aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800




Ricardo Raphael

El “Acting Out” de Josefina

Maestro en Ciencias Políticas por el Instituto de Estudios Políticos de París, Francia. Maestría en Administración Pública por la Escuela ...

Más de Ricardo Raphael



ARTÍCULOS ANTERIORES


    Ver más artículos

    06 de abril de 2009

    “La decisión de Josefina Vázquez Mota requiere de mucho valor,” declaró el presidente Felipe Calderón, al tiempo en que a la ex secretaria de Educación le temblaban las extremidades inferiores.

    “Las próximas semanas, meses y años serán cruciales para México,” continuó el jefe del Ejecutivo ya consciente —frente a todo un auditorio— que aquella mujer no podía seguir sosteniéndose en pié.

    Rodolfo Tuirán, subsecretario de Educación Superior, fue rápido para reaccionar. Ofreció una silla. Ella no la rechazó: “También puedo oírlo sentada, señor Presidente,” aseguró mientras dejaba caer todo su peso sobre ese mágico asidero. “Eh … muy bien, sí … porque así no es posible, muy bien,” respondió forzado pero sonriente el aludido.

    En las neurosis de la vida cotidiana pocas veces hay casualidades. Lo mismo sucede en lo privado que en lo público, y ese acto protocolario que ocurriera el viernes pasado en un lustroso salón de la residencia presidencial no fue la excepción.

    “También puedo oírlo sentada, señor Presidente.” “En una curúl”, le faltó completar a Vázquez Mota. “Sí, porque así, (al frente de la Secretaría de Educación), no es posible”, hubiese entonces respondido el jefe del Ejecutivo mexicano.

    ¿Por qué a una mujer tan segura de sí misma —tan resuelta en otros momentos, aún más complicados que el acontecido— sufrió esa inoportuna traición de su cuerpo? Entre los seres humanos no hay verdadera separación que pueda trazarse; el cerebro y las extremidades son una y la misma cosa.

    Quizá en ese momento pasaron por la mente de la ex secretaria las notas que varios de sus consejeros y otros especialistas en la cuestión educativa le hicieron llegar advirtiendo la equivocación que significaría abandonar la política bajo su responsabilidad.

    Con ellos y también con Vázquez Mota, hoy muchos nos preguntamos: ¿quién será, de ahora en adelante, capaz de contener la ambición desmedida de la líder magisterial, Elba Esther Gordillo Morales?

    También pudo haber surcado en ese instante por sus reflexiones otra preocupación: ¿la habrá removido Calderón de su cargo para apartarla del camino que lleva a la Presidencia de la República? No es lo mismo aspirar a una eventual candidatura por su partido desde una secretaría de Estado, que hacerlo a partir de una diputación.

    Aún si Vázquez Mota llegara a convertirse en líder de su fracción parlamentaria —asunto que aún no tiene visos de certidumbre— no hay antecedente en la historia moderna de nuestro país donde un diputado haya satisfecho desde esa posición el deseo más grande de todo político mexicano.

    Las dudas continúan: ¿tan poderosa es en nuestras tierras la señora Gordillo que el Presidente no pudo evitar el sacrificio de quien, en otros tiempos muy difíciles, no dudó en ofrecerle toda su lealtad?

    Con tan abultadas interrogantes horadando en su conciencia pueden comprenderse mejor las razones de la temblorina. Ocurrió lo que en lengua inglesa llaman Acting Out. La representación ante la mirada externa de aquello que provoca sufrimientos íntimos. Dicen que la exhibición pública de los secretos propios suele ayudar a la administración de las angustias más filosas.

    Sólo un gesto, un mínimo gesto —aunque fuera involuntariamente teatral— para manifestar su desacuerdo. Para hacer patente y sincero lo que no puede ser expresado de otra manera. Más vale un ridículo que dure diez segundos que semanas, meses y años de guardar secreto. El Presidente no podrá reclamarle por ese Acting Out, ni ella será plenamente responsable por lo sucedido.

    Con todo, la experiencia de Josefina Vázquez Mota al frente de la SEP habría de revisarse con lupa. A esa mujer respetada por su honorabilidad y mesura, desde el principio se le entregó una misión imposible. Gobernar una institución secuestrada por la mafia más corrupta y desvergonzada del sistema político mexicano que ha contado con todo el respaldo y legitimación del Presidente.

    Ella cometió, en 2006, el más grave de los errores que haya experimentado en su carrera política: creyó que con su voluntad e inteligencia bastaba para transparentar la relación entre el Estado y el SNTE.

    De toda evidencia, a esta política mexicana la usaron y ahora le ofrecen una honrosa fuga hacia delante. No será fácil asimilar esta trágica experiencia. No lo será para ella, ni para el resto de nosotros que andamos alarmados por el estado que guarda la educación pública mexicana.

    Analista político



    ARTÍCULO ANTERIOR
    Editorial EL UNIVERSAL Un Hoy No Circula más justo


    PUBLICIDAD.