Opinion

Apenas comenzaron las campañas oficiales rumbo a la elección de diputados federales y ya es común preguntarnos cómo afectará la influenza el resultado del 5 de julio próximo y, sobre todo, si ésta beneficiará o perjudicará al PAN. Antes de especular vale la pena repasar lo que ha ocurrido en elecciones intermedias recientes. En 1997 el PRI perdió 61 curules; y en 2003 el PAN perdió 59 asientos de los 207 con que contaba. Sucede que es común observar que el partido del Presidente pierde fuerza en el Poder Legislativo por muy diversas razones: por un lado los efectos de arrastre de los candidatos presidenciales están ausentes y, por otro lado, se dice que el electorado hace una especie de referéndum sobre la gestión de un presidente que se desgasta más que sus opositores.

También se ha observado que las llamadas elecciones intermedias suscitan un menor interés por parte del electorado, quien parece entusiasmarse más con la contienda presidencial. Esto se traduce en abstencionismo sino y en un mayor papel de la llamada identificación o afinidad partidista toda vez que los simpatizantes o militantes de un partido político tienen más probabilidades de votar que los independientes.

En cuanto al referéndum indirecto sobre la gestión del presidente Calderón que puede reflejarse en el resultado electoral, aún es temprano para saber cuáles serán los temas más relevantes en la mente de los votantes a la hora de ir a las urnas. Sabemos que la economía y la inseguridad son dos de los temas clave, pero no sabemos si el tema de salubridad, o bien la respuesta gubernamental a la epidemia de influenza serán decisivos dentro de ocho semanas. Y lo que menos sabemos hoy es si la gestión del PAN en cada uno de estos temas será aprobatoria. Por ejemplo: la economía puede estar en franca recesión (o la epidemia agudizarse) pero si los electores opinan que el partido en el gobierno está actuando de manera decidida (y/o con las medidas correctas) pueden no castigarlo tan severamente en las urnas. De ahí la importancia de seguir el debate sobre estos temas que ocurre durante las campañas.

La tercera ronda de la encuesta panel de Berumen y Asociados, levantada entre el 1º y 5 de mayo, revela una evolución interesante. En primer lugar, es claro que la contienda principal será entre el PRI y el PAN, quienes se disputarán entre sí los votos resultantes de la fuerte caída del PRD. Entre la primera y tercera rondas de la encuesta el PRI ha decaído de 39.9 a 32.6%, mientras que el PAN ha tenido un modesto avance de 25.1 a 26.8%, lo cual resulta en una brecha entre PRI y PAN de 5.8 puntos. Sin embargo, las preferencias electorales son algo volátiles en esta etapa: entre la segunda y tercera rondas, entre 5 y 6% de los votantes han cambiado preferencias entre PRI y PAN. El PRI es claramente el puntero al inicio de la campaña oficial, lo cual explica en parte el tono negativo de la campaña del PAN; como dice todo manual de estrategia, hay que atacar al puntero.

No debemos pasar por alto que los resultados de identificación y afinidad partidista son, en este punto del proceso electoral, prácticamente indistinguibles de las preferencias electorales: la intención de voto de PRI y PAN es muy similar al porcentaje que obtienen de afinidades. Es por ello que el fiel de la balanza serán los llamados independientes, y que hoy representan 26.1% del electorado.

La ventaja del PRI no es imposible de acortar pero las intenciones de voto por circunscripción son bastante preocupantes para el PAN: el PRI lo aventaja en 3 de 5 circunscripciones por más de 13%; están empatados en una de ellas, y el PAN lleva la delantera en otra. Esta distribución geográfica de las intenciones de voto del PRI hace muy difícil que el PRI no vuelva a ser la primera fuerza en la Cámara de Diputados.

Profesor-Investigador del CIDE