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José Carreño Carlón

Chava: la bala es el mensaje

José Carreño Carlón es académico, profesor, periodista y escritor. Es licenciado en Derecho por la Facultad de Derecho de la UNAM, cuenta c ...

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    27 de enero de 2010

    Adiós, Arturo Zama Escalante

    La noticia del crimen desplazó de la mayor parte de los principales espacios noticiosos los temas de la reforma política que se empezaron a ventilar el mismo día en el Senado. Y parece difícil dar en el DF con alguien —que no sea algún involucrado directo en los partidos— que prefiera hablar de la discusión sobre la propuesta presidencial de nuevas reglas del juego del poder, más que sobre las circunstancias del ataque al estrella del Club América.

    El balazo en la frente a un deportista de alta visibilidad, disparado en un sitio público de la capital mexicana, es también fuego graneado sobre los esfuerzos de los gobiernos federal y del DF por contrarrestar las percepciones extendidas en México y en el mundo sobre la inseguridad en el país y en su principal área metropolitana.

    Por lo demás, éste podría ser uno de esos hechos que pasan inadvertidos entre miles de incidentes trágicos de cantina que pueblan las secciones de nota roja con nombres de gente común, sin mayor atractivo en la agenda pública. Pero el relieve de la víctima en un público masivo produce otro efecto de comunicación, de la mayor trascendencia. Está primero el efecto de reafirmar el reconocimiento de la inseguridad y la violencia como marcas registradas mexicanas. Le sigue el de reforzar las actitudes negativas contra el país y la capital a grados de estigmatización. Y está el efecto final de influir en comportamientos, por ejemplo: en la decisión del turista que ya no vendrá o la del inversionista que emigrará.

    Estos efectos de la tragedia de Salvador Cabañas pertenecen al tipo de fenómenos comunicativos que rebasan el hecho mismo, de por sí grave, doloroso, preocupante. Guardadas las proporciones, este hecho desencadena procesos noticiosos como el que siguió a la revelación de uno de los primeros casos de sida, en 1985, que afectó a una celebridad de Hollywood, Rock Hudson.

    Estrellato y comunicación

    El mal ya era un peligro internacional, pero fue la vinculación de ese mal a un personaje público, mundialmente conocido, la que provocó el efecto cognitivo en todos los rincones del planeta sobre la existencia de un nuevo virus de alta mortalidad. A partir de allí, a través de los medios se lanzó la señal universal de alarma que modificó las actitudes y los comportamientos en las prácticas sexuales en todo el mundo. Ciertamente, fue un caso de efectos comunicativos impresionantes.

    Pero el sida generó también un pánico moral contra los homosexuales, que reforzó actitudes de rechazo y comportamientos discriminatorios que llevaron incluso a crímenes de odio. Porque ciertamente, también, éste fue un caso de efectos repulsivos de los procesos de comunicación.

    El efecto ejemplarizante

    Los personajes de alta visibilidad suelen salir a escena en campañas de comunicación de alto impacto social como el Teletón mexicano o esa suerte de teletón global de la semana anterior para ayudar a las víctimas de Haití. También son contratados para promocionar desde relojes y automóviles hasta ropa interior, gobernantes y candidatos a puestos de elección.

    Adicionalmente, cuando los gobiernos necesitan incrementar la recaudación, hay una tendencia a desatar el terrorismo fiscal con acciones espectaculares de comunicación. Una de ellas es el procesamiento por evasión de grandes figuras del deporte o el espectáculo. Con ello se busca el efecto ejemplarizante que lleve a los causantes comunes al convencimiento de que, si ni las estrellas de la pantalla y de las canchas se salvan del castigo, más vale ponerse a mano con el fisco.

    Pero esta vez el efecto ejemplarizante cobra otro sentido: la bala en la frente del cuerpo castigado del atacante estrella Chava Cabañas, expuesto anteayer en los medios, transmite el mensaje de que la inseguridad mexicana es más real que las estadísticas oficiales. Los espectadores comunes se ven ahora más inseguros que antes, a la vista del cuerpo indefenso del otrora atacante estelar de las canchas. Ahora bajo ataque no sólo de una bala sino de los medios que lo exhiben.

    Académico



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