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Jacobo Zabludovsky

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Periodista y licenciado en Derecho de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de México. Inició sus actividades periodísticas en ...

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    13 de julio de 2009

    Cuatro zopilotes y un ratón de sacristán encienden los cirios.

    Faltan tres años para que la defunción se registre en actas, pero el muy personal sistema de gobernar que podríamos llamar ‘Fórmula Calderón’ entró, desde el 5 de julio, en una especie de catatonia, algo como una vida de córpore insepulto en que no se sabe si ese estilo anda como alma en pena o de plano como burro sin mecate.

    La votación fue, en su primera parte, según el presidente Felipe Calderón esperaba: un plebiscito. Lo sorprendió la segunda, que imaginó como el triunfo de su gestión y resultó en enfrentamiento súbito con la realidad: un repudio tan abrumador que, si este fuera país de régimen parlamentario, habría renunciado en el acto.

    No lo hizo porque al día siguiente tenía un viaje a Italia, pero ‘le aceptó su renuncia’ al tenor cómico, actor otrora estelar en las zarzuelas del género chico, como La verbena de la paloma. Por desgracia el de la zarzuela es placer teatral caído en desuso y don Hilarión ya sólo se da en la política como prueba de la decadencia y perversión de las costumbres. El señor Martínez no se lleva al baile a una morena y una rubia. Se lleva pecados ajenos porque no tiene la culpa el indio (perdone Martínez la ofensa racial, él que es tan sensible a ese tema) sino el que lo hace compadre.

    El despido elegante del jefe del PAN puso en evidencia la división interna de ese partido. Los ocho gobernadores y los líderes parlamentarios panistas cerraron filas a favor del cesante cuyo trabajo calificaron de ‘responsable’, elogiando su ‘valentía y congruencia… su renuncia lo honra’. Agradecieron ‘su esfuerzo al frente de nuestro partido y especialmente durante la campaña electoral’. No será el Presidente quien nombre al sustituto y será corregido el rumbo del partido. Nunca un presidente en el poder había sido tan ofendido por sus partidarios.

    El mismo martes Manuel Espino, ex presidente del PAN, reveló que el señor Calderón humilló en público a Martínez y que hay ‘dolor, y frustración’ y que Martínez paga los platos rotos. El ex presidente Vicente Fox, en un muy característico recuento de los ‘éxitos’ de su gobierno, barre con lo que su sucesor pretende haber logrado, rematando con un ‘Yo no soy Calderón’. Y Diego Fernández de Cevallos, el panista más carismático, dijo del gabinete:… ‘está integrado, incluso, por desconocidos cuyo trabajo se ignora’.

    Amargo amanecer. Soñó como si fuera auténtico lo que le dicen quienes lo tienen sitiado en medio de sondeos de opinión hechos por estafadores que primero pactan resultados y luego establecen el armazón para alcanzarlos. En este caso las encuestas acertaron, excepto en un detalle: donde debía decir PAN decía PRI. De todos modos ya cobraron. Como los intelectuales convertidos en ideólogos de cabecera, sustentados en publicaciones propicias a facturar dádivas. Como los medios de comunicación electrónica vueltos herramienta publicitaria incondicional. Como los 12 noticieros (radio y televisión) de un carrusel que se hace girar con un botón sin misterios.

    Todo esto, campos de soledad, mustio collado, son ahora estepas de la desilusión para un régimen que, tres años antes de lo acostumbrado, es echado en el abandono. Lágrimas negras. Discépolo: ‘Cuando manyés que a tu lado se prueban la ropa que vas a dejar…’. ‘¿Qué es lo mejor de un día más? Que les queda un día menos’. Chistes con música de Las golondrinas.

    Muy difícil será para México el trienio que le espera. Un gobierno disminuido en todos sentidos, integrado por empleados ineptos en su mayoría, tiene como única encomienda dejarle menos problemas al partido, el otro, el de la oposición, el que lo desapareció del mapa, el que indudablemente ganará futuras elecciones. Nadie puede alegrarse. Nadie puede echar las campanas a vuelo. Es hora de unidad, sí, estamos de acuerdo, pero en torno a qué, a quién. Cuando sepamos la respuesta nos uniremos, sin duda alguna. Pero no la hallamos. Sobre todo cuando la derrota en las urnas fue un ajuste de cuentas del ciudadano con la Fórmula Calderón. Hay muchas heridas abiertas y sangrantes. Fracasos en la creación de empleos, guerra contra el crimen, solidez del peso, desaparición durante tres días en la epidemia de influenza.

    Y nadie olvidará la tragedia de los 70 niños quemados, 48 de ellos muertos. Durante más de un mes se guardó parte fundamental de la información a que tenemos derecho. Compitieron en errores funcionarios federales y estatales., El ‘manejo’ de la investigación ha sido ejemplo de protección a los posibles culpables. Corrupción.

    El dolor es de padres pobres.

    Y los niños seguramente no conocieron a Dios.

    …in pace”.



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    Editorial EL UNIVERSAL Un Hoy No Circula más justo


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