aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800




Ricardo Raphael

La guarida de “El Chapo”

Maestro en Ciencias Políticas por el Instituto de Estudios Políticos de París, Francia. Maestría en Administración Pública por la Escuela ...

Más de Ricardo Raphael



ARTÍCULOS ANTERIORES


    Ver más artículos

    20 de abril de 2009

    Joaquín Guzmán Loera es el segundo hombre más buscado por el FBI y la Interpol. (La prensa lo repite y aquí se consigna). ¿Quién será el primero? ¿Osama Bin Laden? Es de suponerse, pero a diferencia del saudí, El Chapo sí parece contar con domicilio conocido. En días pasados así lo afirmó el arzobispo de la arquidiócesis de Durango, Héctor González Martínez.

    Es probable que este religioso personaje no haya obtenido las coordenadas del narcotraficante mexicano por la vía del secreto de confesión. Asegura que Guzmán Loera vive en la población de Guanaceví, situada al sur de Parral y al norte de Santiago Papasquiaro y que, en la región “todo el mundo” lo sabe.

    De ser cierto, El Chapo se pasea a sus anchas en un territorio amplio —mitad boscoso, mitad planicie— justo donde hacen intersección los estados de Sinaloa, Chihuahua y Durango, ahora conocido como el Triángulo Dorado (en honor a aquel otro de la ruta asiática del opio).

    Para llegar a este lugar existen varios caminos. El menos accidentado lo constituye una antigua ruta fundada hacia finales del siglo XVI por el adelantado don Juan de Oñate. Se trata del Camino Real de Tierra Adentro, que durante cerca de 200 años sirvió para conectar a un largo rosario de ciudades y poblaciones, todas vinculadas con el negocio de la plata.

    Siguiendo el rastro dejado por viejas construcciones abandonadas, iglesias desmanteladas y haciendas heridas por las balas de la Revolución, todavía puede recorrerse este fantasmal camino que alguna vez partió de la ciudad de Querétaro para continuarse por San Miguel (de Allende), Guanajuato, Zacatecas, Durango y Parral, y que desembocaba finalmente en Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez).

    Ya desde la segunda mitad del siglo XIX, el Camino de Tierra Adentro encontraba su tramo más peligroso delante de la estación de ferrocarril dispuesta en Santiago Papasquiaro (población de origen de la prolífica familia Revueltas). Fue la zona donde operaban las míticas bandas de salteadores que atracaban a las diligencias para luego huir hacia la sierra, donde se escondían mientras duraba la búsqueda.

    Esta fue la región donde Heraclio Bernal —antecedente de Malverde— construyó la leyenda del Rayo de Sinaloa, durante los primeros años del porfiriato. También fue aquí donde su segundo de a bordo, Ignacio Parra, asumió el liderazgo de la misma banda, después del asesinato de Bernal. Y también donde Doroteo Arango, un muchacho de apenas 14 años, se formó bajo la tutela y protección de Ignacio Parra, antes de convertirse en Pancho Villa y superar sobresalientemente a sus maestros.

    De ser cierto el dicho del arzobispo, algo tiene de folclórico que El Chapo Guzmán haya decidido radicar en un lugar tan público —históricamente hablando— como escondite para forajidos. Es como si, en Gran Bretaña, un famoso ladrón contemporáneo tomara como centro para sus operaciones el bosque de Sherwood, o como si el nieto perverso de Chucho el Roto ubicara hoy su cuartel general en la pequeña isla de San Juan de Ulúa.

    La zona donde supuestamente habita El Chapo conserva muchos de los rasgos sociológicos ya notorios en las épocas de Bernal, Parra y Villa. El primero y quizá más emblemático es la relación —o más bien la ausencia de relación— que las poblaciones de la zona sostienen con la ley. También subsiste una arraigada práctica donde las autoridades suelen vincularse a actividades criminales, y donde la fiesta popular es constante y bien financiada por los bandidos.

    Memorables fueron en su día las pachangas de tres días organizadas por Bernal y pagadas con la plata robada a las diligencias que transitaban hacia el norte. Aquéllas no distan tanto, cuando se les compara, con las de ahora. En julio del año pasado, la revista Proceso y el periódico Milenio dieron cuenta de la gran celebración que El Chapo (de 55 años de edad) organizó para su casamiento con Emma Coronel Aispuro (de 18 años), en el corazón de este mismo territorio.

    Por ahí, en el Camino de Tierra Adentro, adelantito de Santiago Papasquiaro y antes de llegar a Parral, hizo historia más de un forajido. Pareciera que la tradición continúa. De haber ofrecido información correcta el arzobispo soplón, se necesita de demasiada inteligencia para no dar con El Chapo; o de muy poca para seguir sosteniendo que se trata del segundo criminal más buscado en el mundo.

    Analista político



    ARTÍCULO ANTERIOR
    Editorial EL UNIVERSAL Un Hoy No Circula más justo


    PUBLICIDAD.