aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800




Javier Aparicio

Popularidad a mitad del camino



ARTÍCULOS ANTERIORES


    Ver más artículos

    30 de noviembre de 2009

    De acuerdo a la más reciente encuesta de evaluación del desempeño presidencial de Berumen y Asociados, la mitad de la población aprueba el trabajo de Felipe Calderón, mientras que un tercio lo reprueba. Quizá para algunos pueda no parecer un nivel crítico de popularidad, pero es la cifra más baja en lo que va de su mandato: 73% de los encuestados opina que las cosas han empeorado, y por cada ciudadano que piensa que el Presidente ha hecho más de lo que se esperaba (12%), más de cuatro opinan que ha hecho menos (55%).

    En toda democracia es difícil mantener alta popularidad, mucho más en tiempos de crisis. De hecho, cuanto más alto sea el nivel inicial de popularidad, más fuerte tiende a ser el desplome: en EU, Nixon, Carter o Bush vieron caer su popularidad más de 40 puntos a lo largo de sus mandatos. Caso contrario fue Zedillo quien, tras comenzar con una crisis, terminó siendo bastante popular. Ganar una elección los hace populares pero ejercer el poder bajo el escrutinio de la oposición los desgasta. Pocos políticos están dispuestos a tomar medidas socialmente deseables, a menudo amargas, a costa de su popularidad (votos).

    El Presidente no es una excepción. Su popularidad podría ser aún más baja pero ha seguido una estrategia de imagen bastante cuidadosa. A diferencia de Fox, Calderón es cauto y delega en su gabinete la discusión de temas riesgosos. No desaparece del todo; dosifica discursos y mensajes. Con todo, el ejercicio del poder lo desgasta.

    Si hacemos un recuento del primer trienio de Calderón encontramos claroscuros. La reforma de pensiones, el combate al narco, la respuesta ante la influenza, la extinción de LyFC y promover alza de impuestos en medio de una recesión son medidas costosas y acaso valientes. Pero también se extraña cierto liderazgo. ¿Por qué no ha impulsado más frontalmente su agenda de reformas frente al Congreso? ¿Por qué hasta ahora enfrentó al SME? ¿Por qué no se confrontan otros sindicatos onerosos? ¿Por qué se acusa a los empresarios de no pagar impuestos pero su iniciativa fiscal no propone eliminar exenciones? ¿Por qué evitar el tema económico mientras el resto del mundo reaccionaba vigorosamente?

    A lo largo del sexenio, el tema económico ha sido más relevante y, desde hace más de un año, acaso más grave que la inseguridad. Pero durante la campaña intermedia el PAN lo minimizó y se concentró en la “guerra contra el narco”. Hasta la discusión del paquete económico de 2010 la administración calderonista reconoció la urgencia de responder a la crisis con medidas fiscales drásticas.

    En contraste, en EU la crisis estalló en plena campaña presidencial y Bush anunció medidas contundentes que, entre otras cosas, ayudaron al triunfo de Obama. En México se pospuso la discusión hasta pasada la elección y, peor, tampoco se resolvió gran cosa con el paquete 2010. Puede ser cierto que “la crisis vino de fuera”, mas la respuesta debe venir desde dentro. La inacción en este y otros temas es responsabilidad del Presidente, por no presentar un plan de acción oportuno, y del Congreso por no atenderlo así sea tardíamente.

    Es probable que Calderón siga debilitándose y que su margen para impulsar reformas sea cada vez menor. Tampoco deberá sorprendernos que los miembros del gabinete, preocupados por no lastimar una posible candidatura, tampoco quieran arriesgarse. Cuando un político no puede ser reelegido, sus incentivos cambian hasta hacerlo casi inútil: hacer un gran esfuerzo no vale la pena. Los problemas los tiene que resolver algún líder futuro con capital político. Quizá por ello nuestra clase política parezca tan ineficaz y timorata.

    publiceconomics.wordpress.com

    Profesor-investigador del CIDE



    ARTÍCULO ANTERIOR
    Editorial EL UNIVERSAL Un Hoy No Circula más justo


    PUBLICIDAD.