casi), se convirtieron en adolescentes al garete que ahora alimentan las pandillas y sirven en distintas tareas, incluso como sicarios, a las organizaciones criminales.

     

    A Tijuana y Ciudad Juárez las hermana la violencia: las matanzas colectivas, los feminicidios… Ciudad Juárez presenta una tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes, superior en 757% a la media nacional. La frontera como tierra de todos y de nadie…

     

    El sueño se volvió pesadilla. La proliferación de antros —centros de operación criminal— y de la prostitución para lugareños y fuereños que acompañan los desarreglos urbanos y que sólo puede explicarse por omisión o franca connivencia de la autoridad, dio al paisaje urbano algo de tétrico, siniestro.

     

    Tijuana y Ciudad Juárez, al igual que Reynosa, Matamoros y otras ciudades asediadas por la delincuencia organizada, están hermanadas por el miedo, sus colectividades están secuestradas por los cárteles que se disputan, palmo a palmo, el territorio y que han emprendido otras actividades colaterales que lastiman más a la sociedad: las extorsiones, los secuestros, los levantones…

     

    Una frontera abandonada desde hace mucho tiempo por gobiernos municipales y estatales sin programas de gobierno que atendieran lo que se veía venir y sin compromiso social; recursos públicos mal empleados. ¿Dónde están las guarderías, los parques, los campos deportivos, los centros de salud, el alumbrado público? Hoy casi 40% de las vialidades de Ciudad Juárez carecen de pavimento.

     

    Ciudades y una entidad en general a las que la alternancia política no les dio la respuesta que reclamaban, que merecían. Banderas políticas han desfilado por el gobierno estatal y los municipales sin que nada cambie, si no es para empeorar: los feminicidios, el gran reclamo de más de una década, parece desvanecerse ahora por los asesinatos colectivos de jóvenes.

     

    Tijuana y Ciudad Juárez hoy se convierten en otra frontera: suponen el límite que el Estado mexicano le puede permitir al crimen organizado, a la corrupción, la impunidad, la indiferencia y el cinismo.

     

    Reparar el tejido social no será sencillo, llevará tiempo y exigirá un esfuerzo gubernamental de grandes proporciones que involucre a todas las dependencias: Educación Pública, Desarrollo Social, Economía, a las autoridades municipales y estatales y, desde luego, a la sociedad. De lo contrario, seguiremos con el síndrome de Penélope: lo que tejía de día lo destejía de noche.

     

     

     

     

    Presidente del Grupo Consultor Interdisciplinario

     

     



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