aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800




Jacobo Zabludovsky

En tierra extraña

Periodista y licenciado en Derecho de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de México. Inició sus actividades periodísticas en ...

Más de Jacobo Zabludovsky



ARTÍCULOS ANTERIORES


    Ver más artículos

    19 de octubre de 2009

    PARÍS, 17 de octubre.— El sabadazo eléctrico me sorprendió cuando había entregado el Bucareli de hace ocho días y se había vencido la hora de una posible sustitución.

    Una semana después el panorama es distinto, consecuencia de los acontecimientos vertiginosos que todos conocemos. La compañía desapareció, el sindicato protesta con energía, los trabajadores dudan en cobrar su liquidación y mientras algunos lo hacen otros no, el gobierno disfruta el apoyo del PRI, recibe las críticas de quienes sospechan la intención de aniquilar un sindicato incómodo y el tiempo da al escándalo esa fuerza característica de los hechos consumados.

    Trabajadores descontentos, privados de otras posibilidades, toman la calle apoyados por fuerzas de la izquierda y el problema, lejos de una solución, empieza a complicarse como tantos otros que en este sexenio han surgido, permanecido y empeorado sin llegar a un fin satisfactorio o por lo menos aceptable, ejemplo: la tragedia de los niños quemados en Hermosillo. Vamos a ver qué pasa.

    El escándalo, mejor dicho, uno de los escándalos en el glorioso octubre de París es provocado por la candidatura de Jean Sarkozy para encabezar el distrito de La Défense, el mayor complejo urbano de negocios europeo. Hijo del presidente de Francia, Jean, de 23 años de edad, es acusado de favorecerse del poder de su padre. “Haga lo que haga —dice el muchacho—, siempre seré criticado”. Se defiende con inteligencia: “Llamarse Sarkozy hace las cosas más difíciles.

    No recibo trato de favor. Quiero ser juzgado por mis actos. No pido más derechos pero tampoco menos. Se ha querido hacer creer que es un nombramiento, y es mentira: es una elección”, dice Jean y muestra 43 mil firmas en su apoyo.

    El poderoso Organismo Público de Urbanismo de La Défense (APED, por sus siglas en francés), dirigido durante dos años por Nicolas Sarkozy y de ahí lanzado a la Presidencia, controla la gestión de La Défense, donde se concentran más de 2 mil 500 empresas en rascacielos que suman 3 millones de metros cuadrados en la prolongación del eje que va desde el Museo del Louvre, por la avenida de los Campos Elíseos, Arco del Triunfo hasta el colosal rectángulo visible desde el punto más lejano. Las obras se iniciaron en 1958 y poco a poco se establecieron las empresas más importantes de Francia. En 1980 se construye ahí el mayor centro comercial de Europa. Tiene más de 30 hectáreas de plazas y paseos peatonales, jardines colgantes, 60 esculturas al aire libre, 11 hectáreas de espacios verdes, una avenida que la circunda, líneas del metro y autobuses.

    El joven Sarkozy manejaría un presupuesto anual de mil 300 millones de euros. En 50 años de vida La Défense ha logrado una autonomía financiera cada vez más sólida, a tal grado que el Tribunal de Cuentas decidió vigilar escrupulosamente sus movimientos de dinero. Si llegara a la dirección Jean se convertiría en uno de los políticos más importantes de Francia y seguiría las huellas de su padre. No es hijo de la Bruni, podría ser su hermano, sino de la primera esposa del presidente francés. Más alto que Nicolas, lo cual no es ninguna hazaña, se deja el cabello rubio hasta los hombros y convence con una oratoria directa que heredó de él como su pasión por el poder. El puesto que ambiciona es el de un economista político.

    La autonomía de gestión ha permitido el crecimiento y la prosperidad de esta capital financiera de Europa dentro de la capital de Francia.

    Es un ejemplo de lo que, sin pretender un protagonismo en el mundo de la banca o la industria, podría lograrse en el ámbito de la cultura, el arte, el turismo y los servicios en nuestro centro histórico, hoy repartido en dos enormes delegaciones. Habría que evitar, mediante frenos y contrapesos, la concentración de fuerza en una sola persona como ocurre con quien encabeza el EPAD. Tanto es el poder que, antes de tenerlo, el joven Jean padece sus efectos molestos. La prensa internacional lo ha tomado por su cuenta. El Financial Times Deutschland tituló un artículo: “En el nombre del padre”. El Daily Telegraph publica: “Un trabajo de oro suscita acusaciones de nepotismo”. En Munich, el Suddetsche Zeitung cabecea en su primera plana: “Le petit prince”. Le Monde: “Jean Sarkozy, o la privatización política”, y La Razón: “El puesto de La Défense no se elige a dedo, dice el hijo del presidente”.

    Mañana regresaré a Madrid y el viernes, desde el Teatro Campoamor de Oviedo, transmitiré por radio la entrega del Premio Príncipe de Asturias a la Universidad Nacional Autónoma de México. Entre tantos acontecimientos de las últimas semanas en Europa, este es el principal motivo del viaje. Cumplida esa misión volveremos a la querencia.



    ARTÍCULO ANTERIOR
    Editorial EL UNIVERSAL Un Hoy No Circula más justo


    PUBLICIDAD.