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Manuel Camacho Sólis

Obama: balance

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    20 de abril de 2009

    La visita del presidente Barack Obama a México y a la cumbre de Trinidad y Tobago despertó un interés inusitado en los medios norteamericanos y ha tenido impactos políticos trascendentes en la política interior de México. A la vez, permitió romper el aislamiento y la enorme tensión que había creado Bush en América del Sur, sobre todo a partir de su cambio de actitud hacia Cuba y hacia Chávez.

    Para Barack Obama la gira fue muy exitosa. Salió airoso de la cumbre. Dio respuesta a la agenda de seguridad de los medios de su país y fortaleció la presencia de su gobierno en el combate a la delincuencia en México, sin generar por lo pronto una reacción contraria. Con ello, gana márgenes para seguirse concentrando en los temas álgidos de la economía y en situaciones internacionales del más alto riesgo como Pakistán y Afganistán.

    La visita vino a confirmar el liderazgo de Lula y Brasil. Brasil confirma su peso y potencial de crecimiento, así como su papel de interlocutor válido con los gobiernos de izquierda.

    En relación con Venezuela, tanto Obama como Chávez mostraron sus reflejos políticos. Ambos se beneficiaron de la cumbre. Obama salió airoso de una reunión que pudo haber sido escandalosa y muy dañina a su imagen de cambio. Chávez consiguió romper la incomunicación con Estados Unidos en un momento de crisis económica que mete tensión adicional a su conducción. El papel de Lula y Chávez, a su vez, generaron distensión en las relaciones con Bolivia y Ecuador.

    Para Cuba, aunque no logró que se levantara el embargo, sí pudo ocupar el lugar central en la cumbre y abrir un espacio franco de distensión respecto a una posición histórica de exclusión de medio siglo.

    Para Felipe Calderón la visita fue muy redituable. Pudo imponer el formato hasta el punto de que se aceptara por completo lo que a él le convenía. Estuvo Obama en la ciudad de México y, a pesar de la simpatía de sus habitantes, no entró en contacto con ellos para no perjudicar a Felipe Calderón. Obama calculó que la situación interna de México es frágil y consideró que, a corto plazo, no existe otra opción que la de ayudar a fortalecerlo, evidenciando su apoyo.

    El apoyo estadounidense será aprovechado por Calderón. Por lo pronto, la agenda de seguridad que dominó el encuentro era totalmente compatible con la estrategia electoral del PAN focalizada en el tema de la seguridad y no en el de la economía. No sería sorprendente que al fortalecimiento externo siguieran acciones contra la corrupción y las ligas con el narcotráfico que tuvieran un impacto adicional, adverso, para el PRI.

    Con el apoyo externo —financiero y político— a su gobierno, la visita de Obama ayudó a Calderón y al PAN para la elección de 2009. Las otras fuerzas políticas tendrán que sacar sus propias conclusiones. Hacia delante, el tramo es largo. El apoyo externo no será determinante hacia 2010, y después 2012. Lo interno volverá a ser dominante. En lo externo, por su fragilidad política interna y la asociación dependiente, México ha perdido su iniciativa.

    Miembro de la Dirección Política del Frente Amplio Progresista



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