Opinion

Tanto se especuló entre la clase política y en los medios de comunicación sobre los cambios en el gabinete, que las altas expectativas generadas por el cambio finalmente quedaron desairadas.

Deja Eduardo Medina Mora la Procuraduría General de la República y en su lugar se nombra a Arturo Chávez Chávez, un abogado que representa la continuidad en la política de procuración de justicia del gobierno federal, ahora reforzada por la estrecha relación de Chávez con Fernando Gómez Mont, el encargado de la política interna del país.

También anunció ayer el Presidente la sustitución del secretario de Agricultura. Un anuncio aún menos sorprendente que el anterior, ya que Alberto Cárdenas le entregará su oficina a la misma persona que en su día se la entregara a él: Francisco Javier Mayorga, último titular de la Sagarpa durante la administración de Vicente Fox y, al parecer, último también en el sexenio actual.

En los dos movimientos la señal es la misma: continuidad. Es decir, satisfacción presidencial con lo realizado por ambas secretarías a lo largo de los últimos tres años. Una incoherencia si tomamos como referente el discurso del 2 de septiembre relativo al tercer Informe de Gobierno en el que el Felipe Calderón llamó a tomar riesgos, a asumir cambios profundos.

Por el contrario, donde sí se presentó un giro fue en el reemplazo del hoy ex director de Pemex, Jesús Reyes Heroles, un priísta de origen, político de profesión, defensor de la actual relación entre el Estado y Pemex, quien fue sustituido por Juan José Suárez Coppel, distinguido ejecutivo en diversos rubros de la iniciativa privada.

Es probable que en próximos días haya más modificaciones en el gabinete. Habrá que esperarlas antes de decir con certeza cuál es la dosis de cambio a la que se refirió el Presidente aquel día en Palacio Nacional.