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Carlos Monsiváis

El juicio de la Historia (por sorteo)

Carlos Monsiváis es ante todo un hombre observador. Escritor que toma el fenómeno social, cultural, popular o literario, y que, con rápido b ...

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    17 de mayo de 2009

    Como siempre, pero quizá hoy de modo más transparente, en el tiempo de la desconfianza al aparato judicial, la Historia, esa deidad antigua, inacabable y omnipresente, es el eje de las súplicas y las esperanzas de absolución. Las frases de otros siglos resuenan con énfasis distinto pero con la misma enjundia: “Espero tranquilo el juicio de la Historia./ A nada temo porque la Historia está de mi lado./ La Historia me absolverá./ Ustedes, jauría mediática, no me intimidan en lo mínimo. A mi lado está, con su mirada que traspasa las generaciones, la Historia”.

    Por supuesto, la Historia aludida es distinta, ya no la de los revolucionarios franceses o mexicanos; ya no la de Julius Fucik en Reportaje al pie de la horca; ya no la de los condenados a muerte Sacco y Vanzetti, sentenciados por su doble condición de italianos y anarquistas; ya no la de Felipe Carrillo Puerto ejecutado por el odio de “la casta divina”. No, ahora los encargados de soltar la frase “Aguardo en mi residencia el juicio de la Historia” son otros y su firmeza y entereza me dan oportunidad de ubicarlos en su pose escultórica de patricios.

    “Que se apure la Historia a absolverme porque mañana salgo de safari y ya detuvieron y cloroformaron a los tigres que voy a cazar con mi infalible puntería”

    En la residencia del líder obrero sempiterno (la palabra no forma parte de su vocabulario, pero la incluyo como mueble de época), su secretario lo observa admirado.

    Secretario: ¿Qué se va a contestar a todos esos desdichados que hablan de la corrupción senil en la CTM?

    Líder valetudinario (¡al diccionario, mi líder!): ¿Estos cabrones hablan de “corrupción senil”? ¿Qué les acontece? Si algo jamás es senil es la corrupción, rejuvenece con cada mordisco o acto de canibalismo presupuestal. ¿Corrupción senil? Eso es como hablar de elecciones sindicales por votación o de insurgencia obrera. ¡Eso no existe! Manda ahorita un desmentido a los medios. “En la CTM la corrupción es siempre fresca y juvenil”.

    Secretario: Ah, jefe, qué bien, y esta cosa de que la Historia lo absorberá, ¿Qué contestamos?

    Líder integérrimo: ¿Y eso?

    Secretario: Pues que a los que no absuelve la Historia los trata como aspiradora, barre con ellos.

    Líder pulquérrimo (a un diccionario antiguo, mi conductor de masas): Conmigo no barre nadie. He tenido la amistad de los habitantes de la silla, de Porfirio Díaz a Felipe Calderón. A mí la Historia me hace los mandados. Por eso, encárgale de paso que me traiga chescos y chelas.

    La Historia y el Líder Carismático de la Izquierda Partidaria Docilizadita

    Miembro del presídium (en este grupo ampliaron un poquito el presídium porque nunca llegaron las masas): ¿Qué hacemos? Cada que vamos a un acto de más de 10 personas sólo nos aplauden dos y he llegado a desconfiar de nosotros mismos. Hay que hacer algo.

    Otro miembro del presídium: No me explico. Los articulistas AntiPeje nos declaran “la izquierda moderna, racional y crítica”, y sin embargo los pocos que nos reconocen en la calle nos insultan. Y se burlan de los melocomerciales en que aparezco. Un idiota en un artículo aseguró que estoy más lejos del carisma que una verdolaga. Entonces qué.

    Tercer y último miembro del presídium: Propongo lo siguiente. Un concurso patrocinado por la Segob, el PRI y EdoMex. El tema sería: “Devuélvanle la Historia a la izquierda partidaria que cabe en un dedal”, y como premio una diputación plurinominal del partido que elija el ganador. ¿Cómo la ven?

    Los tres miembros del presídium (a coro, al unísono y al mismo tiempo): ¡Nada de concurso! ¡Esa diputación es mía! (Ruedan por el suelo golpeándose y felicitándose.) ¡La Historia que se la devuelvan a su abuela, pero la diputación segura nadie me la quita!

    La Historia y la Comunidad del Anillo

    Una residencia simultánea en tres ciudades. Una disposición tecnológica tan al día que algunas máquinas las están inventando en este preciso instante. Un hombre que a cada minuto se aleja todavía más de la serenidad pasea nervioso en dos de los tres jardines simultáneos.

    Ex Funcionario: Golum, fiel secretario, ¿todavía está el anillo en su sitio?

    Golum: Sí, señor, exactamente junto a la banda y al ladito de una copia de la silla original que está en su otro cuarto, con la plaquita de siempre: “Aquí nunca se sentó Emiliano Zapata”.

    Ex Dueño de lo que cabe del Bravo al Suchiate: Oye, Golum, una preguntita: ¿Qué dice la Historia de mí? No me engañes, cuéntame. La neta.

    Golum: ¿La neta?

    Ex Jefe de la empresa Complotino: La neta.

    Golum: Pues la Historia dice que sólo dará su opinión si le devuelven los videos en donde está felicitando a Victoriano Huerta, que le regaló unas cajas de cognac, y otro donde la Historia asegura que no hubo fraude en las elecciones de 1988. Dice que o los videos o va a decir de veras lo que sabe.

    Ex Amo de la solidaridad: ¡Qué Historia tan venal y rapaz! ¿Y qué pasa con los videos? Entréguenlos.

    Golum: No los hallamos, Jefe Frodo, que se los llevaron a la Cueva del Compló, y nadie sabe dónde está.

    Ex: Pues amenacen a la Historia con que se le va a sacar de los Libros de Texto Gratuito, a ver si sigue con sus chantajes. Verán cómo entrega luego luego su informe elogioso de mi actuación.

    Golum: Ya voy, Jefe Frodo, a cumplir sus órdenes tan serenas.

    Escritor



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